lunes, 26 de octubre de 2009

LA DUCHA, UNA BUENA PELÍCULA

Si vamos teniendo un poco más claro el orden que deben tener los diversos valores en la vida, si hemos arribado a algunas respuestas, entonces llega la hora de actuar. Todo esto es la película LA DUCHA: ¿Qué hago con el trabajo de mi padre? ¿Qué hago con mi hermano? ¿Qué hago con mi vida?

Tenemos ante nosotros un mundo que puede parecernos exótico: China. ¿Qué sabemos de este país y de sus habitantes? Mucho o poco, algo nos viene a la cabeza cuando oímos esa palabra. Pero más allá de esa cultura milenaria, que vimos representada en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín, la película que ahora presentamos nos trae unos valores que tienen mucho que ver con aquel orden de que hablamos: ¿Qué es más importante, la tradición o la modernidad? ¿Qué nos hace más felices? ¿Qué importancia tiene el cuidado de la familia, del padre, del hermano? ¿Qué es lo que realmente queremos hacer en nuestras vidas? ¿Cuál es nuestro orden de valores? ¿Es posible quedarnos con lo mejor de cada aspecto?

Todas estas preguntas surgen a través de la historia que atraviesa el protagonista, un hombre joven que ha abandonado su ciudad natal en busca de nuevas oportunidades, otra vida donde la modernidad está en auge, dejando atrás a su padre y a un hermano menor con cierto retrazo mental. Pero la película comienza verdaderamente cuando este joven retorna al hogar por una equivocación y debe enfrentarse a una serie de incógnitas. También podríamos hacerlas nuestras, aunque no vivamos en China, porque cosas parecidas pueden sucedernos y sería muy bueno que ya nos fuéramos haciendo una idea de qué haríamos. ¿Qué haríamos nosotros? Ello contribuirá a la definición de la persona que somos o que queremos ser.

¿Adónde nos ha llevado el ansia por el desarrollo material? Uno de sus aspectos principales es la tenencia de dinero, puesto que parece que teniéndolo se puede comprar una isla, un bosque, un río, un país y hasta quizás el planeta completo. Entonces, ¿en qué lugar quedan aquellas cosas que no se pueden comprar con dinero? ¿Es que acaso todo lo que se pueda comprar es para que el comprador haga lo que quiera con ello? ¿Qué papel jugamos nosotros?

La película es bien sencilla. El padre de nuestro protagonista posee un típico salón de baños públicos, algo muy tradicional, donde la gente se ducha al mismo tiempo que se interrelaciona sobre sus diversos problemas. El baño dura mucho tiempo. Algunos creen que tal cosa es una pérdida de adelanto técnico y prefieren la ducha que todos conocemos o algo de ciencia –ficción, que sea bien rápido para poder hacer otras cosas aparentemente más importantes. Todo esto, que tiene que ver con la relación entre el padre y el hijo que ha regresado, se volcará posteriormente, en forma de un valor a tener muy en cuenta, entre los dos hermanos. Ahí ya empezamos a plantearnos, más allá de la importancia de una tradición, el valor de la fraternidad. Ambas cosas se unen y nos piden una respuesta.

Poco a poco el desarrollo de nuestra civilización ha ido creando otro mundo paralelo al de la Naturaleza. A veces ni vemos los colores de un bosque, pero sí apreciamos aquellos que se han creado químicamente. Apenas sin darnos cuenta, vamos eligiendo lo más artificial. ¿Podría sucedernos lo mismo con el ser humano? ¿Llegará un día en que apenas lo veamos para sólo apreciar las máquinas que él mismo ha creado? Seguramente pensamos que eso no sucederá, pero no vendría mal revisar el camino recorrido.

¿De verdad creemos que la felicidad de todos sería el mayor objetivo de la vida? Si no pensamos así y nos quedamos solos con las máquinas entonces sí la vida se convertirá en otra cosa. ¿Queremos sentir, oler, tocar, oír, mirar, pensar, actuar por nosotros mismos, en vez de recibirlo todo ya diseñado para que no hagamos nada? Tenemos que elegir. Siempre es difícil, pero la elección de vida que queremos es aquella por la que lucharemos por lograr.

LA DUCHA es una buena película en tanto nos ofrece un trozo de realidad en la que podemos reflexionar y disfrutar de una buena canción a la vida, casi un himno, una victoria del ser humano. Estas son las películas que, como verdaderas obras de Arte, se introducen en nuestras mentes y corazones para que sintamos la más certera melodía que emana de cada uno de nosotros.

¿Vale la pena salvar a los grillos de un juego absurdo o es mejor salvar el juego que hacemos con ellos? ¿Qué pasaría si sólo seleccionamos el mejor aspecto de la tradición y desechamos otros que no nos gustan? ¿Qué sentido tiene un hermano? ¿Cuál es la mejor elección que podemos hacer? Seguramente influirá en nuestra decisión el orden de importancia que le hayamos dado a los valores con que nos movemos. Y hasta puede que veamos todo el sentido de la vida en el sencillo goce de cantar, cantar… ¿Esto es posible?

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