domingo, 26 de diciembre de 2010

¡Qué cansancio, Dios mío!

Imagino que es el cansancio, sí, el cansancio lento y alargado que parece no terminar nunca es el que me provoca escribir tan rápido. ¿Cómo es posible que diversas entidades europeas sigan dando crédito, premios, publicidad y dinero a una persona –Yoani Sánchez-, ciudadana cubana, residente en la isla, que insiste en denominar a su patria como “el infierno del mundo” cuando hasta los más grandes medios de difusión europeos están diciendo que el mayor equipo de atención médica contra el cólera en Haití es cubano? ¿Cuál será el paraíso para esta disidente de tanta solidaridad? Quizás esté pensando en Hannah Montana y el lanzamiento de ropas, joyería, muñecas y otras “virtudes” con que Disney seduce a tantos adolescentes. ¿Será Yoani-Hannah la maravillosa verdad que necesitan los pueblos pobres y el magnífico mensaje que Europa debe enviar a esos países? Imagino que no, pero es lo que están haciendo desde numerosos rincones del viejo continente.

En cualquiera de las viñetas aparecidas en el blog de esta mujer tan laureada –si el lector sabe leer entre líneas-, puede inferirse que Cuba, su “desgraciado país”, es inmensamente rico en lo que su gobierno dedicó más tiempo: la educación de sus ciudadanos. No hay un espacio en ese lagarto verde extendido en el Mar Caribe donde no aparezcan doctores, ingenieros, científicos, técnicos, artistas y los más disímiles grados y áreas de especialización y formación de sus habitantes. ¿Será eso la maravillosa verdad que necesitan los pueblos pobres y el magnífico mensaje que Europa debería enviar a todos los gobiernos de esos países? Imagino que sí, pero es lo que no se está haciendo desde este Primer Mundo harto de que exista una excepción: Cuba.

¿Que Cuba tiene problemas económicos serios? Sí, pero, ¿quién, con dos dedos de frente, puede pensar que algún lugar de este mundo no los tiene? Nadie. ¿Que Cuba confronta déficits democráticos? Sí, pero, ¿quién, con una cabeza bien puesta, puede pensar que algún lugar de este mundo no los confronta? Nadie. Entonces, ¿por qué tanta insistencia en divulgar lo peor de esa isla acorralada por la mayor potencia del planeta? ¿Por qué apenas se habla de los milagros logrados allí, a pesar de tanto acoso a ese proyecto revolucionario de país soberano?

Hay infinidad de errores en Cuba. ¿Dónde no los hay? Y hay que ver de qué manera su pueblo se expresa abiertamente contra los absurdos, la burocracia, los abusos, la corrupción, las desigualdades sociales y toda clase de penurias que sabe que no deberían de existir por el aprendizaje y los insistentes llamados a la propia reflexión que, precisamente, su gobierno les ofreció para que aprendieran y defendieran el difícil derecho a pensar libremente y el más difícil derecho a exigirle al mundo que la dignidad de la vida debe ser compartida entre todos los seres humanos. Por todo ello es que Cuba tiene, quizás, la más grave de las problemáticas: su pueblo sabe que tiene derecho a todos los bienestares de que se enorgullece el Primer Mundo, y un derecho que lo ha obligado a luchar para impedir la exclusividad, el abuso y el derroche con que se manejan esos bienestares por una mínima parte de la Humanidad. Tal vez sea este pensamiento el que asusta a los grandes poderes capitalistas. Si todos los pueblos pobres acceden a esa posición pondrían en peligro todo el ilusionismo de los países ricos.

Es posible que por ese miedo diversas entidades primer mundistas se vean obligadas a bombardearle a Cuba sus defectos. Y seguramente por ello cobijan el dulce ideal de que a los cubanos les llegue el paraíso de Hannah Montana. Cuando los isleños se llenen con los sueños de la Disney y derroquen a su gobierno, el plan se habrá completado: el regreso del país al adormecimiento necesario para ser oprimido, explotado, saqueado, humillado y ahorrar así el tanto hablar de Cuba para condenarla, porque sencillamente, cuando ese día llegue –si llega-, ya el largo lagarto verde estará podrido como tantas otras especies de nuestra maravillosa biodiversidad. De ahí que la bloguera Yoani Sánchez sea una pieza fundamental en la estrategia capitalista para desmontar los verdaderos derechos humanos. Por ello hay que premiarla casi todos los días.

Ahora una decisión de la Universidad Pública de Navarra, institución de inspiración cristiana, promovida por San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, concede a Yoani el Premio Internacional Jaime Brunet 2010 a la promoción de los Derechos Humanos. Bueno, cada oveja a su rebaño. Y desde los cielos más opresores retorna a la tierra el sagrado anzuelo de Hannah-Yoani –ya revelada su verdadera identidad por los mismos diplomáticos norteamericanos- para pescar a cubanos incrédulos. Con los 36 mil euros del premio Yoani seguirá colaborando para que el Reino de la Eterna Dormidera se acerque cada vez más al infierno que ella predica. ¡Qué cansancio, Dios mío, de seguir soportando tanto engaño a los Seres Humanos! ¡Qué cansancio, Dios mío, de seguir mirando que el verdadero Reino de la vida, de la solidaridad y del Bien Común es arrastrado por el fango cerebral de unos pocos que desprecian a la inmensa mayoría de la Humanidad! ¡Qué cansancio, Dios mío, que no acabemos de ponernos de acuerdo en lo más elemental de la existencia: somos mortales y todos somos la misma familia humana, ni uno menos y aún vendrán muchos más!

(Ver entrevista a Yoani y artículo sobre la diplomacia norteamericana y la disidencia cubana de Salim Lamrani)

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