lunes, 29 de julio de 2013

El esfuerzo y el júbilo (Assamblea del Procés Constituent a Blanes)




Tal vez pensar y actuar coherentemente sea el principal mensaje del Procés Constituent impulsado en Catalunya por Arcadi Oliveres y Teresa Forcades. Todos sabemos que, aún cuando pese más el interés de ciertos sectores favorecidos por el Sistema a que no haya ningún cambio social, también entre los tradicionales desfavorecidos existe cierta inercia a que se produzca o porque ya están pellizcando algún favor y se ilusionan con el crecimiento de éste.

El pasado viernes 19 de julio celebrábamos la presentación de este proyecto en Blanes con la participación de Albano Dante, periodista de la revista Cafèambllet, Marta Afuera, activista de la PAH de las comarcas gironinas, y Teresa Forcades. Como la monja no llegaba por estar actuando en consecuencia con el punto 8 del Manifiesto que ha dado vida al Procés Constituent: “Derecho de ciudadanía para todos, no a la xenofobia y derogación de la ley de extranjería”, y se había complicado con un incidente en el Poblenou de Barcelona, adonde acudió, en compañía de Arcadi, para solidarizarse con un grupo de inmigrantes que solicitaban su reconocimiento, se decidió que Albano y Marta comenzaran el acto y empezamos con ellos.

Tanto él como ella nos hablaron de las ocultaciones y falsedades con que los grandes medios nos alienan la realidad y por tanto a nosotros mismos, seres humanos reales que vivimos bajo el orden dispuesto por las grandes empresas privadas aliadas con lo peor del poder político que tenemos. Salieron a relucir los “desórdenes”, por no decir otras palabras, existentes en los hospitales de Blanes y de Calella, y nos invitaban a actuar, pues no es lo mismo, como pasa ante las órdenes de desahucios a familias de sus viviendas, que vayan 40 personas a impedirlos a que vayan 10 mil. Porque es ahí, en el pueblo donde uno vive, donde puede correr con mejor suerte el pensamiento y la actuación determinante. Teresa lo acotaría más tarde con su planteamiento de un mayor poder a los municipios, de forma que fuera en los pequeños sitios de convivencia donde sus habitantes decidieran si lo mejor para el conjunto era hacer una cadena humana o alguna otra actividad, pero siempre sabiendo que lo urgente era potenciar la participación ciudadana en la protección de los reales intereses del pueblo.

En el acto no había banderas, como sucede en casi todos los actos del Procés Constituent, había personas, muchas personas, aunque no fueran las miles que viven en Blanes. Tampoco se preguntaba quién era independentista y quién no, quién pertenecía a la clase trabajadora y quién no. No hacía falta. Para todos los que vivimos en Catalunya, incluidos muchos miembros del PP, Ciutadans y alguna otra gente que no quiere verlo, es de sobra conocido que lo fundamental de un pueblo con Estado Propio ya es una normalidad en el territorio, a pesar de faltarle el reconocimiento como a cualquier inmigrante sin papeles. Está ahí, existe, todos lo sentimos, y al mismo tiempo no está, no existe, no se quiere ver. Cosas raras de la vida. Y también era evidente, excepto para una parte importante del catalanismo que no tiene problemas económicos, que las luchas de clases en Catalunya se están vigorizando peligrosamente. Por la existencia compulsiva de esos dos aspectos el Procés Constituent intenta destacarlos y reconocerlos para la eficacia de la República Catalana, una noción nueva y muy necesaria para los Países Catalanes, para España y para Europa si de verdad se quiere fundar un país con ganas de libertad.

Por ello en nuestras asambleas lo principal es compartir todas las preocupaciones que tengamos y así poder convertirlas en alternativas al orden existente. Todo en sintonía con el planteamiento principal del Procés Constituent: “el actual modelo económico, institucional y su ordenamiento político ha fracasado”. Se hacía elocuente que la cuestión no era solamente hablar y que ni Arcadi ni Teresa van a resolver el asunto. O lo hacemos los que nos organicemos para construir sólidos valores de cooperación y fraternidad o, pase lo que pase en las circunstancias políticas actuales, los que nos roban, los que nos enajenan, seguirán robándonos y enajenándonos para mayor desgracia de las luchas populares.

Como era de esperar, Teresa se ubicó, y explicó en primer lugar, una posición de ruptura radical con el Sistema Capitalista que nos llama a ser libres obviando la libertad de los demás. Elogió la disminución de la pobreza llevada a cabo por el gobierno de Venezuela, mucho más que lo hecho por los gobiernos español y catalán en la crisis actual. Destacó la auditoría y la resistencia a pagar la deuda ilegítima efectuadas por el gobierno de Rafael Correa en Ecuador. Apuntó que no tenemos por qué hacer lo que han hecho otros, pero sí aprender de sus experiencias y sacar nuestras conclusiones para emprender lo mejor entre nosotros. Es posible entenderle que, aún conociendo el daño de raíz que nos hace el Capitalismo, cada vez es menos cierto decir que la culpa no la tienen los corruptos, sino la Política; los gobiernos, sino el Mercado; la Generalitat, sino Madrid; Madrid, sino Bruselas; Bruselas, sino Pequín, y por esa enredadera desaparecen los culpables que debemos llevar al juzgado. Pero por ahí están.

Cuando sepamos exigir a nuestros funcionarios públicos el cumplimiento de sus deberes, todo será diferente. La solución está en todos nosotros dondequiera que vivamos. Si el hospital de Blanes funciona mal la culpa la tenemos todos los que nos servimos de ese hospital, sencillamente porque actuamos como si este hospital no estuviera obligado, como un bien público, a ofrecer a todos el buen servicio para el que fue construido, sino que vamos muchas veces a resolver un problema y cuando lo resolvemos lo celebramos en un chiringuito de la playa sin unirnos a otros cuentos. De esa forma el Capitalismo nos acorrala en una perversa individualidad donde nunca pensamos que los otros cuentos también son nuestros. Es abominable la obra capitalista entre nosotros: nos ha hecho culpables de su corrupción y encima busca que les facilitemos mayores poderes.

En su magnífica intervención Teresa señaló que no se trata de estar en continuas reuniones, sin vacaciones ni descansos, ni en perenne crispación, pero sí de sentirnos capaces como sujetos políticos a responder ante cualquier “desorden” o injusticia que nos rodee. Para eso necesitamos concebir las mejores formas para una profunda interrelación donde la seriedad de las acciones a emprender no sea nunca parasitaria. Si no lo decidimos nosotros, no tendremos alternativas, y ellas son la columna vertebral del Procés Constituent.

Es absolutamente cierto: el Proyecto Colectivo echado a andar en Catalunya puede ser infantil, utópico, idealista, o, real, necesario y urgente. Todo dependerá de la fuerza que le pongamos, y es también absolutamente cierto que esa fuerza logrará hacerse decisiva en la medida en que las personas de cada pueblo o barrio sepan que no existen solas, que todo lo que les rodea existe para su bien y que si no se defienden de los tantos abusos que sufren lo perderán todo por la avaricia de unos cuantos. Difícil tarea, pero nunca es superficial llenarnos de ánimos, optimismo y enamoramiento. Resulta desafortunado el pesimismo que nos lleva a creer que no hay cambio posible, que todo es una ruina, que no se puede hacer nada y apertrecharnos en la terminología teórica que nos mantiene aparentemente saludables en el limbo de nuestros libros y saberes. El esfuerzo y el júbilo siempre son más hermosos, dignos y efectivos cuando decidimos que la paz, la libertad, la fiesta y el derecho a resolver nuestros particulares problemas pertenecen a todos y que cada uno de nosotros puede ser más feliz si echa sus pequeñas gotas de esfuerzo y de júbilo en el océano del imprescindible cambio que viene, porque viene, que nadie lo dude, el cambio viene.

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