domingo, 13 de julio de 2014

Sin matices


Ya resulta normal, si se vive sin las prisas que necesita marcar la Historia para su transformación y se disfruta de una existencia sin reales condiciones amenazadoras, no afiliarse a un conjunto de criterios de un solo color y auto proclamarse libre de corrientes políticas maniqueas, pensamientos unidireccionales y un sin fin de vericuetos donde la verdad y la ética pueden llevarse de buen grado. Se vive, a veces acaloradamente y otras con suficiente serenidad, con todos los matices que conforman a un ser humano amplio y vigoroso. Comúnmente se dice que tal postura identifica a la naturaleza humana. Y parece que así debe ser para muchos aunque muchísimos otros más no gocen siquiera del único y principal matiz humano que les dio el derecho de nacer: vivir. Es aquí donde participa nuestra opinión: ¿qué determina la marcha de la Historia, el respeto a la vida o la indiferencia hacia ella? Se ha dado casi certeza científica a la concepción de que sólo quienes portan una gran tribulación avanzan dentro de ese único y principal matiz de aceptar que todos tenemos el derecho a la vida. Y si éstos están atribulados es fácil reconocerles una entera falta de juicio. Por ello serán señalados, en la esencia de casi todos los criterios que emitan, con una inmensa falta de valor humano y por tanto condenados a no ser escuchados y a que se ejerza sobre algunos una seria vigilancia por su evidente peligrosidad para la barbarie en que se desarrolla la civilización. ¿Hasta cuándo durará tal barbarie? Unos piensan que durará toda la vida, otros que poco a poco irá modificándose por sí misma y otros más creen que se dan un buen número de caminos para su paulatina transformación histórica, como ha sido siempre, con una matización asombrosa a la espera del milagro que todo salga bien, aunque se sepa que estamos viviendo la época más destructora de todas las conocidas. Muchos sufren esa marcha de la Historia, la sufren con real franqueza, y otros muchos la viven sin grandes sobresaltos y realizan múltiples espectáculos sobre la necedad de los atribulados. Pero mi comentario no va por este último grupo, sino por el primero y los matices que consciente o inconscientemente asumen sin apreciar la diferencia entre su libre individualidad y los necesarios criterios que cooperen para una concepción del mundo que lo haga avanzar en vez de retroceder. En definitiva, cero contribución a la confusión con la barbarie.

Los atribulados, con su cordura o su locura, no se cansan de repetir de que un buen día, sin matices, todo explotará. En Gaza, por ejemplo, parecen tener toda la razón, pero igualmente sucede en Irak, en Afganistán, en... África, en... En las regiones más diversas del planeta donde los seres humanos padecen una espantosa supervivencia. También en numerosos países del famoso bienestar, y por otros motivos, se dan similares condiciones para que todo explote. Para la inmensa mayoría de la población mundial el por qué puede suceder esta explosión es muy claro: la falta de respeto a la pertinencia histórica, porque de la mano de lo que actualmente ejemplifican los Estados Unidos, la Unión Europea, Israel y la OTAN no hay marcha real de la Historia. Por el complot de esas fuerzas se desangra Siria. Por un arreglo de esas fuerzas se hunde Egipto. Por los intereses de esas fuerzas Ucrania ha ido a la guerra. En esas fuerzas se dan unos intereses que conspiran contra todo avance histórico por su decidido apoyo al Capital depredador. La Libia liberada por las fuerzas occidentales no es mejor que la que dirigía Gadaffi. Si Occidente quiere proteger a los pueblos no tiene necesidad de provocar guerras. Pacíficamente -y aún puede hacerlo- podría recorrer múltiples pueblos africanos y liberarlos del hambre y de enfermedades curables. Pero hay que elegir cómo queremos a los pueblos, obligatoriamente hay que elegir, y esta elección obtiene su validez concreta de acuerdo a lo que una u otra elección aporte a la marcha de la Historia. Las potencias occidentales, con ese Capital carroñero a su lado, poseen una elección sin matices: money is money. Y esto no sólo afecta a la pobreza, sino también a la riqueza. Lo degrada todo. ¿Qué elección tienen las personas que sufren la Historia? Seguramente no es la mencionada, pero a veces se parece bastante y se parece no tanto por la ausencia de matices sino por la abundancia de ellos. Terrible contradicción.

No se impulsará igualmente la Historia desde los gobiernos instalados en Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia que desde aquellos que perviven en México, Colombia, Honduras y Guatemala. La China comunista, a pesar de sus millonarios, ha logrado sacar de la pobreza extrema a millones de personas, lo que no ha logrado la India teniendo igualmente muchos millonarios. Es evidente que se trata de un problema cultural, pero no cultural por sus tradiciones, sino un problema cultural por la decisión de sus gobernantes políticos y empresarios millonarios apegados a un sistema de vida donde siempre debe haber ricos y pobres, seres humanos de valor y bestias que lo serán eternamente. La aplicación en Europa occidental del Estado del Bienestar sería impensable sin la explotación del Tercer Mundo y la confrontación con el Comunismo después de la 2 Guerra Mundial. El desastre sistémico del Sistema Capitalista de vida y aprovechamiento de unos sobre otros es mucho mayor que el desastre civilizador que fue derrotado en Europa del Este. La derrota no significa necesariamente que ese no era el camino por donde debíamos caminar. Se podía haber impulsado mucho más la Historia por el camino de aquel Socialismo que decidió mejorarse que por el rumbo señalado por el Capitalismo triunfante que multiplica su ferocidad amenazando a sus propios integrantes privilegiados. La actual crisis europea es un fruto especial de la derrota del Comunismo europeo y de esa marcha histórica que emprenden algunos países por su derecho a vivir.

Los pueblos y los individuos tienen la palabra en un mundo que cada vez se distorsiona más para que no triunfe la Historia. Resulta muy importante que hablemos claro, mientras más claro mejor, y sin matices por el momento, igual a como lo hace la reacción, pero contra ésta. Ninguna persona, ninguna, debe ser reducida al significado de una moneda. Se hace imprescindible que el Capital gane menos, mucho menos, y no más. Hasta con la contribución del Capital podríamos hacer retroceder a la barbarie. Por ello ante el acoso que algunas fuerzas dirigen contra Cuba y la hostilidad que emprenden contra Venezuela, Ecuador, Bolivia y contra cualquier otro país que afecte los beneficios que quiere aumentar el Capital, el criterio más verdadero es el que condene a esas fuerzas contrarias a la vida, a la Historia. Y condenar el llamado austericidio promovido por la Unión Europea para sus miembros del Sur igual, abiertamente condenarlo. Andarnos por las ramas en momentos de tanta degradación sólo sirve para alimentarla.

En términos generales -y por los conocimientos divulgados incluso por los propios medios de envenenamiento tradicional de las sociedades y las personas- los matices se van acabando si se piensa en la marcha de la Historia que evite una explosión devastadora. La creciente concientización del desastre humanitario que está sucediendo en el mundo de hoy ha llevado a que millones de personas concluyan que cuando la explosión generalizada suceda no habrán matices para nada ni para nadie. Es ésta la visión que muchos traducimos en un apoyo incondicional a todos los que le restan fuerzas al Capitalismo triunfante de la Guerra Fría. Una mirada en que es posible detener la explosión y seguir buscando alternativas. En ella se juega la normalidad de pensar y actuar a partir de la certificada condición humana de hacerlo con todos los matices.