domingo, 21 de septiembre de 2014

Dicen que Cameron es un demócrata


Y ahora, de pronto, Cameron “es un demócrata”. Él se lo cree y lo proclama, o sea, el Reino Unido es la democracia que pretende convencernos de su fiabilidad. Sin duda que ha habido una diferencia entre la actitud del Reino Unido ante el conflicto con Escocia y el que mantiene el Estado Español con Catalunya: dentro de los contextos históricos respectivos, la Cámara de los Comunes en Londres acordó que los escoceses decidieran su estatus territorial y el Parlamento Español en Madrid ha decidido lo contrario con los catalanes, y para de contar. Podríamos analizar desde múltiples aspectos el por qué Cameron llegó a esa decisión y seguramente arribaremos a la conclusión de que no lo hizo por ser un demócrata, sino por las coyunturas que, con sus posiciones, intereses y expectativas, existen en el Reino Unido para tal decisión, muy similares sistémicamente al por qué Rajoy no decide lo mismo en España. Es muy posible que ambos líderes políticos se estén felicitando después del susto y las promesas de última hora para aumentar el discurso del miedo, pero gracias a ese muy calculado proceso final puede sentirse respirar a los gobernantes de la Europa más retrógrada y a su amo estadounidense después del NO a la independencia de Escocia. Para ellos el desplome del Orden Mundial sólo tiene explicación dentro de las corrientes Comunista o Popular, pero no para la Capitalista o la mal llamada Democracia. Democracia, para ellos, no es el poder activo del pueblo consciente de sus capacidades para la reflexión y la responsabilidad, sino la eterna confianza y resignación del pueblo a ser gobernado por los poderosos y dejarse arrastrar por ellos en busca de unos derechos individuales donde siempre los propios poderosos tendrán tiempo para orientar.

No nos engañemos, Cameron no es ningún demócrata, como no lo es Rajoy, pero para el establishment sistémico los dos lo son independientemente de lo que decidan. Si los ejemplos para las luchas que estamos emprendiendo con nuestras organizaciones, mareas y movilizaciones populares son Cameron, Merkel, Hollande, la Troika, la UE, Obama, los EEUU, el FMI, el BM, la OTAN y tantos otros especímenes por el estilo, incluyendo a Rajoy si decide ser como Cameron, que agonizan en un Orden Establecido vencido por la Historia, mala cosa para el mundo que aspira a ser diferente a como lo tienen concebido estos ejemplos. Y si nosotros llegamos a creer que porque se deje consultar o votar una propuesta de secesión en el Estado Español estamos en democracia estaremos echando por la borda, como mínimo, una porción bastante grande de tiempo ilusionado donde se lucha por toda la dignidad y las más justas reivindicaciones de los pueblos.

¿Cuántos españoles de ayer están absolutamente desencantados del destino que tomaron sus batallas? ¿Podrían repetirse estos sentimientos en otras naciones? De hecho, a día de hoy en Catalunya estamos en muy parecidas condiciones a las que condujeron a la transición política española de 1978: la correlación de las fuerzas ante el empuje de un nuevo país están a favor de las fuerzas menos democráticas y más manipuladoras del país. Y pensando que es mucho mejor repetir lo bueno ya escrito que intentar nuevas formulaciones, copio in extenso párrafos antológicos del artículo de Vicenç Navarro “Lo que está pasando en Catalunya y en España”, donde el autor reflexiona sobre la manifestación de la Diada Catalana en forma de “V” celebrada en Barcelona el pasado 11 de septiembre y sus relaciones con hermanos de angustias y esperanzas, el más decisivo bloque para que juntos alcancemos la verdadera libertad:

“El Procés Constituent, un movimiento político social al cual apoyo, comprometido con un cambio profundo de Catalunya, exigiendo que sean las clases populares –la mayoría del pueblo catalán- las que decidan, no solo sobre la relación de Catalunya con España, sino sobre todas las dimensiones que afectan a la cotidianeidad de dicho pueblo, convocó un acto dentro de la “V”. Y para mostrar su solidaridad con otros pueblos y naciones de España dio la bienvenida a las Marchas de la Dignidad, con delegados de Andalucía, de Galicia y de Madrid. El acto se celebró en la plaza donde coinciden la Diagonal (una de las ramas de la “V”) y el Paseo de Gracia, donde todavía hoy existe un monumento heredado del fascismo, y donde está la sede del Deutsche Bank. El motivo de escoger ese lugar era relacionar el enorme poder de un banco cuyas raíces estaban en el régimen nazi con el nazismo y el fascismo que habían existido en Alemania y en España, relación fácil de establecer conociendo el origen nazi de tal banco. La plaza estaba llena a rebosar. Nunca había estado tan llena. Y aunque había muchos miembros del Procés Constituent, la mayoría no lo eran, pues había muchísima gente de la V.

Y allí ocurrió un momento que sin hipérbole se puede definir como histórico. En un ambiente festivo, lleno de canciones y alegría (no hay nada más empoderador que sentirse parte de un gran colectivo que comparte una causa justa y canta para celebrarlo), subieron al estrado el compañero andaluz Diego Cañamero (Sindicato Andaluz de Trabajadores), miembro del movimiento andaluz, así como el delegado del movimiento gallego, Manolo Camaño, y el representante de la delegación madrileña, Ernesto Sarabia. De pronto se hizo un gran silencio, en una plaza llena a rebosar de banderas independentistas. Comenzó Diego Cañamero, quien indicó que la causa del movimiento en defensa del derecho a decidir del pueblo catalán era también la causa de todos los trabajadores de los distintos pueblos y naciones de España, que este Estado español no era su Estado tampoco, y que nuestra victoria sería la victoria de la otra España, la España plurinacional. En un discurso de una extraordinaria elocuencia, confirmó la causa común de la lucha por el derecho a decidir con la lucha por los derechos laborales y sociales. El silencio fue roto en la plaza con una enorme ovación que duró mucho tiempo, una de las ovaciones más intensas de la tarde. Y cuando el delegado de Madrid se presentó como representante de las clases populares madrileñas, explotadas por el propio establishment basado en Madrid, continuadoras de aquellas que lucharon en defensa de la República en contra del fascismo hasta el último día durante la Guerra Civil, y a las cuales el Presidente Companys, de la Generalitat de Catalunya, había dicho “madrileños, Catalunya os ama”, la plaza estalló en uno de los aplausos y ovaciones más grandes que se hayan oído en una manifestación en Barcelona. El momento fue de una enorme emotividad. Y era imposible no pensar que allí se veían las semillas de otra España que está surgiendo en este país, una España republicana, una España plural, justa y democrática, en la cual los pueblos y naciones puedan decidir sobre todo, incluyendo cómo se relacionan entre sí.
Lo que estaba ocurriendo allí, en aquella plaza, representaba una lucha que existe incluso dentro del movimiento del derecho a decidir y del movimiento soberanista en Catalunya, y que apenas ha aparecido en los medios, claramente controlados por las derechas del movimiento soberanista catalán.”
Gracias, Navarro, por mostrarnos que todo puede ser muy bien maniatado, incluso en instantes de gloria nacional. Vemos cómo todo está siguiendo un armonioso encaje, con consulta o sin ella, con independencia o sin ella, para que no cambie casi nada si acaso se produjese un pequeño o inmenso estallido emocional por cualquiera de las partes: el guión debe opacar el sueño más real de los pueblos, aquel que enaltece su máxima senda de fraternidad entre ellos. Esto debería llamarnos a todos a una profunda reflexión sobre los próximos pasos dentro de la magnífica movilización conseguida. A día de hoy entre el Reino Unido, España y Catalunya sólo hay un matiz -un tanto sin definir aún con total claridad-, pero la base fundamental de estos tres territorios sigue siendo la misma: continuo enriquecimiento de las élites, las medias-élites que funcionan como capataces y la mayor opresión a la clase trabajadora condenada a sobrevivir con las migajas que les dejan y que les generan las más diversas actitudes. Del 1 y el 9% de la población contra el 90% restante. Tal vez sea este el verdadero matiz que podemos descifrar para convencernos de que Cameron no es ningún demócrata. Cameron, al frente del Reino Unido, es el mayor gendarme del “Caos Capitalista” que dirigen los Estados Unidos de América en Europa.