martes, 28 de abril de 2015

Bienvenido el desafío


El debate entre los cubanos no puede ir por donde lo plantea Fernando Ravsberg, ya que si ello se planteara en esas formas sería imposible realizarlo. Tampoco se trata de decirle a la llamada “disidencia” “Ni p...”, aunque tales personajes nos lo digan a nosotros como prácticamente nos lo vienen diciendo desde su nacimiento. De ahí los tortuosos desencuentros entre ellos y los demás. La Revolución Cubana es un hecho incontestable y si ello ha sido aceptado formalmente por el Imperio con el anuncio de la normalización de las relaciones diplomáticas, lo mismo habrá de hacer esta “disidencia”, pero, no, esta “disidencia” continúa realizando acciones y campañas mediáticas que deslegitiman nuestra historia victoriosa. Pueden estar contra tales triunfos, pero son los que son y no los fracasos y horrores que ellos quieren hacer ver a los cubanos y al mundo entero con sus prensas y giras de subterfugios donde cultivan la vieja posición. Todos sabemos que esta sí que está muy bien y estruendósamente fracasada en su objetivo de destruir a la Revolución Cubana.

Resulta elocuente que la actitud de la llamada “disidencia” interna cubana se juntara en Panamá, como lo han hecho en tantos otros sitios, con aquellos que pretenden llevar a nuestro país al caos de su desintegración. Mientras eso persista, ¿qué diálogo podría mantenerse? Son ellos los que no quieren ningún diálogo. Para ellos parece ser cuestión de supervivencia mantener estas antiguas posiciones, ¿qué responsabilidad tenemos nosotros en ello? Ninguna. Es esa “disidencia” la que debe aprender de los acontecimientos actuales para modificar sus actitudes y que pueda caber entre nosotros sin comillas en su nombre. Ya somos muchos -hasta el mismo presidente del país- los que realmente hemos entrado al verdadero disenso en muchos aspectos de nuestra realidad, pero, ¿cómo hemos entrado? Lo hemos hecho con la normalidad que provoca el querer enderezar los complejos entuertos que afrontamos. Por esa línea se han dado múltiples pasos en fervientes debates en la UNEAC, en la Casa de las Américas, en las universidades, en la revista Criterios, en la revista Temas, en la antigua revista Espacio Laical y en muchos otros sitios además de los más divulgados a niveles de organizaciones, sectores profesionales, trabajadores, estudiantiles y en barrios de nuestro país. Es curioso que en la inmensa mayoría de esos encuentros la llamada “disidencia”, cuando ha participado, ha ido con grandes comillas a reventarlos.

¿Es ese retorcer la realidad y las posibilidades para que el país y todos sus hijos alcancen el mejoramiento que buscamos lo que quiere seguir haciendo esta “disidencia”? O sea, ¿quieren devastación y hasta la guerra entre nosotros? Así no habrá debate ni diálogo posible, y no porque nos enaltezca, de uno u otro bando, decirnos “ni p...”, sino porque sólo nos salvará a todos el máximo respeto y reconocimiento a las gigantescas conquistas humanas y sociales de nuestra historia en tiempos demasiado convulsos para el mundo. Mientras no suceda, por parte de la “disidencia”, esa admisión de los hechos, no habrá muchos cubanos dispuestos a unírseles, simplemente porque nadie quiere renunciar al cese del mejor orden social donde pueden producirse las mejores transformaciones y dentro del cual hacemos, lo mejor posible, el trabajo que nos toca a cada cual cada día y dentro del que entran el cuidado de nuestra sanidad y educación públicas, las propuestas organizativas, económicas y políticas, el cine, el teatro, la literatura, todas las artes, el periodismo, los encuentros, los debates, los diálogos y todo aquello que beneficie al feliz desenvolvimiento de un país que ansía vivir en una normalidad que casi constituye, en múltiples renglones, una anormalidad en nuestro entorno geográfico. No es la guerra lo que nos une a los cubanos, sino la más firme voluntad de paz y que nuestras vidas alcancen la mejor contribución al presente y al futuro de Cuba. Opiniones y puntos de vista diferentes siempre los habrá, pero la dignidad alcanzada con lo mejor que ha hecho nuestra pequeña isla resulta irrenunciable. Tal vez le estoy planteando a la “disidencia” otra disidencia, esa que siempre han tenido abierta y que siempre han eludido. Si la aceptan será un desafío para todos. Adelante y bienvenida sea la incorporación de cada uno de sus miembros a los debates en esta encrucijada por lo mejor para nuestra nación.

sábado, 25 de abril de 2015

El debate de Ravsberg y el nuestro


He intentado decenas de veces escribir un comentario a ese segundo artículo sobre la Sociedad Civil que Ravsberg publica en su Cartas desde Cuba... Nada, su sitio me lo rechaza mientras aparecen otros comentarios que, en su inmensa mayoría, siguen la misma línea de Fernando o aún peor. Por último le escribí un e-mail a su "contactos". Cero respuesta. Evidentemente este hombre no está interesado en dialogar con los que discrepan de él y sí en arroparse con los comentarios de figuras como Silvio, Guillermo, Amaury, Orrio y otros que, en alguna medida, defienden la libertad de Ravsberg para expresarse.

Resulta muy señalado que al analizar algunos artículos, Fernando nombre "Ni p..." como el más honesto, como si quisiera decirle a los cubanos que esa es la vía y todos sabemos que ese no fue el espíritu de la delegación cubana en Panamá.

Espero que los artículos de Iroel, con abundantes argumentos y fuentes, alcance una fértil divulgación que propicie entre nosotros un vivo encuentro sobre "el debate" que necesitamos y no sobre el que pretende llevarnos Ravsberg donde prácticamente, después de haberse afincado entre muchos de nosotros como "un gran periodista", intenta convencer a muchos de que sigamos su ejemplo para que nuestra prensa no encuentre el justo lugar que busca por sí misma y se refugie en esa actitud condenatoria hacia nuestra compleja realidad que exhiben varios sitios.

Espero que nuestros jóvenes periodistas logren reflejar en sus blogs, más allá de lo que ya han compartido sobre la verdad en Panamá, esta otra verdad sobre las reales trampas de ruptura, división e incertidumbres entre nosotros mismos a que nos incita Ravsberg. Porque no es verdad que esa otra “sociedad civil cubana” encumbrada en Miami desee dialogar con nosotros, no, los que integran ese grupo no buscan diálogo, ellos buscan acrecentar confrontaciones para que nos desgastemos en un debate para el que ellos ya tienen las conclusiones: eliminarnos de la credibilidad pública. 

Al mismo tiempo, con ese debate propugnado por Ravsberg, se busca que le demos divulgación a esos medios y personas, ya que con sólo nombrarlos estaríamos dándole honestidad a medios y personajes que ya se han hundido en su propia madeja contra Cuba y contra los cubanos que, como Silvio, Guillermo, Amaury, Orrio y tantos otros sí queremos debatir nuestras inquietudes a partir de la buena palabra que intentamos abrirle paso por el mejoramiento de la sociedad cubana y no para retorcerle su generosa y magnífica historia como quieren los atribulados especímenes que fueron a Panamá en busca de la legitimidad que ninguno de nosotros debemos ofrecerle.

Dialoguemos con Iroel, con Elier, con Silvio, con Guillermo, con Amaury, con Guanche, con Orrio y con tantos otros que nos están esperando para que nuestro tiempo se llene de preciosos desafíos. Y no se trata de que tengamos el poder divino de elegir quiénes merecen la participación en el debate, sino de posicionarnos junto a aquellos que luchan por la continuidad de nuestra gesta. Una gesta preñada de errores y diversas problemáticas dañinas que debemos superar, pero, al fin y al cabo, una gesta que nos ha llevado como pueblo a los más altos rumbos de la dignidad que escasea tanto en el mundo que vivimos.

martes, 21 de abril de 2015

Un viejo artículo sobre Fernando Ravsberg


Me siento llamado, ante la polémica actual en Cuba, a publicar este viejo artículo no publicado en su momento sobre Fernando Ravsberg:

“El observador amable y el combatiente incómodo”. (Por una entrevista de Fernando Ravsberg concedida el pasado 31 de diciembre de 2013 a la periodista Tahimi Arboleya para la revista Siluetas)


Todo indica que este hombre es una buena persona y que, aún trabajando para Grandes Medios de Información Internacionales y disfrutar de las enormes ventajas, tanto salariales como de enfoques, que un extranjero goza en Cuba, además de la gigantesca vitalidad que le aporta a él como persona, periodista y escritor el compenetrarse con una realidad tan rica como la cubana, su vida es privilegiada, no se parece en nada al cubano de a pie y mucho menos al periodista cubano, un militante de la transformación revolucionaria que muchas veces se vuelve un combatiente incómodo. Mirando las cosas así, Fernando es en el mundo de hoy uno de los periodistas más ricos, más objetivos y más favorecedor de las causas populares desde una visión amable y ambigua como observador. No tiene grandes conflictos por su condición: ni personales, ni familiares, ni laborales y las más de las veces parece estar súper consciente de que la isla no está en el aire puro del cielo, sino en las turbulentas sombras de la Tierra y de que ahí posee grandes almacenes de luz. No otra cosa podemos apreciar en la mayoría de sus artículos y noticias, resultando muy agradable leerle que “extraña el país donde se siente como en su casa cuando marcha al extranjero”, que prefiere “criar a sus hijos en la isla, sin drogas, jugando solos en el parque”, que es una maravilla “saber que ningún niño cubano duerme en la calle, que es impresionante que todos vayan a la escuela, donde el sistema de educación cubano es envidiable” y donde “la salud pública es una de las mejores de América”.

Fernando lo valora casi todo como excelente, excepto que le parece “triste” ver que “la prensa cubana es la peor del continente”. Podríamos aceptárselo, no hay problemas, pues en matemática humana y social nos da muchísimos más puntos que los que nos quita en la matemática del compromiso. Cabe deducir, entonces, que como Cuba tiene montones de cosas interesantes, a pesar de que “la prensa cubana es la peor del continente”, ese montón de cosas interesantes que tiene Cuba es muy, muy superior a la calificación de su prensa. Tal vez por ello Ravsberg, con sus artículos y noticias, resulte EL MEJOR PERIODISTA de una prensa que, aún cuando siempre cabrá llamarla a una mayor responsabilidad y a una absoluta seriedad, él jamás podrá entender que esta prensa cubana es un combatiente más que ha posibilitado, junto a todos los sectores de la realidad de la isla –con sus aspectos positivos y negativos-, la existencia de un país con tantas cosas interesantes para provocar que la BBC mantenga en él un corresponsal permanente con las características de Fernando. Tanto la BBC como Ravsberg saben que cuando los contenidos se pasen de la raya que ambos entienden, el contrato será suspendido. ¿Es esa la verdad o Ravsberg y sus lectores están viviendo en otro planeta?

Todo indica que este buen hombre es y quiere ser lo que es: EL OBSERVADOR NEUTRAL, CONSCIENTE DE LOS MALES DEL MUNDO Y QUIERE COLABORAR EN ALGO CON CUBA. HA DESCUBIERTO EL INMENSO PLACER DE VIVIR DE LOS CUBANOS, LE AGRADA Y QUIERE SEGUIR ESE DESTINO DONDE ALGÚN DÍA, QUIZÁS, PUEDA VIBRAR EN EL SAGRADO PANTEÓN DE LOS ORISHAS, TAL VEZ COMO UN NUEVO PICASSO, ALGO QUE TANTO GUSTA A LAS ÉLITES OCCIDENTALES, SIN QUE ELLO SIGNIFIQUE QUE ÉL SEA ASÍ. Está muy claro cuando expresa: “Yo hago en Cuba el mismo periodismo que haría en cualquier otro lugar, hay cosas para elogiar, cosas para criticar y cosas para informar, que no implican ni crítica, ni elogio.” Así, Fernando es UN GRAN AMIGO DE CUBA EN LA REGLA DEL PERIODISMO OCCIDENTAL y por ello nunca será molestado por los cubanos ni tendrá que darle explicaciones a ninguno de ellos por lo que hace. Por ello puede decir lo que dice desde Cuba y él lo sabe: en Cuba no corre ni el más mínimo riesgo que TANTO PODRÍA CORRER EN MÚLTIPLES OTROS PAÍSES si tuviera el mismo comportamiento. Y como es una buena persona con familia cubana y aspiraciones literarias, Cuba debe resultarle una maravilla. Cuba es el mayor tesoro que ha descubierto, sencillamente porque no es un cubano más y mucho menos un periodista cubano con todo lo que ello implica de compromiso, militancia y responsabilidad revolucionaria.

En fin, no debería tener nada que señalarle, y de hecho no quiero hacerlo, y ojalá pueda disculparme si me he excedido, pero cuando, hablando sobre su forma de ser y ser periodista en Cuba expresa: “En este momento, por suerte, hay un montón de jóvenes haciendo lo mismo. Voy a ser una pieza más en ese mosaico de gente que está haciendo un periodismo que no es en blanco o negro, y se van sumando cada vez más personas, con mucha seriedad y responsabilidad”, debo, al menos se me ocurre tener el deber de recordar, no a Ravsberg, sino a ese “montón de jóvenes” que él cita y a esa cantidad “de personas que se van sumando” para “hacer lo mismo que él”, QUE SIEMPRE SE PUEDE APRENDER, PERO QUE NO PRETENDAN SER OTROS FERNANDOS, PORQUE SIMPLEMENTE NO LO SON Y DEBEN HACER SU PROPIO PERIODISMO, SI BIEN CON “MUCHA SERIEDAD Y RESPONSABILIDAD”, COMO SIEMPRE HA BUSCADO NUESTRA HISTORIA Y QUE FERNANDO SUSCRIBE, PERO TAMBIÉN COMO COMBATIENTES COMPROMETIDOS CON NUESTRA REVOLUCIÓN, -ALGO QUE AL PARECER RAVSBERG NO HARÁ-, Y QUE LO HAGAN COMO LO QUE SON Y NO COMO MEROS OBSERVADORES AMABLES y AMBIGUOS, QUE SEAN COHERENTES SIN SER INGENUOS, QUE ASUMAN QUE LA VERDAD SIEMPRE ES REVOLUCIONARIA, PERO QUE NO OLVIDEN NUNCA QUE la verdad en la noticia o en la investigación periodística dentro de los marcos de una revolución tan agredida como la nuestra va más allá de una crítica certera o de una exclusividad en el criterio.

No es lo mismo escribir para la BBC que para la revista Temas o para el Granma, Cualquier aspecto de nuestra realidad se vuelve mil veces más complejo para nosotros que para Ravsberg. Y no se trata de pertinencia política, que también tenemos que tener algo de ello -NO SOMOS FERNANDO RAVSBERG-, sino sobre todo de que en Cuba el periodista de la Revolución también ha de luchar por ese Mundo Mejor que a todos los cubanos, incluyendo posiblemente a Ravsberg, nos conmueve. Y no nos confundamos jamás: no se trata de mentir, de ocultar lo feo, de censurarnos por conveniencia con los superiores o por cuidarnos un puesto, se trata sencillamente de saber QUE AÚN ESTAMOS LUCHANDO Y QUE CADA UNO DE NOSOTROS, DONDEQUIERA QUE ESTÉ, DEBE HACERLO COMO MEJOR LO ENTIENDA. LUEGO POLEMIZAREMOS Y SEGUIREMOS APRENDIENDO ENTRE NOSOTROS, INCLUYENDO A RAVSBERG SI ASÍ LO DESEA, PERO MANTENIÉNDONOS BIEN VIVOS EN UNOS PRINCIPIOS REVOLUCIONARIOS QUE NO TIENEN NADA QUE VER CON UNA REYERTA PUBLICITARIA!
Enero 2014