martes, 18 de agosto de 2015

Mi lindo niño griego


No sé si seré parte de los fiordos noruegos, de los alpes franceses o de las aguas venecianas, pero sí sé que mi espacio preferido está en el balcón de mi cuarto en una ciudad de Catalunya. De la baranda cuelga una maceta con una planta de “cinta” -es como la llamamos en Cuba-, y mirarla cada día y cuando le da la luz de la luna por las noches es una de las cosas más hermosas con que me deleito.

¿Conformidad con lo que tengo a mano o resolución de justicia para apreciar todo lo hermoso que se puede disfrutar en este mundo al margen de su locura? No hay día en que las noticias con que los Grandes Medios nos envenenan el alma también quieren arrebatarnos hasta lo más sencillo. Pareciera que intentan imponernos que ni de eso somos dueños, porque aquí no hay más propietarios que los que ellos nos hacen leer, escuchar, mirar y obedecer. ¿También lo harán con nosotros?

El hijo de mi hija es un tesoro a quien le gozo todas sus sonrisas y travesuras. Son de él, de sus padres, mías y de muchos otros que se embobecen con esas pertenencias. Qué lindo es mi niño. ¿Acaso un día no será de ninguno de nosotros y pasará su titularidad al mejor postor? Como la verdadera madre en el círculo de tiza, por la vida de ese niño yo estaría dispuesto a renunciar a él. Entonces, pensando como se piensa según la racionalidad europea, es muy posible que ello suceda si, como está sucediendo, la privatización es un acto de legítima defensa por no haber sido todo lo heroico que está demandando el momento. Resulta un lugar común decir que por salvar a ese niño yo daría mi vida, pero esto está cambiando mucho. La verdad más espeluznante, cuando hablamos de heroísmo o de estos héroes que la realidad nos está obligando a ser, es que sólo podemos salvarlo privatizándolo.

Así leo la noticia del diario Público en este 18 de agosto de 2015 bajo el título “Una empresa alemana se adjudica la primera privatización del gobierno de Tsipras”: “El Gobierno griego ha aprobado la concesión de 14 aeropuertos regionales a la empresa alemana Fraport, según una resolución del consejo de política económica que ha sido publicada en el Boletín Oficial del Estado.(....) Los aeropuertos a los que hace referencia son el de Salónica, la segunda ciudad del país; Kavala, en el noreste; Corfú y Zante, dos islas situadas en el mar Jónico; Canea y Cefalonia, en la isla de Creta; Aktion, en el oeste; y los de Rodas, Kos, Samos, Mitilene, Mykonos, Santorini y Skiathos, todas islas del Egeo. (….) La llegada al poder de Syriza congeló los procesos de privatizaciones y prometió que revisarían todos aquellos que no se hubieran cerrado todavía. (….) Sin embargo, con la conclusión del tercer programa de rescate, Grecia se comprometió a trasferir activos estatales a un fondo de privatización por valor de 50.000 millones de euros para pagar deudas, recapitalizar la banca y realizar inversiones.”

Alguno puede decirme que estoy exagerando, y es cierto, lo hago, pero nadie podrá decirme que las privatizaciones en Grecia no pretenden salvar a los niños griegos del absurdo heroísmo que, con mi torpe visión de los tiempos modernos, le quitan sus vidas. Es que la verdad es muy dura. Pero es la verdad con que la Unión Europea, Alemania y nuestro gran silencio expulsamos a los héroes antiguos. Todos estamos vendiendo al niño y debo dar gracias porque alguien lo quiere comprar. De todas maneras ya eso se está haciendo y desde hace mucho tiempo en innumerables países. ¿Qué ha pasado para que llegáramos a este punto? ¿Ya los grandes propietarios nos estaban metiendo en este sitio? ¿Seremos nosotros que nos cansamos de vivir? Es que resulta terrible vivir en esta locura y, según la realidad, no hay alternativas mientras no nos vengan ganas de reafirmar que la vida implica arriesgarla por defenderla. ¿Estoy diciendo tonterías? Sí, seguro, mi niño no debe ser tan lindo, y seguro que también la cinta que florece en mi balcón es un espejismo que solamente yo convierto en maravilla porque no le encuentro comprador. ¿Quién puede negarme la bestialidad del espectáculo?

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