domingo, 1 de noviembre de 2015

Los chicos malos de la CUP


Con alegría, serenidad y todo el futuro en sus ojos los representantes de la CUP arriban con la coalición Junts pel Sí a un punto determinante: el inicio de la independencia de Catalunya. Un paso cuya solidez está en los otros que dibujen la nueva mesa del poder. Por autenticidad o por máscara, el convite será popular. Comenzarán a imperar los derechos de las clases trabajadoras, la suma protección a los más desfavorecidos y la condena a los poderes enclaustrados en unos marcos jurídicos donde se amparan muchos políticos atados a otros intereses. Por encima de cualquier legitimidad, incluyendo el arraigado dominio de la propiedad privada, nadie debe padecer frío, ni hambre, ni insalubridad, ni ninguna de las tantas faltas de humanidad con que algunos llevan cómodamente el respeto al orden establecido.

Los grandes esfuerzos en las luchas contra las desigualdades sociales, las más persistentes batallas por la solidaridad entre los pueblos y los más desafiantes combates contra el capitalismo depredador pertenecen a la izquierda. ¿Ha podido la CUP, una formación de la izquierda anticapitalista, convencer a la neoliberal CDC y a la ERC socialdemócrata de que la moción presentada cuestiona todo el sistema político, económico, social, cultural y moral para transformar a la sociedad catalana o es una estrategia circunstancial para no sentirse los malos del proceso independentista? Para la CUP no sólo se trata de levantar una bandera por la autodeterminación de un pueblo o la defensa de un idioma, una cultura y en definitiva la contienda por unas arcas y una voz en el concierto de las naciones con Estado propio. Ahora los empeños para la soberanía nacional implican, sobre cualquiera otra aspiración, el imperio de la humanidad. Es evidente que en la correlación de fuerzas entre la CUP y Junts pel Sí parecería impensable e inviable una revolución anticapitalista en Catalunya, pero nunca se sabe el recorrido de los sentimientos fundacionales. Es verdad que cuando se come en un Primer Mundo, alimentado por el enrarecimiento de las condiciones de vida de millones de personas en el planeta, no es fácil erradicar el sistema con el que se come, pero también es cierto que cuando la comida es escasa y se decide fraternalmente su amplitud a otros comensales, el sistema exige una sencilla reflexión: se empieza a crear un nuevo orden con todas las consecuencias de sacrificio y resistencia que comporta o se pospone la decisión fraternal y se mantiene el status quo hasta que otros resuelvan el conflicto. Bien sabemos que Catalunya no está en Palestina, pero el espíritu del cambio de época no tiene territorios elegidos.

Tanto hierve la incertidumbre como se cocina la probabilidad para una certeza sorprendente. Todavía es normal dominar y encauzar la rebeldía de los pueblos. Habrá tensiones, pero, ¿ya no están bastante tensos los de la CUP que, despreciados por el actual juego democrático, aguantan los embates cotidianos que los destrozan? Y ¿también ya no hay demasiada tensión en los otros que vitorean la independencia, ya sea por su derecho a salir de la historia vivida o por salvoconductos de diversa índole? Estamos en plena turbulencia donde los 10 escaños de la CUP, frente a los 62 de Junts pel Sí y los 63 de la oposición, podrían no ser imprescindibles para la paz. El 27S sigue en el aire. Entonces, no culpemos de los reveses que puedan pasar a la CUP que, dando pruebas elocuentes de su sensibilidad y que, sin machacar historias ni buscar salvoconductos para llegar a sus lejanos horizontes, es la viva confianza de su humanidad. Pero llegará el día. Y tal vez esté muy cerca, en que los anti-pobreza, los anti-explotación de los trabajadores, los anti-dioses bancarios, los anti-corrupción e impunidad empresarial y política, los anti-convivencia criminal entre el primer y el tercer mundo, los anti-glamurosos mentales, los anti-esperpentos humanos, los anticapitalistas, esos chicos malos de la CUP que podrían en breve coronar a otro rey, algún día serán decisivos para el final de estos reinos.

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