lunes, 30 de octubre de 2017

Entrando en las nubes del independentismo catalán

Creí y seguiré creyendo que el independentismo catalán es la auténtica lucha de un pueblo en aras de su más completa soberanía y que la conseguirá si une su derecho al del resto de las luchas justas, sobre todo a las causas sociales que pululan en todos los pueblos y a aquellas otras que al entrelazarse pueden todas empezar a resolverse e ir aproximando el fin de un status quo dominado por un sistema opresivo y denigrante con la dignidad humana. Casi ninguna de estas luchas puede solucionarse satisfactoriamente si no se interrelacionan y concretamente en el Reino de España solo saldrán adelante, y sin una fecha para su solución, si inician el cuestionamiento de la Ley, la Democracia y el Estado de Derecho que las condena a todas.

lunes, 23 de octubre de 2017

Catalunya, la lucha de la vida no se acaba nunca

Menos la grotesca unidad de la Derecha para la aplicación de su bestialidad, todas las otras unidades parecen arrebatarle su típico individualismo y apropiarse de una estancia en la más extraña soledad con todas las posibles peleas y disensos en su defensa de una Libertad, una Ley, una Democracia, un Estado de Derecho y una Convivencia Social que no sean los valores humanos interpretados por la Derecha a sangre y fuego. La Izquierda padece mientras las nubes del día y el calor del sol parecen rogar a los pueblos que permanezcan tranquilos, humillados y derrotados, porque ese es el paisaje que la inhumanidad quiere para la humanidad. Pero todos sabemos que el sabor de la vida no se siente solo en la temeridad de un día, sino en toda la sabiduría que nuestra unidad puede enriquecerse con la convicción de las razones para vivir todos los días.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Los Jordis y la dignidad de Catalunya

Siempre he creído que la derecha -como aliada del capital y sus privilegios-, nunca cesa de pensar en cómo joder un poco más a las clases trabajadoras y en deshacerles sus luchas, porque ese es su origen, su desarrollo y su culminación como clase social. Si por la independencia de Catalunya la derecha cambia su destino y se une al pueblo para compartir intereses y emprender proyectos juntos, estamos ante la mayor imprevisibilidad de los acontecimientos para el sistema capitalista, puesto que entramos en la espinosa disyuntiva de la dignidad de toda vida humana a la que tanto daña el actual orden establecido por el capital. Entonces el pueblo debe saber que en la unidad de su rebeldía es él quien siempre lleva la mayor carga. Muchos no se enteran de ello, otros no quieren hablar de esas cosas y algunos lo saben pero siguen caminando.

¡Hay que aclarar si habrá rodillas en tierra!

De la Constitución del 78, influida oportunamente por el terror de la dictadura franquista, se desprendió la organización del Reino de España y así se proclamó el inicio de la democracia. Esto permitió que en diversas fechas los partidos políticos mayoritarios (PP y PSOE) pactaran la interpretación fundacional del Estado. Por mucho que hubiera una mayoría de ciudadanos a favor de un referéndum para decidir entre la monarquía y la república, ya eso estaba decidido por las élites herederas del antiguo régimen y todos los españoles, por la exigencia de esas cúpulas a realizar una transición tranquila, aprobaron una Carta Magna con una genuflexión frente a sus majestades.

Las últimas migajas del silencio

No resulta difícil preveer el torbellino social que puede desencadenarse en España, y posiblemente en Europa, con la situación en Catalunya. A partir de las cargas policiales del 1-O donde, aún cuando no fueron nada novedosas para las reivindicaciones populares en los dos territorios, por el solo hecho de que se ejecutaran contra uno de los pilares que más defienden las democracias neoliberales europeas -el pacífico ejercicio del voto-, el conflicto catalán arriba a sus más inciertos extremos: dos bandos con escasas posibilidades de reconducir su pugna a pesar del diálogo y la mediación que muchos les solicitan.

Catalunya: Un Nuevo País: Un Mundo Mejor

La historia no tiene el magnetismo de las emociones ni las urgencias de todas las justicias, pero sí que se basa en ellas para ir tejiendo sus velocidades. Nadie sabe hasta dónde llegarán los magnetismos y las urgencias del independentismo catalán, pero de que influirán notablemente en las sociedades catalanas, españolas y europeas no caben dudas.