lunes, 25 de febrero de 2019

La potencia catalana de todas las Españas

Harían falta potencias inimaginables para que cambie la “España tranquila” del actual presidente del Partido Popular Español. Ello se evidencia en que por eso algunos Partidos Políticos de ámbito estatal y autonómico gozan de la grosera libertad en que muchos de sus miembros se enriquecen en múltiples corrupciones, en las conocidas ‘puertas giratorias’ y en otras órbitas donde lo público también entra en el negocio capitalista que somete a los pueblos y que los lleva a rebelarse continuamente. Esto ha propiciado que en muchas esferas de poder se use la manipulación de ideas en la opinión popular -algo al uso en las ‘democracias consolidadas’-, para detener las ansias de los pueblos por vivir y convivir en paz sin ser ultrajados.

Así nacen cruentos conflictos que unas veces son por reivindicaciones sociales y en Catalunya han hecho hervir -y ya casi salir del cauce oficial-, el clamor nacional que el Poder Estatal usa para fortalecer la perdida solidez de la ‘España tranquila’, dar alas al anti-catalanismo y a la lamentable situación entre hermanos que se vivió en Euskadi.

Toda fuerza humana entraña una estrategia defensiva, pero se pierde cuando la fuerza se cristaliza en el pueblo y puede desgastarlo. Catalunya lucha por el deber inculcado en la leche materna y por otras reivindicaciones que la convierten en una potencia incontenible. Una potencia que habla castellano sin rubor y no es el rebaño que busca el señor Casado y que puede encontrarlo en todos los idiomas. La potencia catalana avanza luchando contra la sumisión a un orden jurídico despreciativo con los pueblos. Y en un mundo que intenta eternizarlo solo tiene sentido legal la máxima resistencia. Si esta se evapora en Catalunya y no se extiende a todas las Españas es porque todavía, por fundados temores, hábitos del bienestar o intereses individualistas, cargamos con la triste sombra de la ‘España tranquila’ y la aún más triste obediencia a la ley de un Sistema que nos extermina sin preguntarnos quiénes somos.

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