martes, 25 de septiembre de 2012

Catalunya en la ruleta del Poder o en los esfuerzos de los Pueblos y de las Personas por un Nuevo Orden de la Existencia





Cuando el socialista Papandreu, a comienzos de la crisis que azota Europa, propuso un simple referéndum para que el pueblo opinara sobre las condiciones del “rescate” que le imponía el Banco Central Europeo, vimos una buena parte del Orden Establecido creado por el Sistema Capitalista. Papandreu tuvo que desistir de la sencilla consulta popular y por mucho que el pueblo griego se manifestase se impuso el designio del Poder Financiero para Grecia. Tal vez la fraternidad y la solidaridad entre iguales hubiera podido haberle dicho al Banco Central Europeo que todos éramos griegos. Pero, no, no se lo dijimos. Los pueblos y las personas en exclusión perenne por ese Poder no existimos plenamente, sino sólo cuando nos usa como la carne de cañón de todas sus intrigas para seguir defendiendo el Orden Establecido que nos ha impuesto. Nos han convertido en los juguetes de su pelea por obtener los mayores beneficios del Mercado donde han definido la vida.

A raíz de la manifestación de la Diada en Barcelona han comenzado a sucederse las intervenciones. Unos apuestan por la independencia y otros por el arreglo de la histórica y convulsa situación. Las divisiones en la propia Cataluña son evidentes. Se hacen encuestas sobre las posibilidades de los diversos Partidos Políticos en el caso de que el President Mas adelante unas elecciones. Al parecer la balanza se inclina hacia una mayoría independentista.
¿Todo ya está preparado? ¿No se trata de quedar una vez más en el ruedo de los poderosos? ¿Si antes, los siempre declarados independentistas, no tan favorecidos por el Poder, no lo consiguieron fue porque no se podía? ¿Se puede ahora? No podemos olvidar que al otro día de que la Generalitat perdiera Eurovegas apareció repentinamente Barcelona World. ¿Entonces cabe entender que el negocio va sobre rieles y el entusiasmo popular está siendo dirigido o aprovechado desde la estrategia mercantil que ahora es favorable a la Independencia? No lo sabemos, no sabemos tantas cosas... Se impone la serena reflexión y el más decidido anhelo para que no se confundan los ideales de singularidad con el dinero que nos podría costar si les ponemos un precio. 

Para toda lucha hay que observar los elementos que la emprenden. No resultaría acertado mirar por igual en el tejido social de Catalunya a la burguesía y la clase media alta con respecto de los trabajadores a pie de obra que se han arraigado a ciertas aspiraciones con matices diferenciados. Igualmente no están en la misma fila los currantes incondicionales del Barça, la esforzada clase obrera cansada de la Política, el maestro de escuela amante de unos valores espirituales con rotunda legitimidad y los intelectuales honestos que saben de qué van muchos asuntos. Y resulta aún menos acertado situar como iguales a los emigrados y sus descendientes del sur de la península que contribuyeron decisivamente al enriquecimiento de la región. Muchos de estos se han sumado a la identidad propia del territorio en sus distintos estratos sociales y otros mantienen sus señas originales con total legitimidad. Mucho más iguales resultan los últimos inmigrantes de todas partes del mundo que se han asentado en esta tierra. Estos, sin duda, en comparación con los otros grupos, forman el sector más desfavorecido del Sistema, aunque son una ínfima minoría a los que prácticamente nadie les aporta nada significativo.

La unidad de todos los grupos hacia un propósito común pasa necesariamente por el reconocimiento de sus situaciones privilegiadas o desfavorecidas. Todos somos vulnerables. La evolución histórica de cualquier sociedad se ha visto casi siempre, en uno u otro aspecto y por una u otra cosa, atravesada por el concierto de múltiples identidades. Nunca se es enteramente original. En la mezcla de la globalización actual no es posible hablar de autenticidad lejos de la esencia humana que nos identifica a todos. El respeto a la diversidad tiene que ser parte indisoluble de la riqueza construida, pues de nada valdría erigir derechos liberadores para unos sobre la base de mantener a otros como súbditos o servidores del Poder que obtengan los primeros. Cualquier conquista que se asiente en ese postulado terminará derrumbándose más tarde o más temprano. Nada injusto prevalece, a pesar de que el tiempo en que vivimos parezca decirnos lo contrario. La formidable manifestación de la Diada, tanto por un camino o por otro, es una prueba fehaciente de la levantada de los pueblos. Y los pueblos, todos, han de hablarse y escucharse al margen de los grandes poderes económicos y políticos que siempre los han manipulado.

¿Está clara la llama reivindicativa? Los Grandes Medios de Comunicación y la mayoría de los políticos elegidos “democráticamente” en Catalunya creen que sí. De nada parece servir que les digamos que todos somos griegos. Y es que, en verdad, todo indica que no lo somos. La agitación es elocuente. Muchos nos aseguran que Catalunya, como dice el himno, sería un país muy rico si fuéramos independientes de España y que con tanta riqueza resolveríamos todos los problemas que tienen los actuales habitantes del territorio catalán. Y hay algunos que hasta se atreven a imaginar al Nuevo Estado con un gran poder de decisión en el Banco Central Europeo. 

Evidentemente tal tendencia parece querer que ignoremos las innumerables manifestaciones que por toda Catalunya, por todo el Estado Español, por todos los países europeos y por todo el mundo se producen a diario contra el Sistema Capitalista. ¿Acaso creen que porque en la Diada participaron, con la misma identidad, favorecidos y desfavorecidos por el Orden Establecido, nos hemos olvidado de esas luchas? ¿Es este Sistema Capitalista, para quien los pueblos y las personas son su casino de juego, el lugar donde también nosotros realizamos la apuesta decisiva? Urge apuntar que en esa manifestación del 11 de septiembre también desfilaron los que creen que el debilitamiento del actual Sistema que gobierna al mundo pasa por la desintegración de sus territorios. Si el discurso soberanista busca el olvido hacia las luchas clasistas que siguen imperando sólo estará encendiendo la mecha de un nuevo fratricidio o cuando menos animará otra jornada de indiferencia a gusto del Gran Capital.

Desentrañar qué intereses se están moviendo en esta impronta popular que determinado poder ha hecho suyo nos pertenece a todos y no solamente a los Políticos. Puede que hayamos arribado al mejor momento para el pensamiento limpio en todas las esferas del pueblo. Si la consigna es la creación de un Nuevo Estado, creámoslo, pero creámoslo de verdad: Un Nuevo Estado. Es claro que el Nuevo Estado no comenzará a existir poniendo alambradas desde los Pirineos hasta Tarragona, sino que son otras las señales: que el modelo de sociedad no sea Eurovegas, que no continúen los desahucios a familias engañadas que necesitan las casas vacías, que los Bancos, las Multinacionales y los Negocios de la Burguesía no continúen marcando la pauta de las relaciones sociales, que la vocación política no sea la garantía de un súper salario y la implantación de sus intereses, que las grandes fortunas no sigan beneficiándose del perjuicio a los más desfavorecidos, que la enseñanza y la salud no constituyan negocios lucrativos, que podamos crear el Parlamento de los Pueblos y de las Personas y que allí vayan todas las propuestas de lo que verdaderamente significa Un Nuevo Estado. El desafío es grande, pero mucho más grande sería la decepción si no lo hacemos. De muy poco serviría una Catalunya Independiente si no es una Catalunya Nueva. Además de que, con la perspectiva de nuestros tiempos, sería ese el único sentido de una lucha semejante.
 
En consecuencia con el discurso Catalanista aparece el Españolista, pretendiendo que la manifestación de la Diada fue una fiesta de color donde todos creyeron que convertirse en ricos era el máximo emblema. Evidentemente esa tendencia parece querer que olvidemos otras luchas. ¿Acaso creen que porque la Diada fue festiva allí no se estaban mostrando las esencias de un pueblo magnífico que reclama la plena existencia de su singularidad? En la Diada se juntaron todos los eslabones de una vocación de lucha. Cuando hoy día se han apagado tantas revoluciones violentas ello no quiere decir que los pueblos y las personas hayan renunciado a sus derechos. Si el discurso españolista busca seguir menospreciando estas luchas sólo estará atizando las contradictorias llamas de la Historia. 
 
¿Nos dicen casi lo mismo desde ambos bandos? ¿Nos dicen que los pueblos y las personas no existen y que son ellos, los políticos elegidos “democráticamente”, los que deciden lo que de por sí sólo les pertenece a los pueblos y a las personas? ¿Los elegimos nosotros, les entregamos nuestro Poder? Todo parece señalar que sí. ¿Qué hacer? El camino debe iluminarse: tenemos que arreglar esa democracia que sólo nos permite existir cuando el Poder lo estima mediante unas elecciones. Tenemos que poner en el centro a los pueblos a través de la más amplia y decisiva participación política de los diversos individuos que los componen. La esencia de los Partidos Políticos, los sistemas de votación, las campañas electorales y hasta el voto individual parecen necesitar una redefinición. Mientras no lo logremos, todo lo que nos suceda, ya sea guiados por un bando, por otro, o por aquel que no vemos y que parece juntarlos a todos dentro del Poder que tienen o que pretenden ampliar, será una demostración de nuestra inexistencia como individuos y como pueblos frente al Sistema que hemos permitido desarrollarse por encima de los más indiscutibles valores humanos.

¿De qué quieren separarse los pueblos y las personas? Es claro: de todas las opresiones, esas que casi siempre vienen de un Poder para el que los oprimidos no significan nada y que por ello lo más atractivo que ve en sus discursos es lanzarlos al fuego, como si en las cenizas estuviera su más auténtico lugar. Si aún no podemos decirle que todos somos griegos, al menos tengamos la iniciativa de indagar qué tajada está jugando con nuestro fervor, impedir la continuación del reparto del pastel y empezar a consensuar nosotros mismos qué hay adentro de las más difíciles aspiraciones.

A través del diario El Confidencial nos llega el criterio de algunos conocedores del Orden Establecido, la ley que ha hecho surgir a esos poderes que cada vez se alejan más de los pueblos y de las personas:

Joaquim M. Molins. Catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona:

"Lo primero que hay que averiguar es si existe realmente una voluntad mayoritaria de los ciudadanos de Cataluña para abandonar el actual marco jurídico. Es difícil prever en el momento actual situaciones futuras de carácter unilateral sin tener antes los datos objetivos y políticamente incuestionables sobre la voluntad de los ciudadanos residentes en la comunidad autónoma".

Javier García Roca. Catedrático en Derecho Constitucional de la Universidad Complutense:

"Carecería de cualquier eficacia jurídica una declaración unilateral de independencia del Parlamento de Cataluña o un referéndum convocado por las autoridades autonómicas, cuya celebración ilegal podría incluso ser suspendida por el Estado".

Remedios Sánchez Ferri. Catedrática en Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia:

"No caben las declaraciones unilaterales. El Derecho Internacional es muy claro en estos supuestos".

Joan Botella. Catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona:

 "Una independencia por declaración unilateral de parte del territorio es inviable, tanto por razones políticas -choque frontal con las instituciones centrales, divisiones internas en Cataluña- como jurídicas: un nuevo Estado lo es solo si otros Estados lo reconocen. Si el proceso de creación de un Estado circula por cauces manifiestamente ilegales, esos reconocimientos por parte de otros no se producirán. Ahí están, por ejemplo, las actuales dificultades de Kosovo”.

Agustín Ruíz Robledo. Catedrático en Derecho Constitucional de la Universidad de Granada:

"El reconocimiento internacional lo veo muy difícil. Los Estados actúan en el panorama internacional pensando en sus propios intereses, y no se me ocurre qué Estados importantes podrían estar interesados en la independencia de Cataluña por las malas, al estilo de Kosovo. Otra cosa sería, lógicamente, una independencia pactada, al estilo de la división de Checoslovaquia.”

Xavier Ballart. Catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona:

"Una declaración unilateral de independencia no sería posible. Eso supondría la repetición del 6 de octubre de 1934 y equivaldría a un golpe de Estado".

Pero nada es inamovible. Aparece “La Vanguardia”, ese grueso periódico que cada día nos regalan a millares en los trenes de Barcelona para decirnos: “Según el Financial Times el independentismo catalán será "imparable" sin un "gesto plausible" del presidente español. En un editorial, el prestigioso rotativo financiero avisa que "el trabajo del gobierno español es encontrar compromisos con los catalanes y los vascos". ¿Qué compromisos? ¿Serán aquellos que sólo buscan una mejor situación de los poderes que aglutina el Financial Times, La Vanguardia y otros que con el mismo prestigio muy pronto saldrán a la vista?

Y llegó la anunciada reunión de Mas y Rajoy en La Moncloa por el Pacto Fiscal. Nada nuevo, todo estaba anunciado. Ni Mas aceptó seguir sin un concierto económico parecido al que disfrutan el País Vasco y Navarra ni Rajoy aceptó alejarse de la Constitución Española. ¿Para qué se reunieron? ¿De verdad tenían ánimos para el diálogo? Mas regresó a Barcelona y fue aclamado en la Plaça Sant Jaume por una multitud de su Partido que le pedía que fuera valiente. Y Rajoy se fue a Roma para que la Internacional demócrata de Centro le aplaudiera su preocupación por la democracia en Cuba. 

Para completar el panorama el presidente de la Patronal Española, la CEOE, el catalán Joan Rosell, ha afirmado que “si Catalunya consiguiera la independencia se reducirían los beneficios no sólo de los empresarios catalanes, sino los de todos y cada uno de los empresarios del conjunto de territorios de España, por lo que ir por ese camino es una barbaridad”. Días antes había dicho: “Yo estoy con la mayoría”. Siendo el máximo dirigente de los empresarios españoles estuvo a favor de todos los recortes sociales impulsados desde el gobierno y no a favor de la inmensa mayoría de los españoles y catalanes que se han manifestado en contra de ellos por todo el Estado. Imaginamos con certeza de qué habla. Pero el pulso continúa y continuará. Algunas empresas catalanas han manifestado que no les importa si sus productos no se pudieran vender en España, alegando que podrían llevarlos a Hong Kong o a las Islas Maldivas.

Al mismo tiempo es publicado en Berlín el Libro Negro del Derroche Público Alemán. Allí también vemos el despilfarro con el dinero del contribuyente para la construcción de aeropuertos y otras “menudencias” por el estilo a lo realizado o por terminar en España y en Catalunya. Conocemos la responsabilidad de los políticos germanos. Es muy posible que ese ejemplo del Norte haya pasado al Sur y que ahora el Norte desee que todo lo pague el Sur. Es el Orden Establecido. El mismo Orden que castiga a los países subdesarrollados. ¿Es que la Unión Europea ya tiene planificada la creación de sus “repúblicas bananeras”? Todo apunta a que por ahí va la Europa de las dos velocidades. ¿Otra vez los pueblos del Sur, aunque estén en el Norte, tendrán que tolerar la insaciable voracidad exclusionista de los Mercados? 

¿Acaso todo ya está preparado ajustando el Orden Jurídico de acuerdo a la conveniencia de un grupo de poder? Ya vimos cómo no hace mucho los principales Partidos Políticos arreglaron la Constitución Española cuando se los ordenó el máximo Poder Europeo para controlar el déficit. Si es así, los que vivimos en Catalunya estamos colocados en una lucha entre grupos de poder. ¿Qué hacemos? Más allá del grito de los políticos, de los politólogos y del empresariado, lo cuestionable es que desde el Poder del Orden Establecido es cambiable fácilmente cualquier cosa. Es su derecho de ley. Las manifestaciones de los pueblos y de las personas no tienen ninguno. ¿Es esa la esencia del Nuevo Estado que queremos?

Para ese Poder de nada sirve el hundimiento de países, pueblos y personas. Todos se pueden ir al mismísimo infierno porque ahí es donde mejor le servimos. ¿Ese es el destino que nos tiene reservado el Orden Establecido? Es triste, pero mientras no luchemos contra el Sistema que ha hecho reinar, por encima de pueblos y personas, los grandes intereses económicos, no haremos nada efectivo. Para que nunca lo cuestionemos, muchos de nuestros políticos nos han hecho creer, saltando las ruinas materiales y morales existentes, que la salvaguarda de nuestro bienestar como pueblos e individuos libres pasa por el cumplimiento de las previsiones de ese Sistema, un Sistema que, como vemos, igual puede moverse hacia cualquier sitio, le da igual, en sus movimientos nosotros no contamos. Así, este Orden Establecido nos anulará toda lucha por nuestras identidades más legítimas y la necesaria fraternidad que exige cualquier liberación. Se trata de un Orden que actúa de acuerdo a la conveniencia de sus poderes más relevantes. Para nada serán tomadas en cuenta otras cuestiones.

La confusión en que nos han colocado es brutal. Catalunya podría muy bien continuar sus luchas por la transformación del Estado si todos lo quieren, ser un Nuevo Estado como Eslovenia si uno de los poderes gana su pelea, o ser como Chechenia o Palestina si el poder mayor no quiere al Nuevo Estado que surja de la radicalización de las manifestaciones. El triunfo o la derrota ya están servidos. No está en nuestras manos la decisión. No se logrará el ansiado sueño de una gran parte de la ciudadanía catalana si tal independencia se produce por una rendición de cuentas entre diversos grupos de poder. Ya sabemos adonde pueden llevarnos esos grupos que son los responsables del Orden Establecido que nos ha traído hasta aquí. Eurovegas y Barcelona World son sus propuestas: más corrupción, más fraude fiscal, más injusticia, más abusos de poder y menos equilibrio social, menos fraternidad, menos ética y menos lucha popular. Para los grupos de Poder somos tranquilamente unos bárbaros necesitados de alimentarnos, vestirnos y soñar que un día podríamos ser parte de ellos, aunque todos sabemos que nadie logra enriquecerse trabajando honradamente. En consecuencia, todos debemos pasar como conejillos de indias por los conflictos que ese mismo Orden ha creado y seguirá creando. Parece infinita su diversión para desarrollar rabietas seniles entre todos los bandos en que nos han dividido.

Si no pensamos en los apetitos del Poder Financiero estaremos entregándole lo mejor de nuestras luchas. Si no empezamos definitivamente a construir el consenso imprescindible para abolir a este Sistema Capitalista, ya declarado y aceptado por casi todos como el máximo autor de todas las miserias y divisiones entre los pueblos y las personas, siempre seremos manipulados por el bando impenetrable del Capital que nos esconde lo peor adonde podemos llegar, allí donde después de conseguido para lo que nos ha preparado nos reprimirá si no le gusta lo que realmente queremos. No olvidemos que ya lo hizo sin ninguna consecuencia delictiva hace bien poco con los griegos, con los indignados de Plaça Catalunya, de Madrid, de Wall Street, con los estudiantes de Valencia y con otros muchos alrededor del mundo. Recordemos que a los estudiantes valencianos les llamaron “el enemigo”. Si nos dejamos llevar por el espectáculo donde quieren que estemos y que sólo nos importe la calidad del equipo de fútbol ya seremos su balón de juego, nunca existiremos ni como pueblos ni como individuos con pleno derecho a existir en la brillante diversidad de la naturaleza humana, que no es algo perpetuamente establecido ni se puede obtener pagando el precio que fija el Mercado.

Y no se trata de ninguna quimera. Dentro de la propia sociedad catalana, como en muchas otras partes del mundo, existen numerosas alternativas para ir cambiando el Sistema. Son ellas las que más benefician al pueblo y a las personas que no pueden pagarse la independencia que sí se pagan diversos estratos sociales sin importarles el significado que nosotros le damos al término. Está muy claro que el actual Orden Establecido sólo lo controla una minoría irrisoria, pero que a pesar de ello nunca recibirá una orden de desahucio en su casa. Evidentemente la construcción del Nuevo Estado que se impone, llámese Catalunya o Antofagasta, es trabajar por la erradicación de ese Orden que nos aniquila a todos como pueblos y como personas. Es un Nuevo Orden el único camino que nos llevará al poder de decidir. Y poder decidir sólo tendrá sentido cuando cada pueblo y cada persona existan con la plenitud de sus valores humanos. Cuando eso empiece a suceder, entonces podremos hablar de verdadera democracia, de clara independencia y de absoluta libertad. Construir esos caminos sólo debe costarnos el esfuerzo que hagamos por llegar a ellos y empezamos a construirlos cuando decidimos no ser las fichas de la ruleta donde quiere movernos el Gran Capital. De alguna manera debemos apurar la hora en que nos apartemos del casino de juego.

La Historia siempre ha deparado a todos los pueblos sus “momentos sublimes”. Podría muy bien ser éste uno de los del pueblo catalán. La actual situación no puede llevarnos al agotamiento del diálogo sobre la libertad, la independencia y la democracia, al contrario, parece haber llegado el momento para fortalecer el encuentro. Sería un mayúsculo error radicalizar el Sí o el No adonde se han colocado los bandos. No podemos permitir que nos coloquen en bandos opuestos. No lo somos. Y mientras que consideremos que sí lo somos ninguna matización nos agradará. Son los pueblos y las personas que ansían la verdadera independencia de los opresores los que nunca debemos ignorar los matices de la concordia. Sencillamente porque lo que más quieren y necesitan los pueblos y las personas es vivir en paz con todos sus derechos satisfechos. Es demasiado grande el desafío como para permitirnos absurdas exclusiones con una afirmación o una negación.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La Resistencia Catalana tiene que significar Solidaridad




La manifestación de la Diada en Barcelona fue formidable. Me atrevería a señalarla como un ejemplo para todos los pueblos. Ahora falta la verdadera “levantada”, o “resistencia”, como al día siguiente la llamó el President de la Generalitat, alegando que “nada sería fácil”.  Y tal como hizo él todos debemos colaborar para hacer posible lo imposible. La reflexión colectiva es un deber ciudadano. Necesariamente resistencia tiene que significar solidaridad y ejercicio del ejemplo. Es la única forma de ser libres.

Desde el hotel Ritz de Madrid, donde participa en un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum, Artur Mas ha vuelto a opinar: “Catalunya necesita un Estado. No se puede cortar la ilusión de un pueblo” y “Catalunya ha intentado transformar el Estado Español”. Muy bien. Pero no es sólo Catalunya quien necesita un Estado y no es solamente el pueblo catalán el que ha intentado transformar el Estado Español. Y siguió opinando: “Que no se minimice la manifestación, porque lo que pasó en Barcelona sería como si en España se hubieran manifestado 9 millones de personas”. Ya esto no está bien. Ningún pueblo quiere minimizar el reclamo de otro y desde hace mucho en España se manifiestan más de 9 millones de personas por la transformación del Estado Español. Los que minimizan los gritos de los pueblos son la mayoría de los políticos que, junto a los grandes intereses económicos, están por lo que caiga en sus bolsillos y no por la suerte de los pueblos que representan. Es evidente, entonces, y mucho más después de la cruenta represión que sufrieron los indignados de Plaça Catalunya y la frustración de la oficialidad catalana ante el modelo de Eurovegas por el que compitió bochornosamente hasta última hora, que sólo podrá organizarse la resistencia de la que habla el President si los políticos que ahora interpretan el sentir del pueblo catalán actúan en consecuencia. El “nada será fácil” es comprensible si sus voces se quedan en los Palacios, en las ceremonias para la Televisión y en el hotel Ritz. Todo sería muy fácil si la resistencia se hace popular, que es donde únicamente puede sostenerse cualquier reclamo. El hablarle al Mundo que se oyó en la Diada alcanzaría su verdadero sentido y el pueblo catalán recibiría la máxima solidaridad. Es lo que más necesitamos en este planeta tan enfermo.

Que todos los políticos simpatizantes del mensaje de la Diada den el ejemplo bajando a vivir con el pueblo en resistencia. Deben cesar los insultantes sueldos, pensiones y los distintos privilegios que muchos reciben sin que se les mueva un pelo. Deben perseguir con contundencia los fraudes de las grandes fortunas, las corruptelas de todo tipo que nos rodean y sobre todo, deben aprender que el bienestar de un pueblo siempre significa una colaboración al bienestar de los demás pueblos. La lucha por la libertad no ha sido ni puede ser nunca un grito solitario.