La manifestación de la Diada en Barcelona fue
formidable. Me atrevería a señalarla como un ejemplo para todos los pueblos.
Ahora falta la verdadera “levantada”, o “resistencia”, como al día siguiente la
llamó el President de la Generalitat, alegando que “nada sería fácil”. Y tal como hizo él todos debemos colaborar
para hacer posible lo imposible. La reflexión colectiva es un deber ciudadano. Necesariamente
resistencia tiene que significar solidaridad y ejercicio del ejemplo. Es la
única forma de ser libres.
Desde el hotel Ritz de Madrid, donde participa en un
desayuno informativo de Nueva Economía Fórum, Artur Mas ha vuelto a opinar: “Catalunya
necesita un Estado. No se puede cortar la ilusión de un pueblo” y “Catalunya ha
intentado transformar el Estado Español”. Muy bien. Pero no es sólo Catalunya
quien necesita un Estado y no es solamente el pueblo catalán el que ha
intentado transformar el Estado Español. Y siguió opinando: “Que no se minimice
la manifestación, porque lo que pasó en Barcelona sería como si en España se
hubieran manifestado 9 millones de personas”. Ya esto no está bien. Ningún
pueblo quiere minimizar el reclamo de otro y desde hace mucho en España se
manifiestan más de 9 millones de personas por la transformación del Estado
Español. Los que minimizan los gritos de los pueblos son la mayoría de los
políticos que, junto a los grandes intereses económicos, están por lo que caiga
en sus bolsillos y no por la suerte de los pueblos que representan. Es
evidente, entonces, y mucho más después de la cruenta represión que sufrieron
los indignados de Plaça Catalunya y la frustración de la oficialidad catalana
ante el modelo de Eurovegas por el que compitió bochornosamente hasta última
hora, que sólo podrá organizarse la resistencia de la que habla el President si
los políticos que ahora interpretan el sentir del pueblo catalán actúan en
consecuencia. El “nada será fácil” es comprensible si sus voces se quedan en
los Palacios, en las ceremonias para la Televisión y en el hotel Ritz. Todo
sería muy fácil si la resistencia se hace popular, que es donde únicamente
puede sostenerse cualquier reclamo. El hablarle al Mundo que se oyó en la Diada
alcanzaría su verdadero sentido y el pueblo catalán recibiría la máxima
solidaridad. Es lo que más necesitamos en este planeta tan enfermo.
Que todos los políticos simpatizantes del mensaje de
la Diada den el ejemplo bajando a vivir con el pueblo en resistencia. Deben
cesar los insultantes sueldos, pensiones y los distintos privilegios que muchos
reciben sin que se les mueva un pelo. Deben perseguir con contundencia los
fraudes de las grandes fortunas, las corruptelas de todo tipo que nos rodean y
sobre todo, deben aprender que el bienestar de un pueblo siempre significa una
colaboración al bienestar de los demás pueblos. La lucha por la libertad no ha sido ni puede ser nunca un
grito solitario.
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