lunes, 30 de junio de 2014

Por un agujero del bolsillo


(Notas sobre “La bolita de papel”, de Christine Arnaud, en una traducción del francés de Margarita Damián Ramírez)
 
Un libro que podría haber sido muy triste resulta inmensamente feliz por la humildad con que su creadora se desnuda en él. La autora elige las palabras de un escritor francés para darnos lo que no tiene -la vida que se le escapa a través “de un agujero del bolsillo de la chaqueta”-, porque es el no tener lo que con lúcida soberbia es lo que más tiene y ella quiere entregarlo. Por ello la decisión de escribir, como cantar o bailar, más allá del espejismo profesional, se apunta en el camino de los poetas. Christine inicia el trayecto con Eliseo Alberto, el escritor cubano del “Informe contra mí mismo”, aquel que imaginó el encuentro de todos los cubanos pasando por Ciudad México, y termina el recorrido con las palabras de uno de los más grandes poetas cubanos, Cintio Vitier, el que pensó que sólo dentro de la isla sería posible el tan ansiado encuentro de los cubanos. Y se hace notar el triunfo metafórico de este último sobre el primero. Christine ha “atendido” muy bien el goce de vivir un tiempo histórico en Cuba mientras otras estancias se le difuminan con disímiles relevancias. Ella arriba a La Habana como una “privilegiada” técnica extranjera, a pesar de su origen cubano, y se despide de la querida ciudad con el sagrado intento de no perder ni la más mínima memoria de lo vivido.
En brevísimas notas de Diario sin un contínuum cronológico, crónicas nostálgicas, cuadros costumbristas, homenajes –entre otros al radical uruguayo del Libro de los Abrazos-, y otros apuntes donde la sensibilidad de la autora observa vivencialmente el camino recorrido, el libro se desliza con suavidad entre evocaciones al ritmo del son cubano y, parando de dar vueltas por unos orígenes que nunca pueden tocar fondo, choca con el misterio de una “trituración académica” de la autora en la Facultad de Letras de la Universidad de La Habana. Pero como ha sido Cintio Vitier el elegido por la escritora para su particular viaje racional por Cuba, el libro alcanza su mayor fuerza emocional en los contrastes que Christine establece, casi como una trituración afectiva, en las puertas cerradas, los saludos indiferentes y otras señales que se le despliegan en el Departamento de Francés de la Universidad Autónoma de Barcelona, en el piso del barrio de Sarrià, en variados recuerdos de París y en un ticket de metro que se estruja. Con este contrapunto entre unas vivencias y otras se reafirma el éxito de “la atención” reclamada por Cintio hacia los más queridos valores de que nuestra autora se enamoró durante los 13 años vividos en Cuba.
Uno de los libros más sencillos con que uno se puede topar, y sin embargo, uno de los libros que con mayor serenidad desvelan la globalidad creciente de “las patrias”, uno de los libros que con mejor brújula muestran el rostro de la diferencia y uno de los libros donde con la más simple claridad puede “percibirse” –como lo más importante- el espíritu que se agita en La Habana, en París y en Barcelona. Finalmente entre las tres ciudades sale radiante la capital cubana en su jubileo del cuerpo y otros detalles no menos importantes. Y extrañamente o, ¿por qué no decirlo?, tranquilamente, es la ciudad que se ha decidido dejar con una profunda limpieza de alma de la cual el libro escrito es el más fiel testimonio.
No hay mucho más que explicar, o con gran exactitud, todo será entendido por quienes disfruten de la lectura del libro. Y cuando se llegue al final, o a la misma muerte, los que han elegido estar, como Cintio, “intensamente atentos a las cosas que ven y viven”, serán como Matisse: nunca dejarán de contemplar las huellas amadas con que el tiempo los nombra.


miércoles, 25 de junio de 2014

La mano de hierro


Ahora que Cuba ha comenzado a acercarse a cierta unidad con el mundo en el horizonte capitalista, descartando su vieja tesis de la Guerra Fría que calificaba a unas personas como “confiables” y a otras como “diversionistas”, comenzamos a entender la explicación de aquellos términos que mantienen la vigencia de sus contenidos. Los viejos términos de la Guerra Fría que el tiempo ha ido consumiendo alcanzan su mayor destaque por los poderes del Capitalismo Triunfante y son ahora esos poderes quienes los utilizan para, según sus planes, acabar de destruirnos. Nosotros, para ellos, nunca seremos “confiables”, sino muy “diversionistas” y demasiado peligrosos para el status quo que seguimos rechazando aunque ya no le demos la misma relevancia de antes. Pelear o construir con “mano de hierro” era la única posibilidad que teníamos para sostenernos y como hemos abandonado el término, en pro de un mayor realismo -eso creemos-, no nos percatamos que el Capitalismo, ya montado con “mano de hierro” desde su nacimiento, al coger la que dejamos, ahora tiene dos “manos de hierro” para gobernar el mundo. La visión es terrible: vemos que “las manos de hierro” que esgrime el Capital son convertidas en el mejor realismo para mantenerse en el Poder. ¿Fuimos buenos al abandonar la nuestra? Tal vez, pero ni los poderosos ni muchos de nosotros nos lo creemos, y hay parte de razón en ello, muchísimos de nosotros seguimos combatiendo y muchos más sabemos que estamos condenados a combatir. Es posible que nuestra "mano de hierro" haya sembrado definitivamente en la Historia que ningún ser humano debe rendirse ante un infausto destino. ¿Cómo son nuestras manos ahora? He aquí el dilema que debemos resolver... Los grandes poderes del Capital no sólo nos quieren gobernar con dos "manos de hierro", sino que encima se ríen de todas las flores que hemos descubierto.


sábado, 21 de junio de 2014

Ir con la Historia


Las distintas administraciones norteamericanas que han ocupado la Casa Blanca, con leves matices, han intentado siempre, como lo han preconizado, “destruir a la Revolución Cubana a partir de asfixiar al pueblo cubano por hambre y desesperación”. A pesar del horror del propósito y la magnitud de fuerzas reunidas para cumplirlo, NO LO HAN LOGRADO NUNCA en más de 50 años de triunfo revolucionario. Nos han debilitado muchas veces, pero jamás nos han hecho claudicar de uno de los proyectos de mayor alcance racional que ha conocido la Historia, a pesar del Comunismo con que lo hemos realizado: ah, el Comunismo, un movimiento de reivindicación humana para el que Estados Unidos ya prepara un gran museo sobre sus horrores, como si la sociedad capitalista que ellos tanto promocionan no tuviera capacidad para englobar los mayores horrores de la Humanidad. Pero, dejémoslos en sus iniciativas y sigamos con las nuestras. El tiempo seguirá encargándose de enseñarnos quienes y cómo van con la Historia.
Hace pocos días el prestigioso intelectual mexicano Pablo González Casanova escribía una Carta Abierta a aquellos que enviaron una carta al presidente Obama con el propósito de“apoyar a la sociedad civil en Cuba”. De la carta de Pablo podemos extraer este párrafo singular:

“Las medidas que exaltáis revelan, sin embargo, muchos errores y autoengaños al creer (y algunos creéis) que vais a impulsar “la independencia económica de
Cuba”, sus “derechos individuales” y sus “derechos humanos”, cuando en realidad se trata de un país al que no habéis podido vencer, a pesar de las tremendas presiones y acciones abiertas y encubiertas en su contra, y del incalificable bloqueo de más de medio siglo que le habéis infligido.”

He querido repetir dicho párrafo y hacer hincapié en su importancia para todos los que buscamos el mejoramiento de la sociedad
cubana. Ni por asomo quiero detener o culpabilizar la ola de críticas que muchos cubanos estamos haciendo a la Historia de la Revolución Cubana, nada por el estilo. Es nuestro país y lo defendemos intentando hacerlo mejor. Destaco la importancia del párrafo escrito por Pablo por considerar que nos retrata a todos, o a casi todos, o porque nos llama a todos a que intentemos que nos retrate a todos. Se me ocurren dos aspectos entre los muchísimos que nos han rodeado a lo largo de estos años:
1-Miles de cubanos que abandonaron la isla y hoy viven en los Estados Unidos no se lo deben a la magnanimidad del gobierno norteamericano, aunque es ese gobierno quien aparece como “salvador”, ¿salvador de qué? Fue el gobierno cubano quien impidió que el gigante del Norte organizara lamentables campamentos de refugiados cubanos en Centroamérica. Esa es la Historia.
2-Muchos cubanos recogen la pregunta “¿50 años de qué?”, una pregunta pronunciada por el personaje de Luz Marina en la pieza teatral Aire Frío, escrita en 1958 por el notable dramaturgo cubano Virgilio Piñera, como “la pregunta más desafiante del Teatro Cubano”. Por más de 50 años la realidad cubana se ha visto sacudida por los mayores principios de humanidad que han cubierto a todo un pueblo o a casi todo un pueblo. Por una obra gigantesca que sigue combatiendo por alcanzar cada vez más las máximas dignidades para todos, los más de 50 años de la Cuba Revolucionaria podrían significar, no sólo para el Teatro Cubano, sino para todo el mundo, el gran desafío de nuestros tiempos. Esa es la Historia.
La Revolución Cubana tiene los márgenes de error que cualquier emprendimiento humano puede tener, y tal vez menos. Esos errores constituyen las grandes pruebas de nuestra humanidad. Que algunos, o muchos, quieran llevarnos allí donde nos equivocamos, allí donde perdimos, no detendrá nuestra confianza en la Revolución. Allí vamos con los brazos abiertos y realizaremos todos los intercambios o debates posibles en los ámbitos políticos, económicos, sociales, culturales, científicos, religiosos, académicos, artísticos, deportivos y en los más diversos campos del conocimiento y de las vivencias individuales y colectivas. No tenemos ningún temor al análisis serio y responsable de todo lo que nos ha sucedido. A veces nos reiremos de los absurdos vividos y otras veces lloraremos ante las desgracias que nos ocurrieron. Si nuestra Revolución es una auténtica revolución es porque nosotros lo fuimos, lo somos y lo seguimos siendo. Podremos mirar lenguajes gastados y abordajes no lo suficientemente preparados, pero por encima de todas las peripecias y sin que nos nuble la vista ninguna soberbia, miraremos, como apunta Pablo en su Carta Abierta, la victoria del pueblo y del gobierno de Cuba en su complejísima trayectoria vital para ganar su Revolución. Eso es ir con la Historia iluminándonos con ella.
Cuba ha vencido y esa victoria nada ni nadie podrá quitárnosla. Quien enarbola los errores que cometimos y que aún cometemos o podemos cometer como la más fiel demostración del “fracaso de Cuba” sólo está levantando su propia condena histórica. Y eso también es ir con la Historia.


domingo, 15 de junio de 2014

Las existencias re-direccionadas


El desarrollo científico-técnico ha sido re-direccionado por los grupos de poder del Sistema Capitalista de forma que tal dirección fortalezca los dominios que poseen esos grupos. Como una feliz relación individuo-colectivo (la gran obsesión pendiente del Comunismo) puede desintegrar a las élites gobernantes capitalistas, éstas han decidido abiertamente superar la trayectoria comunista e imponer la primacía individual. Mediante los recursos de la Ciencia y la Técnica se está diseñando todo para re-direccionar nuestras vidas de manera que, aún dándonos cuenta y rechazándolo, lo aprobemos por la infinita amenaza comunista convertida en terrorismo. Todo, absolutamente todo, se prepara y se hace para avivar en las más diferentes sociedades el culto al individuo en contra de los valores del colectivo. Pero el colectivo, por su propia condición de integrador de los individuos que lo sostienen, ofrece una natural resistencia, ¿hasta cuándo? Los poderosos ya tienen un buen recorrido en sus derechos individuales. Sólo les falta que los de abajo también nos creamos completamente los beneficios de su alma. Por esa vía pueden debilitarse y finalmente destruirse todos los esfuerzos por los sueños colectivos: que todos vivamos en paz con los mismos derechos y deberes en un mundo verdaderamente natural.

Los Grandes Medios de la información se han especializado en hacernos creer la urgente necesidad de comprender nuestras equivocaciones sobre los peligros del mundo que vivimos. De la forma más legítima desarrollamos el miedo a lo peligroso y nos despreocupamos hacia donde nos re-dirigen. Si antes imaginábamos que todo debía suceder a favor del bienestar general, ahora participamos de un ritual más acorde con el Sistema triunfante: el exquisito y bien amado derecho individual debe preservarse a costa de cualquier cosa, aún cuando nosotros no nos veamos en la individualidad reconocida. La re-dirección, astutamente, nos sitúa en la esperanza de estarlo.

En lo más hondo de nuestras sensibilidades sabemos qué sucede en Afganistán, Irak, Egipto, Libia, Siria, Venezuela, Ucrania y en tantos otros sitios ensangrentados. No resulta fácil de creer que los grupos más poderosos del Capital tengan gestos de bondad con los pueblos. Pero, como ya estamos en el camino de la re-dirección exitosa, ésta nos mueve alrededor del alma del Capital. Apenas nos sobrecogemos con los acontecimientos y se está demostrando que podemos soportar sin significativos sonrojos la interpretación que nos dan.

Mientras, entre nosotros, a pesar del descreimiento general hacia nuestro entorno, las redes sociales por internet nos entregan la convicción de ser geniales. Ni de milagro nos pasa por la cabeza que lentamente nos podemos convertir, como los afganos o los egipcios, en existencias prescindibles. Al fin y al cabo nosotros estamos de este lado del poder. Ni la menor idea tenemos que la re-dirección que llevan nuestros pensamientos y nuestras conductas fue aprobada por nosotros mismos a favor del individuo prometido. Y seguimos la marcha: ya no hace falta que conversemos o nos reunamos, y mucho menos que pensemos, para eso están las máquinas que lo hacen con un cariz formidable para el mantenimiento del Sistema, el orden en el Poder, la garantía del Bienestar para los que nos dominan y un magnífico collar de cadenas esclavizadoras para que nosotros, los trabajadores de turno en los Centros de Poder, estemos entretenidos con nuestra incomunicación y nuestra cómoda resignación al apretar un botón para tomar un café luego de echar las monedas que la máquina nos pide. Casi como una epopeya plena de ardides fantásticos –la de estos tiempos en que todo indica que nos han vencido- acatamos que la re-dirección de nuestras vidas puede alcanzar un espléndido porvenir que ya está frente a nosotros y debemos prepararnos para disfrutarlo.

Lo que más importa es nuestro estatus personal, pero a ese nivel de la cotidianidad nos estamos encontrando con ciertos inconvenientes: la comunicación que sostenemos con las diversas instancias de las administraciones públicas está siguiendo el mismo camino que ya iniciaron importantes empresas privadas: una milimétrica relación a través de cuestionarios cerrados donde casi siempre las empresas nos re-dirigen hacia donde ya lo han valorado para su beneficio.

Esta simpleza de la razón diaria vino a hacerse consciente cuando, tras habernos dado de alta –por un módico precio- en una tarifa plana que nos prometía la gratuidad en todas las llamadas telefónicas nacionales, diversas entidades cambiaron sus números telefónicos por otros que debíamos pagar aparte aunque estuvieran dentro de la nación. Luego estos números perfeccionaron la incomunicación –y el coste de la llamada- a través de máquinas que nos indicaban las diferentes gestiones que podíamos realizar con los correspondientes números agregados que debíamos marcar. Estas operaciones tendían a evidenciar cada día más la desaparición del interlocutor a cambio de un orden estricto del que no podíamos desviarnos. De la victoria con la máquina telefónica se pasó a su imitación en la tramitación presencial de diversos servicios públicos: todo está en los impresos cerrados que rellenamos. Apenas hay escapatoria de ellos, y de contra, también se nos anuncia que si nuestra gestión es denegada debemos interpretar que “el silencio” es una respuesta concluyente. Ya no están obligados a hablarnos. También el re-direccionamiento de nuestra actitud hacia reacciones pacíficas lo aseguramos nosotros mismos a través de aquel individuo que nos propusieron como un derecho y que, según siguen diciéndonos, la burocracia comunista nos impedía acceder libremente a él.

Podrán argumentarse diversos renglones a favor de la era digital y sus beneficios para toda la sociedad, pero lo que no se podrá argumentar a su favor es la responsabilidad que para con los ciudadanos está eludiendo el Poder que maneja el desarrollo científico-técnico actual. Pero, ¿alguien tiene “cita previa” para decir algo sabiendo que en Pakistán o en Yemen o en cualquier otro lugar los drones teledirigidos confirman diarias masacres que no necesitan explicaciones y que, aunque insistamos en decir algo, en el impreso de la “cita previa” no aparece ninguna posibilidad de diálogo? Los que mueren a partir de esos tecnicismos, nos dicen los poderosos, constituyen el precio inevitable que debemos pagar como individuos altamente desarrollados, aún cuando para nosotros tal desarrollo esté significando una tele-dirección que, a su tiempo, nos hará igualmente desechables, sin la menor diferencia de un pakistaní o un yemení. Después de todo, ¿por qué habría de haber alguna diferencia?

Mi valor como individuo, ya empobrecido por las tantas tarifas planas que pagué en los más diversos aspectos, ya no existe incluso para trabajadores iguales que yo y que su oficio es atenderme a través de un impreso cuyo formulario está cerrado, ¿ellos se darán cuenta? No lo sé y quizás sólo estoy escribiendo con la intención de tomar mayor conciencia yo mismo y que mis compañeros sepan o alguien les haga saber que muy pronto su valor también dejará de existir: será sustituido por máquinas elaboradoras de impresos y ellos caerán, como yo y tantos otros como yo, en la aberrante situación de arrodillarnos ante las máquinas, sin ninguna posibilidad de que nos contesten, para implorarles misericordia. La conclusión es muy clara: entre todos estamos colaborando a la perfección de las existencias prescindibles, pero cabe señalar que la re-dirección científico-técnica de nuestras vidas posee un estrepitoso error de diseño: pueden surgir inconvenientes colectivos al Poder del Sistema. Y una advertencia por si se producen inconvenientes individuales: Muchas gracias y disculpen las molestias causadas.