Mi
querido Manel, no soy catalán ni español, pero me atreveré, partiendo de las
ideas sociales con que me conoces, a darte la opinión desde fuera que me pides.
Te recuerdo que fuiste tú quien me puso las dudas en la piel. Así me dijiste:
“No son buenas las desuniones. Los pueblos existen para enamorarse y conquistar
juntos todas las felicidades. Ese es el valor determinante de los pueblos, ya
que sus singularidades, a pesar de sus notables valores colectivos, sólo
alcanzan fuerza real en los significados que les otorgan las personas en la
unidad de todos los pueblos. Ninguna identidad debería prescindir de las otras,
todas tienen un valor añadido para complementarse. Todos los pueblos, en sus
diversas concepciones del mundo, son iguales.” Ahora no entiendo la
diferenciación que haces.
En un Estado o Comunidad Autónoma,
España y Catalunya, donde sus
principales Empresas y Bancos –Santander, BBVA y CaixaBank- han ganado miles de
millones de euros mientras a la sociedad, ajena a esas propiedades y con más
desfavorecidos cada día, se le recortan médicos, maestros, servicios, se le
bajan los salarios a los trabajadores, se le quitan viviendas a muchísimas
familias y suben los precios de los fundamentales bienes de consumo, ¿quién
posee la soberanía? Evidentemente no es esa sociedad, el llamado pueblo, ese
que es el máximo creador de todas las riquezas. La soberanía ha sido enajenada
a favor de la titularidad “legal” de esos Bancos para la que el Poder pone a su
servicio las instituciones que protegen la ley. Una contradicción total con
cualquier Constitución Nacional que claramente expresa que la soberanía del
Poder reside en el pueblo y nunca puede ser enajenada. De ahí que lo que está
sucediendo en medio de una corrupción política casi generalizada es aberrante. ¿Cómo
explicar que algunos sigan ganando tanto cuando la inmensa mayoría lo sigue
perdiendo todo y el Poder no se mueva? Es muy fácil: El cuerpo jurídico de este
Poder santifica la soberanía del Capital.
Resulta natural que dentro de ese
marco genocida se genere la idea de la secesión, pero, ¿se trata de una
secesión solidaria de todos los pueblos que comparten los mismos padecimientos
y que en su historia común han conformado este Poder o se trata de otra
enajenación soberanista? ¿Qué beneficios para una lucha de fortaleza superior a
la legal capitalista ofrece la alzada de banderas desiguales entre iguales
oprimidos por este Poder extraño a todos ellos?
Tú me has dicho que la derecha
catalana tiene intereses muy precisos que nunca han coincidido con los principios
de la izquierda. ¿La asociación de ambos pensamientos en aras de una correcta
gobernabilidad por pertenecer “al mismo pueblo” es suficiente para encaminar
una separación entre pueblos? Te comprendo cuando dices que Catalunya es uno de
los pueblos que más esfuerzos ha hecho por acuerdos pacíficos para mantenerse
unida a los otros pueblos de España y que el cansancio ante los múltiples
fracasos sufridos por esa vía puede haber llegado a la radicalización
secesionista, pero veo que tanto el gobierno español como el autonómico catalán
responden al Capital y creo que contra esa forma de gobernar es que se deben
dirigir todos los entusiasmos. Es la mejor batalla que pueden dar los pueblos y
las personas que viven en Catalunya, en Asturias, en Madrid, en todo el actual
y decadente Estado Español. No puedo creer que los asturianos, ni los
andaluces, ni los gallegos, ni ningún otro pueblo de España odien o rechacen a
los catalanes. Y quien diga lo contario es, como te gusta decir, “un
manipulador de los sentimientos y principios de la liberación de los pueblos.”
¿Quién es el pueblo catalán? Hablemos
claro, sin prejuicios racistas ni nacionalistas. Dicen los historiadores que el
pueblo catalán está formado por diversas comunidades repartidas en distintos
territorios y que piensa, habla, escribe y vive dentro de una cultura con lengua
propia y arraigo en la historia catalana. Creo que, como todos los pueblos, el
tuyo no necesita de un circo mesiánico donde se discuta su soberanía ni tampoco
la realización de un referéndum que la decida, pero ¿la Catalunya de hoy día es
el pueblo catalán? ¿Acaso la discusión y la consulta ya no lo están poniendo en
duda? Sé que todo te es muy doloroso y asumo tu dolor como si fuera mío, te
quiero, y esto debería ser el poder en la decisión de los pueblos: que se
quieran. Cuando eso no sucede, que es lo que parece estar planteándose, resulta
innegable que el problema debe ser resuelto. Si es mediante la separación,
adelante, pero si todavía existe alguna posibilidad de amor, que no se escape,
porque son las personas, sin ninguna manipulación populista, las que han de buscar
el Bien Común y no una batalla donde todas saldrían menos conscientes de lo que
son y de lo que hacen.
En mis recorridos por Catalunya me he
percatado de que las relaciones personales y sociales, la cultura, las
costumbres y la lengua de los castellanos están profundamente unidas al pueblo
catalán de Catalunya. Por mucho que se resista alguna autoctonía, la mezcla se
acrecienta. Viajar a Catalunya no es lo mismo que viajar a Pakistán, ni
siquiera a Francia o Alemania, aunque muchos digan lo contrario. Viajar a
Catalunya, aparte de la exclusiva maravilla que tienen todos los pueblos y que es lo que tenemos que defender de la mercantilización, es casi viajar a cualquier otro territorio de la España de hoy. No
obstante, la rivalidad está al rojo vivo y avivarla es nefasto. Sería maravilloso que otra vez se pronunciaran
las palabras de Pau Casals en la ONU: “La paz ha sido siempre mi mayor
preocupación. Fue en Catalunya donde hubo las primeras naciones unidas. En
aquel tiempo -siglo XI- se reunieron en Tolouges -hoy Francia- para hablar de
la paz, porque los catalanes de aquel tiempo ya estaban en contra, en contra de
la guerra.”
Pienso
que es urgente entrar en la Historia compartida, la tumultuosa historia que han
hecho entre todos, con sus fortalezas y con sus debilidades, y ver allí lo que
los condujo hasta aquí. Nada purificados. Eso no existe, pero no por falta de
pureza se convertirán en lacayos del fratricidio. Habrán de sumergirse en esa
realidad donde el Capital los condiciona a medir la felicidad en comparación
con las felicidades que él ha publicitado: el mercado total. Resulta muy
curioso que el gran empresariado catalán coincida con el español y el
transnacional en la oposición al independentismo, e igual actitud adoptan las
fuerzas políticas internacionales. Esta posición me ha recordado a la OTAN
bombardeando a Libia para proteger al pueblo. La ironía es infinita. ¿Los
Poderes Establecidos en el mercado catalán, español y mundial temerán el
contagio independentista de Catalunya en toda España y Europa? Es posible… Entonces
todo cambiaría a la velocidad de la luz y me tendrías a tu lado luchando como
el que más por vuestra independencia del Capital, pero si de lo que se trata es
de buscar beneficios económicos manipulando las vías de solución, cualquiera de
las que están en el tapete, sería parecerse bastante al interés de los empresarios
y banqueros. No es natural resolver los problemas que tienen Catalunya y España
sometiendo las fuerzas del pueblo a la ley de la Banca. No se trata de una
felicidad conveniente.
Basta
un ejemplo cercano, debes acordarte: la celebración en el año 2010 del Mundial
de Fútbol de Sudáfrica. Podría ser el magnífico sentimiento de la alegría en la
limpia afición hacia el deporte una coraza del amor que irradia un pueblo.
Habría que hurgar en este fenómeno más allá de la manipulación con que nos
tratan en celebraciones como estas. Ganó España. Llegan a Madrid los jóvenes
campeones de Johannesburgo y se despliega la pasarela de la felicidad
conveniente: “¡Yo soy español, español, español!”. El ardor patriótico era
unánime a pesar de la enorme cantidad de españoles que ya viajaban a la
tristeza.
Mientras
la jauría mediática, dirigida por los propietarios de los Grandes Medios del
Capital, publicitaba la Patria Conveniente en Madrid con una pelota de fútbol,
dos días atrás, en Barcelona, una vigorosa y coherente población de Catalunya
realizaba una manifestación por el derecho a decidir su independencia de
España. Allí había una vocación de lucha contra la Patria y la felicidad que al
Capital les conviene que tengamos. Aclaremos: ¿quien es el pueblo catalán? Para
unos es una parte inseparable del Reino Español y para otros es un conjunto
heterogéneo de ciudadanos empadronados en Catalunya. ¿Eso es así?
Tú
sabes muy bien que, salvando numerosas excepciones en una parte de la izquierda
catalana y española -me lo has dicho tú mismo-, en ambas definiciones se
prescinde de la discusión sobre la soberanía del Capital. La conflictividad de
clase no existe para ellas. ¿No existen las luchas clasistas en Catalunya y en
España? ¿La posición económica y social de la mayoría de los catalanes y de la
mayoría de los españoles les permite vivir al margen de ellas? ¿Quiénes,
entonces, son esos pueblos que van a separarse? Dice la teoría que el ejercicio
del Buen Poder debería organizarse para la feliz convivencia de todos los
pueblos y de todas las personas. Esto, como es lógico, no le otorga ninguna
prioridad a los enriquecidos banqueros, sino más bien a los de abajo, dentro de
un marco clasista y solidario. La famosa cuestión nacional, dondequiera que la
mires, está obligada a contar con visiones de clase y marcos solidarios que de
no observarse pueden aniquilar el espíritu de cualquier nación. La globalidad
ha llegado sin soluciones locales, pero es un deber de todos posibilitar
armónicamente esta irrupción ineludible.
Pienso que lo más importante es el real interés de los pueblos por
comprenderse y compartir los tesoros de la vida. Lo que me has repetido mil
veces: “la soberanía de los pueblos reside en sus capacidades de solidaridad y
en sus construcciones para convivir en paz”. Ese es el verdadero Poder.
Ahora
luchan dos bandos, sólo quieren partidarios, pero en la vorágine de la pelea ambos
contendientes podrán inflar o desinflar, según la corriente, “el motivo” con
que alzan su beligerancia, y esto sí es demasiado alarmante cuando se está
hablando del indiscutible mantenimiento de las historias, las culturas y las
lenguas que nunca deberían entrar en ninguna batalla. Porque si eso no importa,
¿no da igual ser catalán que español? ¿Qué otros aspectos pueden iluminarse, a
partir de la exaltación patriótica, por la simple pertenencia a un pueblo
específico? Cuidado, hermano mío, estas cosas de que hablamos se le van de las
manos a cualquiera y cuando eso sucede el repudio es volcánico.
Catalunya
independiente, contando con los políticos que siempre han jugado con su
identidad para preservarse el traje al lado del Capital, habría hecho lo mismo
que hizo España si su selección de fútbol hubiera sido la campeona mundial de Sudáfrica.
Sin haber visto los grandes problemas de los pueblos primermundistas, los de África
y estar ganando los insultantes salarios que perciben en el Barça, los jóvenes
jugadores, junto a sus seguidores engañados por el espejismo de la felicidad colectiva,
también gritarían con idéntica vehemencia: “¡Jo sóc català, català, català!”
Estaríamos ante la creación de otra Patria Conveniente. Es evidente que si se
continúan creando conveniencias patrióticas de esta índole los grandes
perdedores serán el pueblo catalán y los demás pueblos de España, de Grecia, de
Portugal y de todo este Sur Europeo que los poderosos del Capital, por decreto de
la Ley Establecida en el Actual Orden Mundial, parecen querer convertir en sus
repúblicas bananeras. Ya hemos oído o visto, más o menos, cómo viven esas
estancias de poder neocolonial en África, Asia y en tantos otros pueblos
originarios de Latinoamérica que, ya no hablemos de que no tienen un Estado Propio, sino de que se están quedando sin territorio, ya que las Multinacionales y países poderosos están comprando sus tierras. Viven así por la idea del Estado del Bienestar
que se desarrolló para el Primer Mundo. Si ahora no se quiere creer que a catalanes
y españoles puede pasarles lo mismo, ya me dirás adónde van…
Todavía,
Manel, persiste la guerra contra la Dignidad de la vida en todo el mundo, sólo
que ahora muestra sus garras en el otrora mundo occidental que se creía parejo
e intocable. Ahora el Capital, despojado de la competencia con aquel mundo
socialista que logró hundir, ha decidido revisar sus zonas privilegiadas. Es su
lógica vital y legal. No creo que la liberación del pueblo catalán quepa en esa
estrategia. Creer otra cosa al hablar de la independencia
catalana casi sería como declararnos “analfabetos políticos”, tal como Brecht
llamó a los que ignoran la dignidad de las luchas. Plantear que con la
separación de España, Catalunya alcanzaría la denominada libertad podría ser un
ejercicio muy peligroso. La libertad, que no es más que el triunfo de la ética y de la paz, pasa por la unidad entre
los pueblos y por los afectos entre las personas.
Ya es de sobra conocido que el Capital
no cree en identidades, ni en ideologías, ni en amores. El Capital es capital y
nada más, en fin, su objetivo es muy claro: que todos los que no lo acepten, o
sea, los desfavorecidos, oprimidos y humillados de siempre y los nuevos que
arriban a su devoración, no tengan fuerzas para enfrentarlo. El Capital procurará
siempre que su gente, la minoritaria gente que en Catalunya, en España y hasta
en la Cochinchina lo poseen, siga viviendo de forma independiente y
soberanamente el sueño Disney de la enajenación popular.
Querido
Manel, de lo que se trata es de abolir el Mercado Perverso donde se subastan pueblos,
personas y cualquier atisbo de dignidad humana. Para mí resulta imposible creer
en la preservación de la Auténtica Identidad Catalana si esta alcanza un precio
mercantil. Cuando eso suceda, irá a la baja. Hemos podido comprobarlo con la
actitud del señor Fabra, presidente de la Comunitat Valenciana, que, obviando
la situación política catalana, ya da por muerto al pueblo catalán y lanza su
apetito carroñero invitando a las empresas existentes en Catalunya a instalarse
en Valencia. Allí, dice él, se les garantizará su “natural desenvolvimiento”.
¿Qué diferencia a este hombre de muchos que conocemos? Tal cosa me ha sido
decisiva para argumentar la opinión que me has pedido. La degradación impulsada
por el Sistema Capitalista corrompido es un problema que afecta a todos los
rincones del mundo y de la vida.
Según
informes de los suecos la corrupción en su país es mínima, pero cuando sus
empresarios salen afuera realizan una serie de sobornos para lograr lo que buscan
y beneficiar al pueblo nórdico. ¿Qué significa esto? Toda la sociedad sueca es
responsable de esta degradación “legal”. Entonces, ¿cómo puedo mirar los
requerimientos de personas maravillosas que admiro, de ingenuos manipulados que
comprendo, o de habilidosos manipuladores ególatras interesados? Bueno, Manel,
te deseo la mayor suerte del mundo, para ti y para Catalunya, y ojalá que nunca
te lleguen informes como el de los suecos. Recuerda que cuando hemos hablado de
liberación hemos hablado de solidaridad y cuando hemos hablado de solidaridad hemos
hablado de por qué sobreviven o se extinguen los pueblos en las guerras de los
Mercados. Siempre mi
abrazo, Ariel.
(Fragmento
de los “Correos a Manel” de mi novela LOS INFORMES DE DIOS que pueden seguir en
el blog losinformesdedios.blogspot.com/)
Reanudaré la publicación de artículos en este blog después del 15 de marzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario