Muy
leído es el blog de Fernando Ravsberg, el corresponsal de la BBC en Cuba, y en
su reciente artículo “La corrupción en ríos revueltos” destaca a dos cubanos y
argumenta su idea de la efectividad de la lucha contra la corrupción en la
isla. Escribe el periodista: “El joven Roberto Peralo, del blog La Joven Cuba,
recomienda al gobierno cubano que . Dice Roberto que y propone que
se haga un balance de su patrimonio (de los funcionarios) con los gastos para
compararlo con su salario… El destacado intelectual Noel Manzanares concuerda
con la propuesta… El gobierno pidió el apoyo del pueblo pero cómo podría ayudar
un ciudadano en la lucha contra la corrupción en medio de una oscuridad en la
que no se distingue quien es quien. Roberto y Noel proponen una solución un
tanto molesta pero muy efectiva.”
Podríamos
estar de acuerdo. La corrupción hay que intentar llevarla a cero, perfecto,
pero no pretendamos estar entre ángeles ni establecer una convivencia
cuartelaria. Ningún país está habitado por seres divinos y mucho menos Cuba,
obligada por las fuerzas dominantes en el mundo a realizar su proyecto social
en constante persecución por sus enemigos. Si bien es cierto que la isla, por
ser lo que es, se ve constantemente interpelada a mejorar la vida de sus
habitantes, éstos no pueden definirse mediante las sospechas entre ellos. Podemos
hacer todas las propuestas que estimemos, y muchas serán buenas, oportunas,
necesarias, y otras serán sencillamente insustanciales o predispuestas a una
absurda “cacería de brujas”. Cuando acorralemos a los corruptos todo marchará
mejor, pero no creamos en la ingenuidad de confundir la existencia de la
corrupción con la no existencia de las medidas que toma nuestro gobierno contra
ella: las está tomando y las seguirá tomando en la misma medida que el país se
normalice y que la ciudadanía completa se libre de las condiciones que pueden
llevarla a la corrupción o a beneficiarse de ella. Y Ravsberg lo sabe, conoce
el mundo y también algo más.
Para
el Sistema Capitalista, para los grandes medios internacionales de la
información dirigidos por los intereses de ese Sistema, para el gobierno
norteamericano y para la contrarrevolución cubana “la corrupción en Cuba está
en la existencia misma de la Revolución.” Eso, no está demás decirlo, nunca
estará en nuestras concepciones.
Nuestro
país es frágil en muchos aspectos, pero su mayor fragilidad está en su propia
existencia como país muy diferente al resto del mundo. Por ello pienso que
debemos tener mucha cautela en propuestas y argumentaciones de lucha. Ni es tan
fácil la propuesta de Roberto ni es tan certera la argumentación de Fernando.
Lo que sí es muy fácil y certero de imaginar es la euforia de nuestros enemigos
ante una paranoia persecutoria entre nosotros mismos y que nos eliminemos sin
pensar que pudimos confundirnos. No podemos descuidar que ello es parte de su
estrategia para derrotarnos y ese es el camino que nunca debemos abonarle. El
flagelo de la corrupción es bien complejo y debemos enfrentarlo desde nuestras
peculiares circunstancias, sin buscar inexistentes campos celestiales ni
propagar estériles campañas de recelos infundados. Todos sabemos con bastante
precisión, como en cualquier país, quién es quién y por qué hace lo que hace
sin ninguna, poca o mucha oscuridad. La corrupción nos daña, pero igual puede
dañarnos equivocar el camino para combatirla. Combatamos la corrupción y
luchemos por el país. Las dos cosas habrán de ir parejas si queremos proteger a
la Revolución que defendemos.
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