Bastaría una sola palabra, Guantánamo, para derrumbar todo el espectáculo norteamericano sobre la democracia, los derechos humanos y el valor del individuo. En el trozo de tierra con ese nombre usurpado a Cuba por los Estados Unidos se han cometido y se siguen cometiendo los mayores horrores contra la democracia, los derechos humanos y el valor del individuo.
Apresados en cualquier lugar, internados en cárceles secretas de la CIA en distintos países, humillados, torturados y despojados de todo valor democrático, humano e individual, han sido llevados hasta Guantánamo cientos de supuestos terroristas.
Obama prometió cerrar la cárcel caribeña de Guantánamo, y después de 2 mandatos presidenciales no ha podido cumplir su promesa. ¿De qué le han servido a él y a los detenidos la democracia, los derechos humanos y los valores del individuo?
A pesar de la turbulenta palabra para el mundo de hoy, el presidente norteamericano se jacta del sistema gubernamental de su país queriendo darle lecciones de democracia, derechos humanos y valores individuales a Cuba en este horrendo 22 de marzo de 2016. ¿Qué sería de Cuba si Estados Unidos hubiera podido cumplir en la isla su tradicional periplo de intervenciones militares donde le ha dado la gana bajo cualquier excusa? Cuba estuvo hasta hace muy poco en la lista norteamericana de países patrocinadores del terrorismo, igual a como fueron situados Irak, Afganistán, Libia y Siria. ¿Por qué Cuba no pasó por la manía imperial? La respuesta es bastante sencilla: por la simbólica fuerza del sistema gubernamental cubano que, apoyado en la férrea unidad de su pueblo y en la solidaridad internacional, supo esquivar todas las justificaciones para una agresión militar y promover, dentro de las posibilidades que le dejaba el bloqueo norteamericano, una amplia definición de la democracia, los derechos humanos y los valores del individuo que nada tienen que ver con la existencia del Guantánamo sostenido por la excepcionalidad de los Estados Unidos.
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