Cuando se enfrentan diversos partidos políticos en dos bloques suelen ganar los más fuertes aunque parezcan enemigos. Ha ganado la derecha en ambos bandos: PP y Convergencia trasmutados en Ciudadanos y Junts per Catalunya. Por ahora no hay viaje “a Cádiz” ni a la “República Social”. La idea a última hora de “la renda garantida” para los que sufren la precariedad vital no surtió efecto y el 155 llegó para zanjar viejas cuentas entre los vencedores.
Con TV3 en los bolsillos convergentes era natural que al “yo no me escondo” de ERC se impusiera el “yo no me he movido de donde estaba”. La apuesta de “restaurar al Govern cesado por España” fue un grito a la dignidad de la sublime herencia y votó Junts per Catalunya. La apuesta que habló en castellano y usó los quebrantos del independentismo de izquierda votó Ciudadanos. ¿Desaparecieron las clases sociales ante la angustia nacional de unos mientras los otros, viéndose excluidos de ese pueblo, se acogieron a un espejismo?
Aunque Pujol vote cabizbajo ante la indiferencia de todos, es su “Moderna Catalunya”, la de la burguesía, las clases medias altas conformes y las clases trabajadoras catalanas esperanzadas con su cambio, la vencedora de las clases populares catalanas con miedo al radicalismo republicano y de las castellanas con miedo a perder su añoranza del agotado imperio español. ¿Eso ha posibilitado tal derrota?
Vuelve Convergencia a gobernar. ¿Podrán ERC, la CUP y los Comuns darles alguna batalla o ese paisaje ya pasó? Muchos esperan que las loas que ahora los postconvergentes dedican a la República y las condenas a España, al IBEX 35 y a la Unión Europea sean coherentes con el voto recibido. ¿Ello podrá ser posible en un Partido que en el parlamento europeo comparte sus ideas con Ciudadanos en el Grupo de los Liberales? ¿Podremos pensar si todo lo vivido fue una quimera? ¿Qué les queda entonces a las clases trabajadoras de Catalunya? Pues lo mismo que a todas las del mundo: luchar para que las derechas no las venzan.
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