lunes, 22 de febrero de 2021

Cantos de dignidad - 2

El final de los cubanos no es “Patria o Muerte”, sino “Venceremos”, y entre nosotros la mentira tiene el rabo muy corto, bastante sucio y demasiado feo. El alma de los cubanos no le viene por la planta de sus pies, sino que ya está en ellos, y demasiado grande, bastante limpia y muy hermosa.

No es fácil entender, después de tantos gestos de amor y dolor vertidos en la isla por una conquista impensable, aunque nos hayamos topado con los vericuetos sombríos de todo cambio radical, que ahora los criminales sean las manos callosas e imperfectas, pero suficientemente justas con los torturadores y asesinos que, sin pizca del horror que hacían junto a otros en sus bárbaros festines, segaron las vidas humildes del joven maestro voluntario Manuel Ascunce Domenech y su alumno el campesino Pedro Lantigua Ortega, a más de otras y manchar la tierna memora de la Campaña de Alfabetización Cubana.

Desgraciadamente no todos pudieron ser juzgados al negarse EEUU a extraditarlos. A pesar de todas las pruebas que Cuba presentó y que los inculpaban como máquinas de matar, nunca se enfrentaron a la justicia y se paseaban por las calles de Miami.

Y por sus muy orondos paseos y satisfechos del deber cumplido, ahora se les rinde homenaje para vitorear al presidente más tonto y más cruel en la historia de EEUU.

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