No tengo rebaños,
no tengo siervos,
no tengo discursos,
y tampoco los quiero.
No tengo toda la victoria
ni toda la verdad
ni toda la vida
ni todas las canciones;
no tengo, en fin, todas las luchas,
pero tampoco las quiero.
Quiero hombres y mujeres
acercando sus caminos.
No quiero ovejas
sino duros oponentes.
No quiero esclavos
sino fortalezas iguales.
No quiero voces altas
sino conversación sencilla.
No quiero ganar la soledad
sino perder el vacío.
No quiero la razón de Dios
sino el desorden de la Tierra.
No quiero destruir a la muerte
sino agotar hasta el colmo a la vida.
No quiero inventar el silencio
sino el riesgo de llenarlo.
No quiero formas, ni sombras, ni sueños.
Quiero hombres y mujeres que se acompanyan
y anudan acuerdos y desacuerdos,
porque es la única manera de abrazarnos.
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