Me parece muy bien que los trabajadores del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, todos en magnífica coordinación, bailen y canten para los niños. E igualmente resulta fantástico que hayan escogido una canción en idioma inglés para saludar la Navidad. La alegría y la felicidad son sentimientos que trascienden a cualquier opinión. Y si con ellos están denunciando los recortes que en Sanidad realizan los gobiernos catalán y español, todo parece perfecto. Nada escapará al espectáculo con que los políticos quieren que los trabajadores se manifiesten. Sonriendo a la fortuna entrará en las luchas sociales el resto de la clase obrera. Porque no son los hospitales públicos ni otros Centros de esta envergadura creados para servir al pueblo los que deben paralizar sus servicios, sino aquellos otros Sitios de Trabajo donde los ricos se envanecen con el aumento de sus riquezas. Ahí es donde debe calentarse el clima, más allá del espectáculo que les devolvemos.
Si esta crisis económica, como ya todo el mundo sabe, la provocaron los especuladores, los banqueros, las clases más pudientes y los políticos corrompidos por su fidelidad a los Mercados, son ellos los que la deben pagar a partir de una reducción tajante de sus arcas y de sus vanidades. Diversos medios comentan que, en medio de la crisis, el mercado de lujo ha crecido y que cada día aumentan sus ganancias. Sería muy fácil solucionar la crisis derribando ese mercado y que los ricos se pudrieran con sus capitales. Al fin y al cabo se trata de baratijas de unos equivocados Reyes Magos y de unos papeles de dibujantes dudosos que ningún Museo de Arte querría exponer.
¿Cuántos se decidirán a emprender esta lucha? Posiblemente muy pocos. Esta Vida, como cualquiera representación teatral, debe continuar. El telón ha de abrirse y cerrarse sin demora. Pero también existe el sentimiento de que esta vida tan espectacular no es una obligación de por vida. A esa convicción le temen los poderosos. Sencillamente porque, poco a poco, entre una y otra sonrisa, una canción y un baile, puede irse sintiendo otra vida que lucha por nacer. Nacerá, crecerá, y finalmente se impondrá a través de los tesoros ocultos de aquellos que trabajan felizmente con el único propósito de compartir el bienestar y la paz.
Pareciera algo idílico, insoportable e imposible después del desmoronamiento del llamado Socialismo Real que lucía, como un espejismo indescifrable, la única posibilidad del mejoramiento humano. Cuando sobrepasemos los fantasmas de la realidad el Mundo volverá a ser distinto. Entonces se habrá acabado el pesimismo y comenzará la última posibilidad para la verdadera e irrenunciable convivencia donde cada ser humano no será un actor de los Mercados, sino una fe de su brillante existencia. Tal vez algunos digan que han vuelto los soñadores. Sí, han vuelto y han vuelto definitivamente para quedarse. Y serán muchos más que antes, por una razón muy sencilla, están aprendiendo la lección de la Historia: solamente son humanos aquellos que trabajan por el bien de todos, pues los demás, aquellos que, saltando todas las barreras de su especie, sólo viven para el bien propio y se vanaglorian con las penurias de los otros, no han pasado la evolución dramática de la Humanidad. Será necesario que retornen a las Escuelas de Primaria. Allí deben aprender que la Civilización no es un asunto de soledades donde todo depende del azar donde nacimos. Aprenderán, simplemente porque se les habrá acabado el espectáculo.
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