La inmensa mayoría de los llamados “disidentes” cubanos, dentro y fuera de Cuba, tienen sus blogs en internet dirigidos principalmente a la Comunidad Internacional, la misma que sobreponiéndose a la indignación por su Sistema, empieza a trazarse nuevos caminos de independencia del apetito de los Mercados. Saben que los valores mercantiles necesitan más mercancías para seguir pujando en la ruleta de la riqueza y curiosamente las más apetecibles son los pueblos. Dentro del marasmo del Sistema Capitalista se cotizan más alto las masas embaucadas por la Democracia y los Derechos Humanos que creían tener. Y usan internet. En Cuba, la llamada “disidencia” se cree pertenecer a este movimiento de indignación mundial y también usan internet. Incluso la madre del “disidente mártir” Zapata, que evidentemente lo menos que posee es conocimiento sobre la Red, tiene el suyo propio. Es más que natural pensar que su presencia como bloguera ha sido fabricada. Y así, las páginas de otros muchos “periodistas independientes” que lanzan al espacio virtual las peores noticias sobre la situación en Cuba. Y si se sabe, como lo afirma el mismo gobierno norteamericano, que en los presupuestos de Washington se dedican cada año millones de dólares a la “disidencia” cubana, poniendo especial énfasis en el uso de internet y las redes sociales, ya tenemos al responsable máximo de las catastróficas informaciones que sobre Cuba saturan la Red. En Estados Unidos reside la fábrica de la “disidencia” cubana y los innumerables blogueros engrasan la maquinaria. Triste destino el que se hacen estos “patriotas”.
Sabemos que son los Estados Unidos el país que mantiene contra la isla un férreo bloqueo económico, comercial y financiero, bloqueo que anualmente es condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Podemos intuir con gran facilidad la burla y el terrorismo mediático que se fabrica contra Cuba sólo porque esta nación no quiere seguir los dictámenes del autoproclamado Amo del Mundo y resiste a todas las embestidas del Imperio casi por puro milagro. No es tal milagro, es sencillamente que la fabricación de catástrofes contra la isla no posee la suficiente indignación con que vive el pueblo cubano. Una indignación aumentada por la existencia misma de esa fábrica. Es demasiado grande la mediocridad de esta manipulación donde se cuecen los peores sentimientos y se traman las más descabelladas aventuras.
Es relativamente fácil encontrar el primer descalabro: el significado del bloqueo norteamericano contra Cuba. Cuando se conocen sus crueldades se lucha contra él sin descanso. Los cubanos que defendemos a nuestro país estamos hartos de hablar del bloqueo, pero no cesamos de condenarlo. Cualquier persona en cualquier parte del mundo podría imaginar las consecuencias de vivir en un país bloqueado por la Primera Potencia del planeta, excepto la “disidencia” cubana. Para ella “el bloqueo no significa nada, no existe”. Entonces, ¿por qué es condenado cada año en las Naciones Unidas y en múltiples foros internacionales? Nada, a la “disidencia” no le parece bueno creer que más de 180 países, aquellos que contradictoriamente en su gran mayoría no han elegido la vía socialista de desarrollo, apoyan las demandas cubanas de poner fin al bochornoso atentado contra una nación soberana. Creen los “disidentes” que esos países son tontos por discutir este asunto. ¿Quién es tonto o se ha dejado fabricar como tonto?
Aunque ya nos aburra decirlo, hay que insistir. El bloqueo norteamericano contra Cuba es responsable de la mayor cantidad de penurias, insensateces, absurdos, corrupciones y otras lacras no menores que se mueven en la sociedad cubana. El gobierno cubano puede arreglar numerosos problemas que confronta el pueblo, pero siempre serán paliativos, porque desgraciadamente, para lograr un arreglo efectivo, éste pasa por la erradicación del bloqueo. La solución raigal a los mayores problemas por los que atraviesa el país está determinada por la existencia de esa enorme agresión mundial que conlleva el bloqueo. Decir otra cosa sería pedirle peras al olmo. El bloqueo nos oprime, nos apretuja, nos denigra, nos aplasta, nos mata. Y aquella “disidencia” que recibe ayuda del opresor o utiliza alguna de las formas con que nos oprime no puede llamarse disidencia, sino mercenarismo al más puro estilo de las empresas privadas de seguridad.
Otra de las armas de la “disidencia” es que Cuba estaba mejor antes de la Revolución que después de ella, y resulta significativo ver los contrastes que realiza el blog “Cuba Noticias Disidentes”. En él se colocan fotografías de ambos periodos. Mientras antes de la Revolución se sucedían las fiestas y la alegría, los éxitos y la prosperidad, después de la Revolución se suceden las golpizas y los sufrimientos, los fracasos y la miseria. ¿Quién y por qué, entonces, apoyó el triunfo de la Revolución? Es clarísimo para todos que el apoyo surgió del pueblo entero por la orgía de atropellos que vivía. Otra tarea de tontos tal indagación, argumenta la “disidencia”. Para ella lo realmente imprescindible es que la Revolución termine como les manda su amo y con los dividendos que esperan obtener realizar su particular aquelarre de disfraces. ¿No saben que cuando los mercaderes logran sus propósitos se alejan de su servidumbre como de la peste?
La Revolución Cubana no inventó ninguno de los males contra los que combatió, estaban ahí, como se puede observar hoy en la mayoría de los países pobres, que no deberían serlo, dada la magnitud de riquezas en recursos naturales que posee la mayoría de ellos. Los Índices de Desarrollo Humano elaborados por organismos de las Naciones Unidas sitúan a la Cuba actual, a pesar del bloqueo, muy por encima del resto de los llamados países “subdesarrollados”. Pero para nuestra “disidencia” estos “índices” no son de gran importancia, sencillamente porque para ella lo más importante es “un cambio de gobierno” que facilite una Democracia como la existente en todo el mundo. ¿Pero, qué dice esta gente, si el objetivo mayor de una Democracia es alcanzar los más altos Índices de Desarrollo Humano, precisamente en lo que más se esfuerza el gobierno cubano? Por supuesto que estamos plagados de errores e imperfecciones, que hay que elevar esos Índices, pero, ¿qué país no tiene que esforzarse en esa dirección? Parece que hay que decir que no somos los únicos habitantes de la Tierra y que resulta imposible cualquier valoración si no nos situamos en el conjunto de la Humanidad. Es evidente que para nuestra “disidencia” estos Índices también los elaboran unos tontos y es ella la más inteligente de las visiones. ¿Es posible que tengamos una oposición tan decrépita? Tal vez por ello tenemos que avanzar tan lento.
Uno de los aspectos que más destaca nuestra “disidencia” es el respeto a los Derechos Humanos: “en la isla se cometen las más severas violaciones de esos derechos”. Según Amnistía Internacional, uno de los países que menos viola los Derechos Humanos es Cuba. De nuevo hay que decir que no estamos solos en el mundo. No, no lo estamos, y sobre todo el bloqueo nos lo recuerda todos los días. ¿Y sólo son Derechos Humanos aquellos que nuestra “disidencia” enarbola, como el derecho a viajar y la libertad de expresión? ¿Qué significan los otros Derechos Humanos, quizás los más importantes, como el derecho a la naturalidad del nacimiento y el cuidado de la infancia? ¿Cuántos ciudadanos del Mundo Pobre viajan como un derecho fundamental y viven con entera confianza su derecho a nacer y a ser niños? ¿Cuántos ciudadanos del mundo entero tienen acceso a los Grandes Medios de Formación de la Opinión Pública y al mayor conocimiento para participar en ellos? Nada, a nuestra “disidencia” no le apetece responder a esas preguntas. Para ella también eso es pura tontería anclada en un discurso ideológico. Parece que pregona gustosamente que las ideas pertenecen a la superchería de los necios y que el gran impulsor de la civilización está en los apetitos comerciales donde el pueblo debe dejarse comer.
Está muy claro el gobierno y el país que quieren nuestros “disidentes”: libre mercado, el mismo que mantiene en la extrema pobreza a millones de seres humanos en el Mundo Pobre, el mismo que está acabando con las conquistas sociales en Europa, el mismo que no deja de enriquecer a unos cuantos y empobrecer a muchos, el mismo que, oculto en el Estado de Derecho, sólo permite ese estado a las clases más pudientes y las demás que se jodan: “quién les manda a no ser ganadoras, quién les manda a ser perdedoras”. ¿Es que acaso toda la riqueza acumulada por las clases ricas no la produjeron las clases trabajadoras? Pues, no, para la “disidencia” cubana sólo importa que la riqueza tenga nombres y apellidos y que esos hagan lo que quieran con ella. Demás está recalcar que espera ver los suyos entre los privilegiados.
Ah, el mundo indignado… Y el pueblo cubano el mayor de los indignados. Es muy posible que no haya pueblo en todo el planeta donde esté en mayor efervescencia la indignación que en esa isla del Caribe. Puede verse el análisis crítico en la inmensa polémica desarrollada en los círculos más elitistas y en los más populares. En casi todos los casos predomina la reflexión comprometida con la solución a los problemas desde el Poder de la Revolución. Así se debate en los más disímiles lugares y en todos llegan a consensuarse múltiples exigencias al gobierno cubano: La lucha más decidida contra la arrogancia, la corrupción, la burocracia y el abuso de poder en determinados sectores; la aceleración, sin voluntarismos ni improvisaciones, de las reformas necesarias; la mayor entrega de los Medios de Difusión a las realidades internas y a los criterios más diversos; la amplia pertenencia de la población al Partido Político existente, al de todos, donde sólo la decencia sea el requisito de entrada y la participación y voto de sus miembros rompa el secretismo y la marginación de las decisiones; el serio estudio de las crecientes propuestas de cooperativismo y autogestión en el modelo económico del país; la concesión del lugar idóneo para las posiciones de izquierda que están representando un notable empuje al pensamiento socialista; la instauración de una nueva manera de relación entre las personas, entidades y la oficialidad gubernamental; el aumento de la participación de la sociedad en el control del Estado; la comprobación de que las propuestas mayoritarias de los ciudadanos se cumplen y cuando no puedan cumplirse que se expliquen abiertamente; etc. etc. Si todo esto, que nace espontáneamente a la vuelta de cualquier esquina y que muchas veces hasta duda de que la actual dirigencia pueda cumplir su rol de dirección, no es capacidad política de un pueblo entero y verdadera oposición, silencio, que no nos tupan con el cuento de que los diferentes son los “disidentes” que no se tienen en cuenta. Los diferentes somos los que pensamos distinto en el camino múltiple de la Revolución Cubana y que todavía no hemos podido alcanzar las vías adecuadas para implantar las diferencias, pero que estamos seguros de estarlas adelantando. No le cabe otra opción al Poder imperante: es nuestro y se necesita hacerlo más nuestro.
Todavía los cubanos, más allá de esa “disidencia” fabricada, poseen la pasión por resolver sus problemas desde sus propias realidades, tal vez las más complejas de este mundo tan chiquito, precisamente por el soplo de tanto conocimiento y de tanta libertad que fluyen en esa tierra conquistada por los aires de una verdadera Revolución. ¿Creen los “disidentes” oficiales, los de la lealtad absoluta a los intereses norteamericanos, que esos hombres y mujeres que discuten sobre su país apasionadamente y se estrujan el cerebro buscando nuevas propuestas y diversas soluciones no están más indignados que ellos? En todos vibra la conciencia de que por algo se tiene una Revolución, se resisten a perderla y por ello exigen las renovaciones pertinentes, con bloqueo o sin bloqueo, aunque sería más viable cualquier avance sin él. Definitivamente nuestra “disidencia” reconocida es tonta, demasiado tonta, tanto, que puede pasar por “valiente y corajudo” su accionar de teclas en una computadora. Todos conocemos la historia.
A pesar de las contrariedades que nos trajo, si no hubiera sido por la colaboración soviética y demás países del extinto Campo Socialista nuestra Revolución no hubiera podido subsistir. A pesar del turismo masivo y otros caminos que no nos gustaban y que nos han traído numerosas confusiones, si no tomamos aquellas medidas sería impredecible adónde nos hubiera llevado la Opción Cero que nos cruzó por la mente. Ya han pasado más de 20 años de andadura con enormes dificultades para un pueblo que se educó con el conocimiento de que le pertenecían todas las dignidades de la vida, desde la mejor enseñanza y sanidad hasta los más altos peldaños del disfrute artístico y literario. A pesar de todos los dolores de cabeza para sobrevivir y aunque a muchos se les aflojen las piernas, se tambaleen, y entre todos hayamos hecho lo bueno y lo malo, la Revolución nos puso en pie para no tener que arrodillarnos por lo que hacemos. Un pueblo de rodillas vale menos que hasta la más pequeña cosa que reclame. En el mundo globalizado e impermeable a la voracidad de los Mercados se nos pueden ocurrir infinitas posibilidades para salir adelante. Con todas habremos de saber andar si no queremos despeñarnos por el precipicio o madurar la fruta que nuestro vecino del Norte espera desde hace más de un siglo. Otra vez se nos agiganta el desafío para mantener lo que es nuestro y que ganamos con el esfuerzo de tantos años. Ojalá que sepamos sopesar la realidad en toda su compleja urdimbre de visiones y sepamos ver nuestra sabiduría más allá de nuestras ególatras narices. La valentía y el coraje nos han acompañado siempre. Ojalá que ahora también sepamos ejercer esos atributos que le arrebatamos a la Historia.
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