Pareciera que algunos compañeros, con las mayores iluminaciones, vieran ya en Cuba, o le demandaran a su gobierno y a su pueblo, la sociedad perfecta y el ser humano igualmente perfecto por lo que todos luchamos. Pero, no, no es cierto, todavía dista mucho de poder recibir esa mirada nuestra querida isla, y muchísimo menos su gobierno y su pueblo, enfrascados en ver cómo salen de sus problemas cotidianos en medio del acoso casi mundial e intentando seguir fundando sus razones en las máximas alturas de la ética. Falta demasiado por hacer, y no sólo por las distorsiones en que cae cualquier movimiento revolucionario al juntar tantas voluntades en lucha, sino sobre todo por la larga marcha que el cubano se ha visto obligado a recorrer contra viento y marea. Y esa es la verdadera historia y no la “nohistoria” ni los dobles raseros. Simplemente Cuba no puede avanzar como quisiéramos por una verdad elemental: somos seres humanos en desigual pelea con sus demonios y con todos los que nos envían desde fuera, que no son pocos.
Así, puedo leer en el artículo “La “nohistoria” actualizada en Cuba”, de Octavio Alberola, expresiones como “las “nopersonas” sólo las encontramos en la “nohistoria” por haber sido “expurgadas de la historia por motivos semejantes” en los Estados Unidos, en Cuba y en el resto del mundo.” Usando un escrito donde Noam Chomsky “denuncia el proceder maniqueo del imperialismo yanqui en la conmemoración de acontecimientos históricos” se interpreta de la misma forma para Cuba. Seguidamente se acude a una información recibida desde la isla donde, con evidente manipulación y festinado suspenso en la historia que su informante ofrece, se comenta sobre “el boicot que los agentes de la Seguridad del Estado cubano han realizado al espacio del Centro Teórico-Cultural Criterios”, porque como “ya lo hicieron con Temas, vaciando aquel espacio que alguna vez insinuó un despertar de las mentes, ahora van a por Criterios”. Y se lanza una aguerrida protesta porque “a Antonio Rodiles, coordinador del espacio Estado de Sats, no se le dejó entrar al edificio” donde Criterios celebraba un aniversario histórico. Seguramente los compañeros implicados en la celebración ya tendrán sus versiones y seguirán luchando por lo que defienden. Evidentemente allí lo hicieron y por la propia voz del Informante decepcionado podemos entenderlo: “No obstante, debo confesar que salí antes que llegara el final del evento. Ni siquiera compré la revista que tanto me interesaba. Sentía que me asfixiaba allí adentro.” Es normal y tiene que abandonar el campo al no conseguir su propósito de asfixiar a los demás.
Pienso que la “nopersona” y la “nohistoria”, como conceptos represores, no pertenecen a los revolucionarios, sino a los reaccionarios que casi siempre nos han vencido y que es donde siempre nos han querido ubicar. Nosotros, en todo caso, sólo nos hemos visto obligados a usar estos términos por intentar hacer algo para impedir, como tantas veces nos ha sucedido, que los vencedores nos sigan venciendo con esa ingenua expresión de que buscan un acercamiento entre iguales. No, no somos iguales, desgraciadamente. Ellos se han excluido de lo poco que hemos podido conquistar. Estamos animados por tantas buenas intenciones para luchar contra el maniqueísmo que nos resulta muy difícil creer que nuestros enemigos no lo son tanto y que debemos aceptarlos a ver si conseguimos que comprendan algo de nuestras verdades. Es un drama terrible para todos los revolucionarios. Queremos creer en la bondad de los “extraños”. Y cuando menos preparados estamos nos dan el zarpazo. Por ello revistió tanta fuerza aquella vieja consigna antifascista del “no pasarán”, porque, ante la posibilidad de que no se llegara a percibir el ataque momentáneo, se adoptaron posiciones drásticas y a veces inoperantes, ridículas y absurdas. Pero ello no le quitó efectividad en muchísimas oportunidades.
Cada pueblo tiene sus urgencias, sus estrategias, y también sus problemas por resolver. Cuba no es una excepción, pero de ahí a compararla en algún aspecto con los Estados Unidos hay un trecho muy largo. El individuo tampoco se queda fuera de ninguno de esos senderos. Y por supuesto, mucho menos puede apartarse el gobierno cubano y sus miembros que han alcanzado algún poder revolucionario. Todos estamos colocados en la historia con nuestras sabidurías y limitaciones. Me es insobornable afirmar que me acerco sobre todo a los que aman esa gran gesta que es aún la Revolución Cubana de 1959, a los que luchan por revitalizar sus auténticos postulados, a los que no se han rendido ante los fracasos y siguen sosteniendo que debemos ser mejores.
No quiero andarme por las ramas en este asunto. No soy imparcial ni neutral. No creo en espacios como Estado de Sats y en su director Antonio Rodiles, como tampoco en Generación Y con su famosa y multipremiada bloguera Yoani Sánchez, desde La Habana. Casi lo mismo me sucede con Cubaencuentro, desde Madrid, y muchísimo más con Radio Martí, desde Miami. Me basta un mínimo comentario: el elogio que realizan de la “normalidad” en que viven otros países; que antes de la Revolución teníamos un país con mayores valores y que la solución a todos nuestros problemas comenzará cuando haya un cambio de régimen –como está de moda en estos últimos tiempos-. Todos ellos saben que mienten. Entonces, decididamente, no los quiero a ninguno como acompañante de nada de lo que haga. ¿Una exclusión? Depende como se mire. Lo que está muy claro es que estamos haciendo una historia diferente y nunca debemos permitir que sean ellos los que nos dicten los caminos a seguir, sólo eso y nada más, porque ninguno de ellos pertenece al grupo de las “nopersonas” ni a la “nohistoria” de nuestro país. Ahí están. Y en verdad, a nivel mundial, según la difusión que tenemos, quien más pertenece a ese colectivo de las “nopersonas” que está en la “nohistoria” soy yo. ¿Qué quieren, que ni en la pobre casa conquistada con tantos esfuerzos, sacrificios y demasiadas contradicciones tampoco pueda sentirme persona e historia para realizar un debate específico sin que ellos vengan a cambiármelo? No, de ninguna manera les entregaré ni mis luchas ni mis lágrimas, aunque haya visto y pueda seguir mirando un montón de errores u horrores, sé que lo que ellos representan con sus mentiras multiplicarían por millones los errores y los horrores. Prefiero seguir luchando contra todas las lacras que arrastramos. No me cansaré de repetir que elegí que nunca los niños cubanos dejen de jugar felizmente. Y eso, vamos a ser bien sinceros, me aproxima más a evitar el zarpazo que algunos quieren darle a la Revolución Cubana. Evitar el zarpazo, sobre todo el zarpazo contra esa tierra donde se ha fundado la esperanza, al menos una mínima esperanza en este desastre de planeta que estamos compartiendo, me interesa ahora mucho más que “La “nohistoria” actualizada en Cuba”. Conclusión: el debate sobre la esfera pública en Cuba, organizado por el Centro Teórico-Cultural Criterios, me interesa muchísimo, pero aún creyendo en las reales posiciones y riquezas del disenso, no reconozco como “disidentes” a los que se acercan a nosotros con esa máscara. ¡Que se la quiten! Entonces podremos juntarnos y analizar el por qué la historia y la “nohistoria” de todos ha de tener su responsable consenso.
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