jueves, 16 de enero de 2014

El refugio de una bandera independentista



Si predicamos mucho nuestras ideas, los poderosos dicen que estamos adoctrinando y eso es negativo hasta para nuestro propio ideario. Hemos creído en los pensamientos que más nos perjudican. Nos dicen incluso que cualquier lucha por la identidad de un pueblo es un empobrecimiento cultural que sólo nos llevará al terrorismo. Ahí el miedo se apodera de los más auténticos sentimientos que nos unen. Y volvemos a pelearnos para reclamar un trozo de tierra para ti y otro para mí como si eso fuera el gran valor de los pueblos. Casi siempre somos nosotros mismos los que impedimos acuerdos importantes. A la sombra de todas las desesperaciones del camino hemos creado un perfecto lenguaje de supervivencia mundial muy conveniente para que los poderosos nos sigan dominando.

¿Por qué funciona todo esto? Es de una simpleza extraordinaria: nos han hecho creer que somos los trabajadores -los creadores de todas las riquezas- los esclavos del Capital. Nos han convertido en las piezas más laboriosas del engranaje del Sistema Capitalista, el mejor sistema de toda la Historia que consiguió, con un descaro sorprendente, la desintegración de la libertad y de la igualdad en un pequeñísimo trozo de tierra soberano: nuestras posibilidades individuales en la selva del bienestar. Siempre que apostemos por trocearnos estaremos engrasando la estructura de opresión más grande que se ha concebido para nosotros y para toda la Humanidad.

Vengo de Cuba, un lugar donde interesaba mucho que la libertad se desenvolviera hacia la realización creadora de las personas en igualdad de oportunidades. El país entero se llenó de instituciones culturales y educativas para que el estudio y la creación artística y literaria fueran uno de los más apreciados bienes. Y por ahí empezaría el largo camino de humanización para crear un verdadero país y no la migaja de tierra que nos serviría de tumba. Mientras no estemos cultivados no seremos absolutamente libres.

¡Es que en Cuba se hizo tanto por la formación del ser humano! ¿Qué pasa con esas conquistas? Existe una respuesta muy clara que apenas oímos: los valores de Cuba no caben en los Bancos del Capital. Por esa falta le mantienen un bloqueo y un sinfín de otras agresiones, porque, según los poderosos del Capital, Cuba es una dictadura que padece de inmovilismo, ¿es que acaso los otros países se mueven mucho para que todos sus ciudadanos tengan las mismas oportunidades y se cultiven dignamente o sí se mueven muchísimo para que los poderosos del Capital mantengan su dictadura sobre los pueblos? Sí, se mueven muchísimo, porque la inmensa mayoría de esos países sólo reconocen los derechos de aquellos que entienden con disciplina lo que exige el Orden Establecido: que cumplan con rigor los valores que los Bancos quieren recibir puntualmente. ¿Ese es el país que queremos? ¿Catalunya independiente cumplirá con los valores que nos han impuesto los Bancos y el Capitalismo? ¿Esa es nuestra bandera?


Cuba cambió su Orden, pero sola no podrá llegar muy lejos. De ahí las grandes dificultades que atraviesa el pueblo cubano y lo terrible que puede significar la ruptura entre los pueblos. Vivimos tiempos para exaltar la fraternidad y no las divisiones. Y es que el propio pueblo catalán ya está troceado por los intereses de los poderes dominantes en las diversas épocas de su existencia. Cuba debe gran parte de su libertad a la solidaridad de otros pueblos, a su generosa cooperación con los más desfavorecidos y a no olvidar nunca los variados componentes de su historia. ¿Pueden pensarse con suficiente rotundidad estos pensamientos en Catalunya? 

Ahora, cuando ya vimos cómo la Unión Europea impidió que el pueblo griego votara en referéndum los recortes sociales que se le harían y no fuimos capaces de sentirnos todos griegos, tal vez podríamos entender la necesaria e imprescindible fraternidad entre los pueblos para su liberación. Cuando entendamos el valor de la fraternidad, entenderemos todos los conflictos del ser humano. Resulta vergonzoso para el pueblo catalán y sus luchas que el presidente de la Generalitat de Catalunya se dirigiera a la Unión Europea diciendo que "si Catalunya se independiza de España sería un contribuyente neto a los fondos de la Unión Europea", o sea, que el aporte que, supuestamente, realiza Catalunya a pueblos hermanos como el de Extremadura irían a otra parte. ¿Se ha pensado en el sentimiento de oprobio que pueden representar esas palabras para la cantidad de extremeños y sus descendientes que viven en territorio catalán y que han contribuido decididamente al enriquecimiento de Catalunya? No, al parecer esto se ha pasado por alto, ya que también, al parecer, el poder catalán entiende que estos extremeños eran unos pobres esclavos y aquí se redimieron, ¿de verdad se redimieron? Y es que como esclavos es como el poder ha querido tener siempre a la clase trabajadora. Si los principios de solidaridad y de compartir la existencia como iguales no se generaliza en Catalunya, difícilmente los catalanes alcanzarán sus sueños más queridos.

Ahora mismo estamos presenciando el gran valor de la fraternidad cuando vemos a los madrileños y de otras ciudades españolas salir a las calles para apoyar la unión de los vecinos del Gamonal, en Burgos, que han esgrimido el "Sí, se puede" para enfrentarse a los poderosos. ¿Sentimos en Catalunya la solidaridad de los demás pueblos de España y de Europa? Evidentemente, no. Quizás sea porque esos pueblos estén pensando que los catalanes deberían entender la generosidad de los sentimientos fraternales y que junto a sus luchas nacionales también se planteen luchar junto a todos los que sufren el mal gobierno del Estado Español y de la Comunidad Europea del que Catalunya también forma parte. ¿Podrían hacerlo? Desde luego que sí, pero antes deben cuestionarse si la libertad que buscan es un derecho pleno o sólo una mercancía que pueden comprarse con las riquezas acumuladas. Si esta incógnita pasa la prueba, ¿qué no se podría hacer desde Catalunya, desde España, desde Europa y desde el Primer Mundo en general donde hay tanto poder en tanta vergüenza acumulada? ¡Sería posible la verdadera libertad para todos! Sólo cuando luchamos para que los diversos pueblos dejen de ser esclavos del Capital podemos imaginar que juntos alcanzaremos la plenitud de nuestras identidades. Jamás debemos dar por válidos aquellos argumentos basados en la imposibilidad de los pueblos para encontrarse y convivir juntos. Es que juntos ya estamos viviendo en el mundo entero, ¿queremos girar en contra de ese destino? No puedo creer que sea ese giro al revés la defensa catalanista, ya que ello sería encerrarse en el refugio de una bandera independentista mientras se ahoga la lucha imprescindible que habrán de forjar todos los pueblos cuando, ampliamente cultivados, echen a andar, sin el permiso de los poderosos, los procesos constituyentes de sus nobles aspiraciones contra los opresores de siempre y de todos.



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