Causa
estupor, un inmerecido estupor, admirar la hermosura del esfuerzo realizado por
la AODI (Asociación de ocio para discapacitados intelectuales), la AACE
(Asociación de autores de cómic de España) y la Diputación de Alicante para
entregarnos el sereno y feliz libro de cómic “Un mundo de capacidades” y contrastar
semejante belleza con esas imágenes dolorosas de los pueblos de España, donde “nuestros
chicos discapacitados” desfilan para reclamar el mantenimiento de sus
conquistas sociales que, no siendo solamente de ellos, nos arrancan a todos un
poco más de la confianza en la Historia. ¿Fue cierto que luchamos por unas dignidades
y que las conseguimos? Pareciera que una nueva peste traída por las ratas que
permanecían en su agujero vuelve a amenazarnos. ¿Qué hacemos con la ternura que
reflejan “nuestros chicos…? Sin ternura los pueblos no son pueblos, los países no
son países, la historia no es historia. Simplemente porque sin la ternura no es
posible respirar con agrado.
Nuestro
libro no se refugia en la amargura ni en la ansiedad que en estos momentos
vibran en las comunidades de discapacitados por todo lo que unas ratas les
están quitando, es al revés, nuestro libro, apenas rozando la crisis que se
ceba en la fragilidad del corazón, se nutre con unos textos tan sencillos como
los latidos cotidianos que nos afirman en la vida, una obra de bondad que se
levanta con unos trazos juguetones, cálidos y elegantes en planos siempre
rítmicos que atrapan todos los colores. Nuestro libro es el fiel reflejo de la
alegría de “nuestros chicos discapacitados”. Una alegría que desborda las “capacidades”
que el llamado “mundo normal” parece estar perdiendo: ¿será que en su “normalidad”
está prohibido vencer a las ratas que nos han traído la peste de estos momentos?
Así,
entre historias sumamente sencillas, como para recordarnos que en tiempos
turbulentos no hay nada mejor que el coraje de la sencillez, nuestro libro nos
explica que con una sonrisa colectiva se arriba a ser súper héroe, que con un
juego en el parque se define la dicha, que con la pura observación de Pau al
sentir la diferencia se sabe en qué consiste ser feliz, que con la presencia de
los AngelMan entendemos que el contacto físico para la amistad es muy
importante, que con Blasito haciendo
girar un cordón de zapato se ve la raíz inmortal del silencio atrapada en el
tiempo y que con un pequeñísimo bajel pirata dentro de una botella puede
aprenderse a devolver a las ratas al agujero del que han salido… Ah, eso es lo
que nuestro libro pretende decirnos y por una razón muy sencilla: la inutilidad
y la infelicidad que provoca no conocer la ternura es la discapacidad que tienen
las ratas para traernos la peste, y la felicidad y la utilidad de conocerla es
la capacidad que tenemos todos para mantenerla, librarnos de la peste y devolver
a las ratas al agujero de donde han salido
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