En
el último trabajo del vibrafonista Andreu Vilar, “A sol i serena”, un CD con
ocho composiciones del músico catalán y realizado en compañía del saxofonista
Vicent Macian, el contrabajista Juan Pablo Balcázar y el batería Carlos
Falanga, podemos sentir el rico sabor deseado por el artista cuando nos dice
que “querría que el proyecto fuese igual que un licor refinado por el aire
libre del día y por la humedad de la noche”. ¿Qué se siente al escuchar esta
música? Lo que él dice: suavidad, libertad, ternura y embeleso. ¿Cómo se toma? Muy
sencillo: a sorbos de la dulce sonoridad inagotable del buen licor.
Una
cosa resaltaría con verdadero entusiasmo: el afán del artista por situar su
vibráfono con soberbia y humildad en el reino del jazz. Con soberbia porque su
paseo entre disonancias, repeticiones e improvisaciones desafía a los demás
instrumentos participantes en el viaje conjunto sin cubrir a ninguno, y con
humildad porque el nervio cristalino de su ritmo introduce sublimes entradas y
permite recios acompañamientos a todos. Andreu sabe cómo entrar, estar y salir
del cuarteto para bordar cada una de sus composiciones igual a como se oxigenan
las variadas formas de la viña.
Decididamente
este joven artista catalán ya debe estar sembrando el ambiente de futuros
licores. Acabado el disco-vasija que nos ha presentado ahora, se queda uno con
ganas de seguir escuchando-tomando la calidez-soñolienta del buen jazz, de la
buena música y del embriagante encuentro con la sabrosa bebida que entre Porto
y Berlín ha recreado Andreu por los caminos de Les Gavarres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario