Y ahora,
de pronto, Cameron “es un demócrata”. Él se lo cree y lo proclama, o sea, el Reino Unido es
la democracia que pretende convencernos de su fiabilidad. Sin duda
que ha habido una diferencia entre la actitud del Reino Unido ante el
conflicto con Escocia y el que mantiene el Estado Español con
Catalunya: dentro de los contextos históricos respectivos, la Cámara
de los Comunes en Londres acordó que los escoceses decidieran su
estatus territorial y el Parlamento Español en Madrid ha decidido lo
contrario con los catalanes, y para de contar. Podríamos analizar
desde múltiples aspectos el por qué Cameron llegó a esa decisión
y seguramente arribaremos a la conclusión de que no lo hizo por ser
un demócrata, sino por las coyunturas que, con sus posiciones,
intereses y expectativas, existen en el Reino Unido para tal
decisión, muy similares sistémicamente al por qué Rajoy no decide
lo mismo en España. Es muy posible que ambos líderes políticos se
estén felicitando después del susto y las promesas de última hora
para aumentar el discurso del miedo, pero gracias a ese muy calculado
proceso final puede sentirse respirar a los gobernantes de la Europa
más retrógrada y a su amo estadounidense después del NO a la
independencia de Escocia. Para ellos el desplome del Orden Mundial
sólo tiene explicación dentro de las corrientes Comunista o
Popular, pero no para la Capitalista o la mal llamada Democracia.
Democracia, para ellos, no es el poder activo del pueblo consciente
de sus capacidades para la reflexión y la responsabilidad, sino la
eterna confianza y resignación del pueblo a ser gobernado por los
poderosos y dejarse arrastrar por ellos en busca de unos derechos
individuales donde siempre los propios poderosos tendrán tiempo para orientar.
No nos
engañemos, Cameron no es ningún demócrata, como no lo es Rajoy,
pero para el establishment sistémico los dos lo son
independientemente de lo que decidan. Si los ejemplos para las luchas
que estamos emprendiendo con nuestras organizaciones, mareas y
movilizaciones populares son Cameron, Merkel, Hollande, la Troika, la
UE, Obama, los EEUU, el FMI, el BM, la OTAN y tantos otros
especímenes por el estilo, incluyendo a Rajoy si decide ser como
Cameron, que agonizan en un Orden Establecido vencido por la
Historia, mala cosa para el mundo que aspira a ser diferente a como
lo tienen concebido estos ejemplos. Y si nosotros llegamos a creer
que porque se deje consultar o votar una propuesta de secesión en el
Estado Español estamos en democracia estaremos echando por la borda,
como mínimo, una porción bastante grande de tiempo ilusionado donde
se lucha por toda la dignidad y las más justas reivindicaciones de
los pueblos.
¿Cuántos
españoles de ayer están absolutamente desencantados del destino que
tomaron sus batallas? ¿Podrían repetirse estos sentimientos en
otras naciones? De hecho, a día de hoy en Catalunya estamos en muy
parecidas condiciones a las que condujeron a la transición política
española de 1978: la correlación de las fuerzas ante el empuje de
un nuevo país están a favor de las fuerzas menos democráticas y
más manipuladoras del país. Y pensando que es mucho mejor repetir
lo bueno ya escrito que intentar nuevas formulaciones, copio in
extenso párrafos antológicos del artículo de Vicenç Navarro “Lo
que está pasando en Catalunya y en España”, donde el autor
reflexiona sobre la manifestación de la Diada Catalana en forma de
“V” celebrada en Barcelona el pasado 11 de septiembre y sus
relaciones con hermanos de angustias y esperanzas, el más decisivo
bloque para que juntos alcancemos la verdadera libertad:
“El
Procés Constituent, un movimiento político social al cual apoyo,
comprometido con un cambio profundo de Catalunya, exigiendo que sean
las clases populares –la mayoría del pueblo catalán- las que
decidan, no solo sobre la relación de Catalunya con España, sino
sobre todas las dimensiones que afectan a la cotidianeidad de dicho
pueblo, convocó un acto dentro de la “V”. Y para mostrar su
solidaridad con otros pueblos y naciones de España dio la bienvenida
a las Marchas de la Dignidad, con delegados de Andalucía, de Galicia
y de Madrid. El acto se celebró en la plaza donde coinciden la
Diagonal (una de las ramas de la “V”) y el Paseo de Gracia, donde
todavía hoy existe un monumento heredado del fascismo, y donde está
la sede del Deutsche Bank. El motivo de escoger ese lugar era
relacionar el enorme poder de un banco cuyas raíces estaban en el
régimen nazi con el nazismo y el fascismo que habían existido en
Alemania y en España, relación fácil de establecer conociendo el
origen nazi de tal banco. La plaza estaba llena a rebosar. Nunca
había estado tan llena. Y aunque había muchos miembros del Procés
Constituent, la mayoría no lo eran, pues había muchísima gente de
la V.
Y allí ocurrió un momento que sin
hipérbole se puede definir como histórico. En un ambiente festivo,
lleno de canciones y alegría (no hay nada más empoderador que
sentirse parte de un gran colectivo que comparte una causa justa y
canta para celebrarlo), subieron al estrado el compañero andaluz
Diego Cañamero (Sindicato Andaluz de Trabajadores), miembro del
movimiento andaluz, así como el delegado del movimiento gallego,
Manolo Camaño, y el representante de la delegación madrileña,
Ernesto Sarabia. De pronto se hizo un gran silencio, en una plaza
llena a rebosar de banderas independentistas. Comenzó Diego
Cañamero, quien indicó que la causa del movimiento en defensa del
derecho a decidir del pueblo catalán era también la causa de todos
los trabajadores de los distintos pueblos y naciones de España, que
este Estado español no era su Estado tampoco, y que nuestra victoria
sería la victoria de la otra España, la España plurinacional. En
un discurso de una extraordinaria elocuencia, confirmó la causa
común de la lucha por el derecho a decidir con la lucha por los
derechos laborales y sociales. El silencio fue roto en la plaza con
una enorme ovación que duró mucho tiempo, una de las ovaciones más
intensas de la tarde. Y cuando el delegado de Madrid se presentó
como representante de las clases populares madrileñas, explotadas
por el propio establishment basado en Madrid, continuadoras de
aquellas que lucharon en defensa de la República en contra del
fascismo hasta el último día durante la Guerra Civil, y a las
cuales el Presidente Companys, de la Generalitat de Catalunya, había
dicho “madrileños, Catalunya os ama”, la plaza estalló en uno
de los aplausos y ovaciones más grandes que se hayan oído en una
manifestación en Barcelona. El momento fue de una enorme emotividad.
Y era imposible no pensar que allí se veían las semillas de otra
España que está surgiendo en este país, una España republicana,
una España plural, justa y democrática, en la cual los pueblos y
naciones puedan decidir sobre todo, incluyendo cómo se relacionan
entre sí.
Lo que estaba ocurriendo allí, en
aquella plaza, representaba una lucha que existe incluso dentro del
movimiento del derecho a decidir y del movimiento soberanista en
Catalunya, y que apenas ha aparecido en los medios, claramente
controlados por las derechas del movimiento soberanista catalán.”
Gracias,
Navarro, por mostrarnos que todo puede ser muy bien maniatado,
incluso en instantes de gloria nacional. Vemos cómo todo está
siguiendo un armonioso encaje, con consulta o sin ella, con
independencia o sin ella, para que no cambie casi nada si acaso se
produjese un pequeño o inmenso estallido emocional por cualquiera de
las partes: el guión debe opacar el sueño más real de los pueblos,
aquel que enaltece su máxima senda de fraternidad entre ellos. Esto
debería llamarnos a todos a una profunda reflexión sobre los
próximos pasos dentro de la magnífica movilización conseguida. A
día de hoy entre el Reino Unido, España y Catalunya sólo hay un
matiz -un tanto sin definir aún con total claridad-, pero la base
fundamental de estos tres territorios sigue siendo la misma: continuo
enriquecimiento de las élites, las medias-élites que funcionan como
capataces y la mayor opresión a la clase trabajadora condenada a
sobrevivir con las migajas que les dejan y que les generan las más
diversas actitudes. Del 1 y el 9% de la población contra el 90%
restante. Tal vez sea este el verdadero matiz que podemos descifrar
para convencernos de que Cameron no es ningún demócrata. Cameron,
al frente del Reino Unido, es el mayor gendarme del “Caos
Capitalista” que dirigen los Estados Unidos de América en Europa.
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