Basta darse una vuelta por una de las oficinas de Serveis Socials para conocer la broma que aún se juega con una de las consignas que pretende ampliar el procés independentista catalán. Aunque no se quiera buscar el canto de Petrarca, aparece el infierno del Dante.
Si usted cae en la pobreza y cree que lo sostendrá la Renta Mínima de Inserción (RMI o PIRMI con unos 400 euros mensuales), debe esperar. Debe seguir cayendo. Cuando finalice el viaje de 1 año y llegue a la extrema pobreza podrá acceder a esta Renta y quizás puedan levantarlo. Se dice que los milagros existen para candidatos como usted.
Es que son tantos -dicen en las oficinas- los que están en la miseria, que la RMI solo es para aquellos que logran sobrevivir a sus infiernos. Para los que empiecen a caer en alguno de los círculos y den el aviso, recibirán de los trabajadores sociales la pena que algunos políticos les han dado para explicar las ideas que ahora mismo no saben aproximar. Y mientras pase el tiempo, a usted se le ayudará con algo para las facturas consideradas de emergencia. Ni el plan contra la pobreza energética ni el otro contra la pobreza en general dan capacidad para sostenerse en la caída. Los dos son letales.
Si que alguien viva en la ignominia de la extrema pobreza es degradante para toda la sociedad, que se sigan enviando a otros más a tal estadio es aún más aberrante: se está poblando el infierno e increíblemente los próximos pobladores se ríen ante el nuevo DNI que observan desde lejos. El espectáculo de los vivos continúa alegremente en el gran circo donde los acróbatas hacen magia con las riquezas del futuro. Pero el reloj amenaza con toda su crueldad. Cuando una clase política y social no sabe cómo sacrificarse un poco por los demás, se vuelve carroñera. La tardanza en percibirse esta situación ahueca el triunfo del procés. Entonces, sin distinción de mayorías o minorías, se levantan las huellas de los muertos y establecen su infierno en nuestras calles, plazas y saludos matinales.
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