Cielo
azul, día soleado, son las 11 y 24 minutos de la mañana del 13 de octubre del
año 2013 y arranca en las fuentes de Montjuïc uno de los movimientos más
limpios y gozosos en la historia de Catalunya: el Procés Constituent. Habla mayoritariamente
en lengua catalana, pero no participa del diferendo lingüístico que múltiples
fuerzas políticas azuzan para dividir al pueblo. No se alza ninguna bandera,
salvo la de la esperanza en el natural entendimiento de las personas, de los
pueblos y de sus ideas por vivir un mundo diferente al que tenemos. Más allá de
las palabras, siempre necesarias también, se plantea el inicio de una campaña
popular: “Construyamos la República Catalana del 99%”. El próximo 16 de
noviembre se producirán al unísono asambleas locales y el día 30 habrá
acciones.
No
se trata de “deshumanizar al 1%” que se aprovecha del trabajo de nuestras manos
y mentes, porque todos somos víctimas del Sistema Capitalista que hemos
construido y si este no funciona para todos, por mucho cambio que hagamos de
personas en el poder, nada cambiará, entonces hay que cambiarlo todo. Así de
claro se ha manifestado hoy el Procés Constituent en Barcelona.
No
todos pensamos igual y el respeto a la pluralidad es la máxima riqueza de este
movimiento que crece en Catalunya. Dentro hay independentistas y no
independentistas, pero todos aspiran a lo mismo: la diversidad no podrá ser
nunca el consentimiento de la pobreza o la extrema pobreza y actualmente, según
un Informe de prestigiosos economistas citado por Teresa Forcades, en el
territorio catalán existe un 30% de la población en riesgo de exclusión y un
12% en la miseria. Tampoco la diversidad podrá ser la tolerancia con la
enajenación de las personas. La diversidad tiene que significar la libertad de
todos para disfrutarla. Así, lo saben todos, el Sistema Capitalista no tiene
capacidad para instaurar en ninguna parte una República, una independencia y
una Constitución Nacional realmente para todos y desde abajo. En ese
conglomerado que no cesa de caer cada vez más hacia el abismo existe aproximadamente
un 40% que está próximo a reventar la escala del poder que lo sepulta; un 39% va
soportando resignadamente la caída; un 20% espera obtener algún beneficio, aunque no le agraden las caídas; y ese 1%
restante domina todos los hilos de la tormenta sin conciencia alguna de su propia perversión. ¿Podrán las diferencias entre
nosotros conspirar contra la necesaria unidad del 99% de la población? El 1%
tiene todos los recursos para que la conspiración sea el éxito a su favor que
ha sido siempre. ¿Otra vez lo logrará? Dependerá justamente de hasta dónde
podamos asumir o maldecir, con el ánimo de disfrutar, nuestras diferencias transformadas.
Sí,
contra el Sistema Capitalista es la lucha más fuerte. No hay otras luchas tan
apremiantes como la lucha por la vida de cualquier ser humano y por eso sólo hubo
un momento de silencio, el que pidió Arcadi Oliveres por los más de 300
emigrantes muertos frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa. Ni los
muertos, ni los sobrevivientes, ni los simples habitantes de aquella pequeña
tierra pueden sentirse felices con ninguna nacionalidad que los condena a un
modelo de vida donde contemplar el horror es algo natural.
El
resto del tiempo del acto, en manos de oradores, cantantes, instrumentistas y
hasta de un payaso se dedicó a la fantástica gracia de estar vivos y convocar
al aumento de este precioso encanto de luchar por la vida. No podemos
antagonizar fuerzas o demeritar entusiasmos. Tenemos que abrazarnos y unirnos a
sus luchas con los que se alegran en la defensa de la lengua y la cultura
catalanas. Lo mismo con los otros pueblos hermanos de España, de Europa, de
África –sobre todo de esa África milenariamente sufrida-, de Asia, de Oceanía y
de esa recia y hermosa América Latina donde vibran nuestros antepasados.
“Sí,
se puede”, fue el clamor que se extendió más allá de las fuentes de Montjuïc.
No es una utopía lo que tenemos en nuestras mentes. Es la única victoria para
la que está preparada la sociedad humana, sólo hay que empezar a darle suaves
empujoncitos y lograremos hacer ahora la revolución para luego seguir
haciéndola.
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