Tenían que venir los Bancos, con CaixaBank y Sabadell al frente, las
otras grandes empresas emplazadas en Catalunya y los más diversos
funcionarios de la Unión Europea, a decirnos cómo es el Sistema
para que se rompa el hechizo donde se esconde la patronal de la
independencia. Sencillamente y de un plumazo han venido a decirnos a
todos que los pueblos no tienen ningún significado en sus ofertas
aparte de comprarse y venderse. ¿A quiénes nos vende CDC? ¿Quiénes
compran ERC? El paisaje empieza a iluminarse antes de la batalla: la
independencia, la verdadera independencia sólo se logra luchando
contra el Capital y todo su entramado político, económico y
cultural. Mientras muchos independentistas catalanes crean que esa
lucha es cursi, pasada de moda, anti-democrática y todos esos
eslóganes con que se perfuman, sólo se estarán enseñando unos a
otros, para regocijo de la clase donde se han cobijado, las máscaras
de la más pueril inocencia.
Después de los últimos comunicados de la Banca, los empresarios,
los círculos de economía y la gran muralla europea, todo se hace
más claro para los intereses de los pueblos: volvemos a extender la
fraternidad de nuestras luchas de clases o la perdemos al alíarnos
con el magnate Warren Buffett cuando dijo “sí, hay una guerra de
clases, de acuerdo, pero es la mía, la de los ricos, la que está
haciendo esa guerra, y vamos ganando". ¿Es que el pueblo
catalán va ganando su independencia por su pertenencia a esa clase o
es un pueblo como tantos otros que se ahogan en el Mediterráneo por
no saber cuál es el enigma de su indispensable lucha como pueblo?
Ya sabemos con mayor conciencia que aquellos que nos dijeron que la
lucha de clases había terminado incurrían en el mayor sofisma de la
historia contemporánea: dijeron que nos traían hermosas manzanas y
eran desperdicios de animales muertos lo que nos han puesto en
nuestras banderas. Hasta que no echemos de nuestras mentes esos
cementerios no tendremos derecho a decidir quiénes somos.
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