Más allá de nuestra deteriorada alma
humanitaria surgen múltiples interrogantes sobre la crisis
migratoria que avergüenza a Europa. ¿Por qué se insiste en que son
refugiados sirios cuando sabemos que son de una veintena de países
en guerras provocadas por el intervencionismo occidental y saqueados
por las transnacionales y de los que ya muchísimos deambulan como
ilegales por toda Europa? ¿Por qué ahora cuando aún no hemos
salido del estupor ante los desastres que la Unión Europea planifica
en Grecia? ¿Es parte de la batalla contra los movimientos populares
por el cambio en el continente? ¿Por qué ahora, cuando aún el
conflicto de Ucrania, también provocado por la Unión Europea y los
Estados Unidos, sigue latente? ¿La crisis de los refugiados creará
más problemas a los pueblos europeos y se olvidarán de la crisis
económica y política que padecen así como del TTIP, del TISA y de
todo el expolio social que las derechas negocian en Bruselas para
inmigrantes y nacionales?
Todo parece tan claro. Por primera vez en estos
asaltos migratorios emerge en la orilla de una playa tranquila el más
temible de los horrores visto: un niño, con sus ropitas de colores
mojadas por el agua, con las puntas de sus zapaticos hundidos en la
arena y con la piel muy blanca de sus piernas, brazos, manos, espalda
y el perfil de la cara reposando el silencio de su muerte entre las
suaves olas del mar. Enmudecemos, mirarlo es gritar, mucho más de lo
que gritamos por aquel niño negro asediado por los buitres durante
las hambrunas africanas. Seguramente la nueva imagen recibirá el
premio a la mejor fotografía del año en la competencia criminal con
que el Sistema festeja lo humano con un espectáculo. El primer
ministro inglés, después de “la plaga” de inmigrantes que
rechazó en el Paso de Calais, dice que “puede recibir a miles de
refugiados”. El primer ministro húngaro dice que Hungría,
Polonia, Eslovaquia y Estonia “están dispuestos a acogerlos, pero
que ellos quieren ir para Alemania”. La canciller alemana dice que
“no acepta excusas de ningún país europeo para no recibir una
parte de los refugiados”. ¿A qué beneficia el grito mudo que
estamos dando por el niño muerto? No lo sabemos. ¿Es un ajuste de
cuentas entre las derechas? ¿Deben ellas mantener el orden de sus
intereses y este es su gran objetivo con todos: todos somos
refugiados de las derechas transnacionales?
¿Habrá una escalada militar contra Siria y
contra los kurdos por parte de la OTAN, recién reunida en Turquía
para apoyar sus ataques al denominado Estado Islámico y a la
guerrilla kurda? ¿El caos provocado por la OTAN en Libia producirá
otra intervención de la OTAN en ese país? ¿Y qué pasa con el
arribo de armamentos y tropas de la OTAN a las fronteras con Rusia?
¿La industria armamentista debe satisfacer las flaquezas de la
economía global echando a andar la maquinaria belicista? Las
preguntas se agolpan por millones y nadie se atreve a comentar qué
se cierne sobre Europa. ¿Quién hará hablar al silencio del niño
muerto y al grito mudo de todos los que miramos la tragedia?
Ayer viernes 4 de septiembre se reunieron en
Barcelona los llamados “alcaldes del cambio” en España y fueron
rotundos: “Hemos venido para quedarnos”. ¿Cómo los
alimentaremos y los sostendremos ante las tantas tramas que le
preparan las derechas en los máximos poderes de Europa, España y
Catalunya? Sabemos que las ciudades-refugio son hermosos reflejos de
humanidad, pero también entendemos que la mayor hermosura está en
impedir la continuidad de las guerras y los saqueos de países
enteros que promueven los intereses de las transnacionales. El cambio
es bien grande, pero se puede, y no se trata de cortejar a los
inversores en una Maratón por la paz y contra la pobreza, sino de
compartirlo todo para que funcione bien la cooperación, que es lo
que realmente puede expresar la humanidad que nos nombra y nos
asombra. Lo hacemos o nos quedamos en la comedia de siempre donde el
silencio de los muertos y los gritos mudos de los vivos sólo
alcanzan para producir nuevos premios en fotografías impactantes. No
lo olvidemos: luchar a favor de refugiados e ilegales es luchar por
nosotros mismos.
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