viernes, 27 de noviembre de 2015

¡Viva la coherencia de la CUP!


En entrevista para Ariet el diputado de la CUP Benet Salellas expresa: "Tú puedes hacer una cosa políticamente impecable y coherente, pero si no lo entiende nadie, desde una perspectiva política no sirve. Si todo el discurso que estamos haciendo y diciendo que no a la investidura de Mas, la gente no lo entiende, ¿tiene sentido continuar con esta postura por coherencia estricta?". Sí, y no estáis solos.

Por coherencia estricta y si es anticapitalista es que puede avanzar el proceso independentista. Quienes piensan que avanzaremos sin una completa revisión del sistema capitalista dirán lo mismo que en sus recientes intervenciones dijeron Homs y Mas-Colell. Ayer este último, expresándose medio en broma y mucho en serio, lo completó ante el dinero que hoy recibió de España: “si tenemos que arrodillarnos, lo haremos, pero que paguen”. Y es que ya estamos arrodillados con estos pensamientos. La CUP no puede creer que su postura en la “perspectiva política” es inservible “si nadie la entiende”, pues sólo la coherencia que practique puede hacerla entender. La independencia no es una resolución de consabida suspensión, sino un sacrificio y una resistencia aún por definir y a concretar por la sociedad catalana. Ayer mismo en el programa .CAT se iluminaba el asunto. Dos empresarios debatían: uno dijo que lo suyo “es la empresa y no la política”, mientras el otro le decía que debía pensar más allá de su empresa. ¿Pensar más allá de su empresa, más allá de los beneficios particulares, más allá del capitalismo? Imposible, falta mucho trabajo por hacer. También los farmacéuticos quieren cobrar, todos queremos cobrar: es la médula de la existencia que llevamos. Mientras no se resuelva la agresión de la empresa privada al proyecto colectivo, este no saldrá adelante. Si la CUP mantiene su coherencia será estigmatizada allí donde ya lo está haga lo que haga, pero si es incoherente sufrirá en los ámbitos que le dan vida y en aquellos donde aún se conserva la esperanza en la virtud de la coherencia política.

La cultura de la mentira, la hipocresía, la mercantilización humana, el festejo del consumismo, la banalidad de los bienes públicos, el espectáculo de la política mediática para la galería, el sistema que rechaza la cooperación para la vida y ensalza la competencia, la confrontación y la guerra por conquistar beneficios privados, todo, absolutamente todo dirigido por los gendarmes empresariales que no creen en alternativas al sistema capitalista no es la cultura de la CUP. Todos sabemos por qué aguantamos al sistema: no sabemos zafarnos de sus garras que nos siguen ofreciendo espejismos de sabiduría y seguridad a cambio del miedo a descubrir cómo echar abajo su cultura. Sólo con coherencia y verdad en el discurso político la sociedad puede atreverse a un acercamiento. La verdad y la vida no nos vendrán por aritmética de escaños o de votos, sino por conciencia de mucha gente harta de la incoherencia política. Ya se sabe que la independencia, la verdadera independencia, es transformadora y no pasa por limosnas que hunden aún más la condición humana. Si la CUP nos empuja a decepcionantes derroteros, ¿qué nos queda? No juguemos con la inocencia y la irresponsabilidad. Acabemos de entender que la transformación cultural de nosotros mismos es la esencia y no los fuegos artificiales de una conquista que, de no tener sustancia, seguirá pasando frío en el invierno.

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