El tiempo ha de pasar y la historia tiene que hacerse, no cabe duda, pero con la persistente divulgación de obras como El Imperio, de Ryszard Kapuściński, se impone la maquinaria de propaganda capitalista y se hace Dios de todos los dioses: un engendro global que cuida su imperio como al paraíso. Su Edén necesita del talento del autor polaco para satanizar al comunismo.
En su libro, Kapuściński detalla ampliamente que la política bolchevique de los koljoses en el campesinado ucraniano llevó a que los padres, obligados por el hambre, se comieran a sus hijos. Describe con igual amplitud cómo todo visitante a Siberia está pisando los cadáveres de los condenados en los gulags soviéticos. Plantea que el carácter expansionista y exterminador del “comunismo” hunde toda civilización. Pero la narración se enreda en la mente del escritor. Aún escribiendo poco, muy poco, narra la destrucción de la culta, abierta y democrática ciudad de Nóvgorod por Iván III de Moscovia en 1478. Dice que el descubridor de la maldad rusa fue Dostoievski antes de morir en 1881. Cuenta cómo la Rusia zarista enviaba a sus prisioneros a los campos de trabajo forzados de Siberia. También dice que en la Ucrania de los célebres caníbales era afortunado estar preso, ya que en la cárcel, al menos, daban un trozo de pan. Incluso llega a expresar, aunque sea mínimamente, que todo puede estar sucediendo en África o en cualquier otro lugar del mundo. Toda la humanidad roza su “imperio”, pero en su razón literaria halla al lobo en el “comunismo” y viola los tiempos: el comunismo no es fruto de la historia, sino de la aberración y el terror.
La propaganda usa a Kapuściński para condenar las luchas populares, pero estas les dicen: la aberración y el terror están en los que creen que con la división entre ellos y nosotros vive la historia, están en la injusticia social con que nos matan, nos olvidan y nos siguen matando. Por ello luchamos por una vida digna para todos, porque solo eso es la victoria del tiempo.
(También publicado en El Periódico, Catalunya, bajo el título "El tiempo de la victoria")
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