Permitido por el legítimo gobierno de Venezuela, la oposición celebró hace unos días un referéndum diciendo que habían votado más de 7 millones de personas. ¿Por qué esa oposición no acepta la votación que ahora quiere hacer el gobierno? ¿Por qué tampoco la aceptan otros países, como España, que apoyaron el referéndum opositor? ¿De qué democracia, pluralidad, derechos humanos, libertad, tolerancia, reconciliación social y otras pertinencias hablan? ¿Vamos a la jungla? ¿Esa es la idea?
La violencia que la derecha fascista busca entronizar en Venezuela no tiene límites ni con la ingenuidad ni con la brutalidad. Esas fuerzas harán lo que sea para desestabilizar a un gobierno popular y los medios se encargarán del resto para la apropiada acción interventora del Comando Sur norteamericano.
Sencillamente, para la derecha mundial el aliento popular debe ser aniquilado de la historia y contra él crearán y desarrollarán los más denigrantes espectáculos de la infamia. Todo es aceptable. No se privarán de nada. Porque el objetivo fundacional de la derecha, aún cuando ahora tratemos la urgencia de Venezuela, somos todos los que luchamos por un mundo distinto a la jungla donde ella concibe al ser humano.
Ningún proceso político, con intenciones de mejorar las relaciones humanas hacia la izquierda, está libre de ser degenerado por la derecha con la más cruda manipulación de la realidad. Esa es la esencia donde crecen las raíces de la derecha, aunque algunos sigan diciéndonos que se acabaron las ideologías. Indudablemente existen matices en ambas corrientes, pero un día habremos de encontrarnos todos y el vencedor tendrá que ser la vida. ¿Será posible si la izquierda entra en la pesadilla de la jungla que tiene la derecha como concepción humana? Está visto que salir de ella ha sido la historia de la humanidad para triunfar sobre el horror. Y ante los matices, bastante claros al vernos, la izquierda no puede descuidarlos ni tampoco sentarse a mirar cómo la confunden, la dividen y la aplastan.
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