Desde luego que Cuba no es Jauja, pero por seguir luchando con sus principios humanistas el respeto a ella debe ser máximo.
Con el título “Cuba, decadencia y comunismo”, el barcelonés Enric Vivanco escribe en El Periódico de Catalunya que “constata”, después de “visitar 3 veces la ciudad de La Habana”, que “el comunismo no tiene futuro”. Todos somos libres de pensar lo que estimemos, pero la falta de una real argumentación rebaja la constatación. Dice que compró “diez libros por valor de 210 euros”. Supongo que fue a librerías privadas y obtuvo ediciones raras.
El pueblo cubano es bueno, pero no tonto. Yo pagué 10 euros en la céntrica librería Fajad Jamís, subvencionada por el Estado, por 21 obras de la literatura universal. También él escribe sobre “la prostitución femenina y masculina”. No hay que viajar tanto para ver lo que en Barcelona alcanza niveles de degradación inconcebibles en Cuba.
Igual escribe espantado que “observó cómo se peleaban estirándose del pelo varias mujeres por no respetar el orden de una cola para entrar en un cine”. Qué violencia más curiosa ante los desastres sociales, secuestros y asesinatos que priman en México, Colombia, Brasil y en tantos otros países de nuestro sufrido planeta, pero que él no conoce por sus preferencias habaneras. No se va a Cuba tantas veces para no ser comunista, quizás debe irse para pensar en el mundo y hacerlo nuestra preocupación principal.
Dice que “la sanidad y la enseñanza gratuita y universal se han convertido en que la mayoría de profesionales están en las misiones aportando divisas al Estado”. ¡Qué grande debe ser un país, pobre y acosado por el vigente bloqueo económico, comercial y financiero de los EEUU y seguido hasta hace muy poco por la Unión Europea, cuando puede formar a tantos profesionales que contribuyen a sostener el coste de esos servicios que, a pesar de todo, se mantienen en pie gratuitamente para todos los cubanos gracias a un Estado que los prioriza de acuerdo a sus posibilidades y que igualmente también organiza misiones similares a más de 40 países que no pueden pagarlas. Si esa solidaridad la hicieran los países ricos, ¡cuán grande y cuán hermoso podría ser el mundo! En Cuba no se constata que “el comunismo no tiene futuro”, sino que es la especie humana la que lo pierde si no prioriza la vida de su propia civilización en peligro de desahucio.
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