jueves, 25 de abril de 2019

El independentismo catalán en su laberinto

El independentismo catalán tiene tres cuentas pendientes: volver a reunirse con la CUP, acoger plenamente la lengua castellana y rediseñar el eslogan de TV3 que nos reitera que “estem preparats.” A pesar del aplauso que llega del actual poder político y mediático catalán y que todos los independentistas luchan juntos, todos no enfrentan juntos la suerte de sus días. Si esto no lo asume el independentismo, la pelea clasista estará garantizada en sus filas. Se sabe que, incluso en la autonomía, se puede hacer mucho en ese campo y no se hace.

Por esta limitación del independentismo, una gran parte de la clase media acomodada participante, bien afincada en las derivas del Primer Mundo con todas las condicionantes que ello entraña, le exige no romper con el absurdo bienestar en que se mueven las democracias europeas. Pero materializar el símbolo de la República para todos que sueñan millones de personas en Catalunya implica un sacrificio necesario para poder asumir una resistencia mítica.

Por estos días EEUU endurece el bloqueo contra Cuba y activa con crudeza la ley Helms-Burton, lo que provoca la reacción de la Unión Europea: “defenderemos los intereses de las empresas europeas en la isla”. El pueblo cubano no está en ese discurso, tampoco el pueblo catalán, ni ninguno de los pueblos taladrados en su piel con las angustias de la vida. Y los que quieren sobrevivir dignamente emprenden la más absoluta unidad contra el Sistema Capitalista. Si a estas alturas de la Historia el independentismo no se suma a esas luchas, la magnífica energía que desbordó calles y plazas de Catalunya se perderá en los altos salarios de algunos políticos y funcionarios que, como ejecutivos de grandes empresas, coquetean en los platós de TV3 y se enfurecen en los teatros de Madrid y Europa.

El Capitalismo no se acabará de un plumazo, sino poco a poco y casi sustituyéndose por todo aquello que vayamos construyendo a favor de los intereses de los pueblos, pero hay que lucharlo bien en la piel de todos.

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