La crisis migratoria en Europa está muy clara: las rutas son
divulgadas por la TV. Una vía: se recogen a los migrantes frente a
las costas de Libia, ¿se acuerdan? El país petrolero en manos de un
beduino que acampaba con su jaima en una villa de Roma debía
entregar sus planes a Occidente o en poco tiempo sería asesinado por
una revolución victoriosa, la misma por la que brindaron en Trípoli
los máximos líderes de Francia y el Reino Unido y que en un tiempo
muy corto asfixiaba en Bengasi al embajador norteamericano y luego
tendría dos gobiernos rivales para organizar la expulsión de
subsaharianos. La vía libia para estos migrantes incluye numerosos
barcos que los llevan hasta Sicilia. De ahí a Francia y allí al
Paso de Calais para amenazar a Londres. ¿Cuántos muertos, heridos y
destrozados de alma no podrán alcanzar el Támesis? No importa, el
tour tiene sus arriesgadas aventuras, pero ya no veremos el antiguo
cementerio con nacionalidad italiana en la isla de Lampedusa. Tampoco
habrá sangre fosilizada en las alambradas de Ceuta o de Melilla ni
nos asustarán los sobresaltos de los cayucos que arribaban a
Canarias. Ahora todo está muchísimo mejor planificado y con mayor
seguridad. ¿Acaso no nos apenábamos por el dolor de tanta gente que
emigra de sus riquísimos países? Sabemos que Occidente no les
permite a ellos saborear el dulce néctar del neocolonialismo y aquí
estábamos esperándolos.
La segunda vía, la más cercana a la frontera europea, apenas a unos
cuantos metros de Turquía y a la que extrañamente nunca vimos en el
mapa de las mafias es la turística isla griega de Kos en el mar
Egeo. Allí arriban por miles con sus niños pequeños o en brazos
procedentes de Irak, Afganistán, Siria, ¿recuerdan las guerras
desatadas en esos países por intereses bien conocidos? Tres países
igualmente ricos en materias primas y por la zona geoestratégica con
que la Naturaleza y el coloniaje los bautizó y de los que ya no se
sabe si valen más sus ruinas babilonias y la excelsa Palmira o el
nuevo rol asignado a sus habitantes. La vía griega incluye un ferry
que los lleva hasta Atenas, después en autobuses hasta Macedonia,
donde reciben algunos porrazos y ráfagas de gases lacrimógenos.
Pero tampoco importa, ya estos viajeros llevan una memoria de tantos
golpes en su historia que unos más no se echan a ver. Tras atravesar
la línea militar macedonia son dirigidos a un tren que debe
llevarlos a Serbia y de ahí al muro que Hungría levanta, ¿no se
habrán olvidado del famoso muro de Berlín, verdad? Pues uno más y
en terreno ya conquistado no posee ninguna relevancia, además, el
destino quiere llevar a estos inmigrantes hasta Alemania y Suecia, al
Norte del continente. Pero seguro que muchos se quedarán en Austria
o en otros pueblos del corazón de Europa, excepto en Eslovaquia, que
ya ha dicho que sólo aceptará sirios cristianos. ¿Y qué dirán
Austria, Alemania, Suecia y el resto del Norte? No parece, hasta el
momento, que pondrán muchos escollos. Los inmigrantes pobres y
desesperados no van a vivir en las lujosas urbanizaciones de esos
países. Esta nueva ola del horror humano se asentará en míseras
condiciones junto a las clases más desfavorecidas de los pueblos
adonde se queden y allí habrán de espabilarse para sobrevivir junto
a los sectores marginados por la crisis europea. ¿Tendrán
problemas? Por supuesto, y muchos, porque también tendrán problemas
con ellos los pueblos que los acojan. ¿Acaso se reforzará el
racismo? ¿Acaso los europeos sabrán distinguir que los inmigrantes
sólo son un síntoma de la enfermedad del Sistema y no la enfermedad
en sí con que el Sistema los mata a ambos?
Nadie de los organizadores del tour se atreve a hablar de fascismo.
Parece que eso sucede cuando la razón no puede más con su ingente
corazón independiente. No hay otra vía para desplazar a los
conflictos sociales que priman en muchos pueblos de Europa, sobre
todo en aquellos donde el sueño de ser independientes cubren las
falacias de sus promotores. ¿Han escuchado bien? Falacias porque
después del trato dado a Grecia por Europa, si queremos ver de
verdad la enfermedad del Sistema Capitalista de explotación,
parecerá que los pueblos sólo sirven para angustiarse, pelearse y
fracasar. El tour de la crisis migratoria es el tour de la crisis de
Europa y el tour de force de nuestra humanidad.
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