Nadie pudo instar a que los servicios sociales indagaran por qué los pobres ya no tienen voz para gritar su miseria. La muerte de la anciana de Reus por una vela en su cama es el mejor símbolo de lo ocupados que estamos buscándole soluciones a la vida y al mismo tiempo dándoles muerte. Durante 2 meses esta mujer vivió con la electricidad cortada al no poder pagar la factura y nadie vio el peligro de que se alumbrara con una vela y que con esta esperara el invierno.
Me avergüenza Europa, España, Catalunya, Reus, y me avergüenza que en un país con pleno derecho nacional toleremos que una gran empresa o un puñado de familias ganen millones de euros mientras dejamos morir a una anciana y a tantos más que esperan su turno en la indigencia que cobijan.
Está muy bien que culpemos a Europa, a España, a Gas Natural, a Catalunya, a Reus, por la muerte de la anciana, está muy bien que sigamos siendo independentistas, pero igual estaría muy bien que aprobemos en la Generalitat unos presupuestos absolutamente sociales, que como el referéndum nacional también aprobemos compartir la riqueza, que la democracia no es la libertad de expresión sino el máximo poder para cuidar al pueblo. Cuando hablamos de independencia, dejemos de mirar con malos ojos a Cuba, a Venezuela, a Ecuador, a Bolivia y a algunos más que hacen o intentan hacer por sus pueblos lo que no se hace ni se intenta hacer en este Primer Mundo tan necesitado de civilizarse.
Soy uno de los culpables: soy independentista, lucho activamente por ello y me he dejado llevar por un goce popular más allá del pueblo. Desobedecí al Tribunal Constitucional de España cuando presidí una mesa electoral el 9N de 2014, pero no he sabido obedecer a los más necesitados en esta crisis atroz por la que andamos. ¿Para qué nos violentamos pidiendo acoger refugiados, para qué vivan con una vela y una muerte segura? Si esa actitud no cambia, nada tendrá valor. Me avergüenzo de repetirlo como palabras y no como acciones para evitar la vergüenza.
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