Ante la conmoción mundial con el ascenso de un nuevo y controvertido presidente en el imperio romano del siglo XXI, queda al mundo su gran tarea de hacer evidente la cooperación o la barbarie. Frente a los que creían como mejor apuesta para EEUU a Clinton y su sistema establecido y los que creían en un Trump diabólico, ha triunfado el mismo objetivo de ambos para el dominio del mundo por un solo país. EEUU es "el pueblo elegido", "el mejor país del planeta", "la nación bendecida por Dios"..., solo que ahora, con mayor desafío, ya sabemos que también los demás países y pueblos del mundo pueden aspirar a ser 'elegidos', 'mejores' y 'bendecidos'.
Pero nunca la elección, la mejoría y la bendición serán regalos de ninguna designación divina.Si bien es cierto que no todos los países y pueblos tienen la claridad y la fuerza necesarias en este asunto, también es doblemente cierto que todos tienen el mismo deber de ejercer su derecho a la claridad y a la fuerza. Sería lo más normal. Igual que EEUU proclama su grandeza, también Europa, Asia, África y América Latina pueden hacer lo mismo y nadie podrá decirles lo contrario, desde el país más grande hasta el más pequeño. No hay motivo para asustarse. Todo está en manos de todos.
EEUU se plantea recuperar la grandeza que, según Trump, ha perdido. ¿Cuánta grandeza? ¿Y qué perdió antes de Trump el resto del mundo? ¿Podrá recuperarlo? Otra vez se impone la reflexión sobre si cooperamos entre todos o vamos todos a la barbarie. Y no pensemos que nos alejábamos de ello con Clinton y que nos acercamos con Trump, no, sería nuestra mayor torpeza. Obama casi nos lleva a una tercera Guerra Mundial y al desastre de muchos países. Su generosidad fue una farsa. Abolida esa verdad, toca conocer cuál es la nuestra con Trump, si realmente tenemos alguna.
¿Ganamos o perdimos? Toca a cada país y a cada pueblo decidir. Es cuestión de tiempo, ese que al pasar nos dirá si realmente somos dignos de la grandeza de vivir como iguales
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