Compañero Javier -sin el más mínimo retintín-, e igual a como estimo y quiero a Jose, de Cubainformación de Euskadi, a Iroel, a Luque, a Enrique, Desiderio y a muchos más que publican en La pupila insomne, a Harold, a Jimmy, a René Fidel y a otros que publican en LJC, o a Julio César Guanche, que ha estado, o está, hace un tiempo que no sé de él, publicando en Cuba Posible, uso el mismo término para todos, y ahora, Javier, para compartir contigo mi criterio de que este intercambio de opiniones en que nos involucramos no es ningún juicio.
Sé perfectamente la posible inconveniencia que mi posición puede generar, ya que algunos pueden dar por hecho que me sitúo en “el centro” de todos los nombrados, pero no es así, para nada es así, y nunca he dejado de tenerlo bien claro: estoy junto al Partido Comunista Cubano, junto al Gobierno Cubano, junto a todas sus organizaciones e instituciones y, sobre todo, junto al Pueblo Cubano, el máximo garante de la Revolución Cubana. Todo lo que me aparte de esto, lo rechazo, pues no encuentro ninguna salida para Cuba fuera de lo que la hace tan inmensamente hermosa y posible en medio del desastre mundial. Y como es natural, ello incluye también hasta los que se equivocan según mis reflexiones, porque, sencillamente, los considero revolucionarios y para nada contrarrevolucionarios. Pienso que ahora, más que en cualquier otro momento de nuestra historia, el valor de la individualidad sale reforzado en su compromiso con los significados de Cuba. Y decir individualidad con estos significados es reconocernos en nuestras capacidades para el diálogo imprescindible que en muchos aspectos nos demanda la actualidad cubana. Todo lo demás -estimo-, es residual.
Creo, y escribí, que el post de Luque “Un episodio censurable”, a raíz de publicarse en La pupila la versión original de tu artículo “Las páginas de la Revolución (Texto completo en su versión original)”, debía servir para ese diálogo y si no servía, no era lo que necesitábamos. Te digo a ti, Javier, lo mismo que le escribí a Harold a raíz de que él publicara en LJC “El pretexto de la censura”, su versión del asunto: Debemos alegrarnos que resolvamos, aunque no sea la mejor forma que -estimo-, has elegido para celebrar la alegría del diálogo que efectúas. Lo más fructífero -estimo- hubiera sido un debate acordado también con Iroel, de manera que entre los dos blogs, La pupila y LJC, se manifestaran ampliamente los argumentos que amerita la ocasión.
Seguramente, Javier, como nos puede pasar a todos en cualquier momento, olvidas algo. Para mí, en todo lo que tratas, es de puntual recuerdo tu artículo, bastante reciente y publicado en LJC, “La unidad necesaria”. Sobre él, o con él, pues te cité completo, escribí mi artículo-análisis “Las rosas cubanas”(Cubainformación, 26 de octubre de 2016). En él te rebatía prácticamente toda tu argumentación en cuanto a la unidad revolucionaria, el Partido, el Gobierno, la Prensa, la Política, los “independientes” de “barrio” o de la misma LJC por la que exponías todo lo que escribiste en ese post y que, para mí, resultó totalmente equivocado. Pero no por eso dejé de entender que eras un compañero. Ahora, cuando tú respondes a Harold como lo haces, te sigo teniendo como un compañero en la misma tesitura que lo tengo a él. Ambos tienen unos puntos de vista diferentes a los míos y ello no impide que podamos trabajar juntos por Cuba. Posiblemente tú tengas ahora la razón y Harold esté equivocado, pero posiblemente también pueda ser al revés, y yo, entre ustedes dos, el más equivocado, pero los tres estamos en el mismo frente. En fin, amigo mío, la Revolución Cubana nos dio y nos sigue dando el mayor privilegio del mundo: nuestra libertad es verdadera, con todas las satisfacciones y consecuencias de creerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario