Siempre he creído que la derecha -como aliada del capital y sus privilegios-, nunca cesa de pensar en cómo joder un poco más a las clases trabajadoras y en deshacerles sus luchas, porque ese es su origen, su desarrollo y su culminación como clase social. Si por la independencia de Catalunya la derecha cambia su destino y se une al pueblo para compartir intereses y emprender proyectos juntos, estamos ante la mayor imprevisibilidad de los acontecimientos para el sistema capitalista, puesto que entramos en la espinosa disyuntiva de la dignidad de toda vida humana a la que tanto daña el actual orden establecido por el capital. Entonces el pueblo debe saber que en la unidad de su rebeldía es él quien siempre lleva la mayor carga. Muchos no se enteran de ello, otros no quieren hablar de esas cosas y algunos lo saben pero siguen caminando.
Ante el camino emprendido por Catalunya, la primera reacción del capital, incluso aquel considerado bien catalanista, ha sido huir de la incertidumbre jurídica donde su llamado Estado de Derecho lo ampara. Hasta la poderosa aseguradora SegurCaixa cancela sus pólizas de responsabilidad con la Generalitat y el Parlament. Toda una amenaza general a la sociedad catalana. Pero el capitalismo siempre va más allá de todo lo imaginado por el pueblo en sus ansias liberadoras. La independencia de Catalunya cuesta mucho a los marcos institucionales donde el capital se mueve libremente y reinventa su indigno sistema. No es casual que la Unión Europea no se implique con la República Catalana y no condene las cargas policiales del 1-O ni el encarcelamiento de los Jordis. Con estos en prisión ya se sabe a qué se juega junto al Govern y qué resistencia se espera del pueblo catalán.
Catalunya alista su dignidad en el mundo o el desafío de su unidad habrá sido una locura. Y si enloquecer es lo más práctico y concluyente de esta historia, maldito sea este capitalismo primermundista que es capaz de preparar una revolución popular para fortalecer al sistema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario