Por lo sucedido con el referéndum contra el austericidio en Grecia, las urnas son el último suspiro del sistema. Y vistos los poderes con que se sustenta, sólo nos queda bailar con ellos. A pesar de la gran incertidumbre con el baile, la resistencia de la CUP no cabe en la paz que nos brindan las elecciones del 20-D. Cruda realidad que nos exprime si no la cambiamos con los bailes de todos los pueblos.
CDC, renunciando al derecho a decidir, ahora va a Madrid por la independencia. ¿Acaso con el chotis ya ensaya la recomposición de la situación tradicional?
Nuestro es el consuelo de elegir quién bailará en la capital. Buscándonos, Mas arropó a su primer viajero la semana pasada en el teatro Bartrina de Reus. Y por los votos que sigue sin tener pensó en los cupaires: “Cuando la casa esté terminada, ya decidiremos cada uno de qué color nos gusta cada pared”. Luego se puso valiente: “No será el fin del mundo si vamos a otras elecciones”. Nuestro señor está listo para los comicios de marzo, pero aún espera construir la casa con la CUP. Los anticapitalistas, si finalmente bailan con él, se verán obligados a ser muy felices pintando su pared en el rinconcito que está detrás de la columna donde se reunirán los 10 conversos en asamblea nacional.
En Reus, Mas dejó bien claro que, por los mismos problemas que tiene en Catalunya, “los votos deben concentrarse en el partido que más teme el Estado Español”: el suyo. Pero, ¿que valor puede ostentar el que está obedeciendo lo que aprobó no obedecer? Plagios de happy day en TV3: su destino y el de la casa de todos que quiere construir.
La nueva fuerza política que es Podemos -En Comú Podem-, dice que, por la imposición del baile en las urnas, quedarnos solos con la sardana sería lamentable. Es el único partido que plantea el imprescindible referéndum en Catalunya. Bailamos ahora con Podemos o los de siempre tendrán más tiempo para abolir todos los bailes y ya no nos quedará ni el buen recuerdo del alma de la CUP.
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