De momento tenemos un merecido descanso..., con todas las incertidumbres de una pausa que advierte movimientos en la política... La gran evidencia es que los políticos se van deshaciendo y la gente común penetra en lo que no sabe. Así llegan las preguntas..., y las respuestas... ¿Qué pasará ahora? Ya no hay tanta prisa para arribar a la República Catalana. Nadie se imagina la famosa `desconexión'. Y lo principal: ¿Qué hay del Bien Común? Aún prima el silencio...
Nosotros debíamos ir a nuevas elecciones, pero no ayudaríamos al soberanismo ni al reposo que deseábamos. Entonces, stop en los enfrentamientos. Para la mayoría de los mortales la concreción es más urgente: estamos haciendo país, sea Catalunya o España, pero país con todos y para todos, incluyendo la cooperación de las célebres 400 familias catalanas y las tantas otras españolas si no quieren ser defenestradas. Y sobre todo, que ni la Europa nuestra ni el Capital que mueve los hilos de la costumbre sean los frenos a la creación del país único en que se va convirtiendo el mundo. La desesperación y la rabia pueden desencarrilar la historia y nadie quiere verla llegar con trompetas de fuego, algo ya palpable en millones de personas y pueblos condenados.
La política también se cuece lejos de cargos, despachos, pactos y hojas de ruta. La catarsis ha visto un lugar menos amable y razona para bien. Los próximos pasos serán más cuidadosos. Todo ha cambiado algo. Se nota hasta en los periodistas que increpan a los dirigentes con mayor soltura. Todos estamos reubicándonos después del relampagueante acuerdo entre JxSí y la CUP. La formación anticapitalista pasa por un suspense que evite su conversión o desaparición. El capitalismo gana terreno, pero aún siendo tierra podrida su poder de conquista es inmenso.
La vida no cambiará por los rituales de la `alta política', sino por las tensiones que sufrimos y donde la `baja política' de la gente corriente, con sabia responsabilidad y sin ira, no dejará ni a desfavorecidos, refugiados o a inmigrantes en la calle para que se espabilen, ni tampoco creerá que el mejor lugar para vivir es una exclusividad divina, porque la última oportunidad para todos es alcanzar juntos la paz de la alegría.
(También publicado en El Periódico, Catalunya, bajo el título "La vida no cambiará por los rituales de la `alta política'")
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