lunes, 13 de noviembre de 2017

Gracias a la inevitable realidad (Homenaje y crítica a la CUP-CC)

Como empedernido anticapitalista siempre he sido un simpatizante y votante de la CUP. Creo que es la organización política en Catalunya que más se ha ocupado de forjar una unidad popular desde el municipalismo, o sea, desde donde está su más exacta posibilidad de triunfo. Como quien dice que ya es hora de que nos dediquemos con mayor fortaleza y realismo a ello, escribo este homenaje y crítica a la CUP. Precisamente por creer que el gran problema a vencer no es si exponemos nuestros cuerpos, sino si luchamos contra el espíritu adocenado en el sueño primermundista:

GRACIAS A LA INEVITABLE REALIDAD

Gracias al radical amor a las luchas que tengan los ojos en su tiempo, los pueblos y las personas se levantarán siempre. Esa es la historia. Ningún error debe desalentar a nadie. Habrá que reiventar la credibilidad de la palabra y recobrar el eficiente verbo de los hechos. Es una responsabilidad hasta sus últimas consecuencias de quienes intenten mostrar el camino. No hay nada peor en las luchas que estimularlas sin perspectivas. Enseguida se deforman y se exponen a perder la coherencia con la verdad voceada en los auditorios.

Gracias a nuestra escurridiza valentía evitaremos salir del campo de los mortales en la situación de sus vidas. Digamos entonces que no tuvimos fuerzas suficientes para celebrar bien el 1-O, que tampoco ahora las tenemos para oponernos al 155 y que no las tendremos si queremos hacer solos la República. El espíritu Pujol comparte sus raíces con esa España que no es más que otra de las tantas historias de Europa que nos ha llevado a esta UE a favor del capital y en contra de las luchas de sus pueblos. Las clases trabajadoras tienen idénticas ansias liberadoras en todas partes y es ahí donde hemos de ocuparnos. Solo si se trabaja con perseverancia y sin fecha para ver la unidad popular lo entenderá una sociedad muy poco concienciada con su necesidad y bastante adocenada en su sueño Primermundista. No hay esperanza si no luchamos junto a nuestros iguales de Catalunya, España y Europa.

Gracias al panadero y al pan nuestro de cada día se alimentará el camino para que no se construyan cementerios en el mar ni se ignoren los derechos que tenemos todos a mirarnos con limpieza. No se trata de asaltar los cielos, sino de que ellos se presenten en la tierra con las transformaciones que hagamos en la sociedad aún sin tener todo el poder para ello. Se nos impone la sanidad de la palabra luchando contra lo que nos mata el trabajo, el bienestar compartido y la historia de la fraternidad. Desterrando todos los espectáculos paralizantes encontraremos la realidad.

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