Con España dirigiendo la ofensiva contra Venezuela, quizás como un encargo de Washington ante la convulsa presidencia de Trump, los expresidentes del Reino claman que “hay que impedir que se consolide otra Cuba” y “hay que darse prisa, pues está muriendo mucha gente”.
¿Por qué temen la consolidación de ese país y se preocupan tanto por sus muertos? Al fin y al cabo Colombia, que está al lado y donde la historia de sus muertos es incalculable, no está del todo consolidada con el gobierno preferido por los antiguos líderes españoles. Igual podríamos decir de México y de tantos otros países latinoamericanos donde la preocupación por sus muertos no los alarma.
Estos ejemplares de dirigentes, felizmente ya idos, saben más a sus puertas giratorias con el petróleo venezolano. Y lo más inhumano: nunca abogan por alguna solución dialogada en el conflicto, pues si bien la oposición al chavismo con el poder en la Asamblea Nacional es legítima, también lo es, y mucho más, la Asamblea Nacional Constituyente que el país ha elegido con la más profunda legalidad constitucional venezolana.
¿Quién tiene la verdad y la razón en la mano? Los pobres no la tienen por ser pobres, la tienen por la guerra económica endurecida por la oposición desde la Asamblea Nacional y la consiguiente violencia que ha desatado.
¿Que puede parecerse a Cuba la consolidación chavista en el poder? Hasta ahora esa no es la realidad de Venezuela constatada por la propia existencia del grupo opositor y del sistema capitalista imperante, pero, evidentemente, si una significativa parte del poder político, ante la intransigencia al diálogo de sus opositores, quiere parecerse a Cuba, ¿por qué condenarla? Cuba es un país consolidado, con su economía en franca recuperación, sin violencia, reconocido por sus esfuerzos sociales, su solidaridad internacional y sin esos muertos que preocupan a estos señores de la guerra en la turbulenta España. No, no me pasen gato por liebre y aprendan algo más de sus experiencias políticas.
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