Siempre con los ojos bien abiertos para evitar la pesadilla de la desesperanza, a fuerza de sufrirla como la eterna mensajera de los pesares, los cubanos aprendimos a vivir y a seguir soñando sin esa palabra. Ahora Cuba entra a su tiempo decisivo: saber si lo que quiere cabe en el mundo...
Se nos estruja el corazón al ver aprobada otra vez en la ONU la resolución de condena al bloqueo de EEUU contra Cuba. Casi lloramos con una frase repetida en el máximo foro mundial: “Cuba representa la esperanza.” Hasta EEUU que, por primera vez se abstuvo, se emocionó diciendo que “el aporte de Cuba en la lucha contra la epidemia del Ébola en África significó una contribución muy grande para un país de tan solo 11 millones de habitantes.”
Pero es que cosas como esas son las que realizamos desde hace muchos años e insistimos, como la mayor ONG de todos los tiempos, que el mundo necesita de Cuba, aunque de vez en cuando Cuba sea vista como uno de los mayores sinsabores de la historia.
Entonces, muy tozudos preguntamos: “¿Significa el cambio de voto de los Estados Unidos que el presidente utilizará todas las prerrogativas ejecutivas en su poder para transformar la aplicación práctica del bloqueo?” Porque la persecución financiera de EEUU a Cuba continúa, la aplicación de la extraterritorialidad de la ley norteamericana contra Cuba sigue vigente, el Programa para captar Personal Médico Cubano en terceros países está en pie y la última Directiva Presidencial de EEUU mantiene su idea de disolver los aromas y los ungüentos de la isla, como si no tuviéramos bastante con los que disolvemos nosotros por error. Ni a Cuba ni a ningún cubano se le pueden pedir más del bien que ya hacen, aunque siempre se pueda más, pero el mundo, casi asfixiado por un sistema insostenible con la vida en el planeta, nos siguen preguntando si con la esperanza puede vencerse a la asfixia.
Por millonésima ocasión explicamos que la paz y el intento de la felicidad están en las manos del mundo y que solo si entendemos que la desesperanza es la peor enfermedad que nos afecta, podremos respirar. Los cubanos seguiremos repartiendo sabores y sinsabores por el mundo y seguiremos transformando el sistema que nos dimos para que todos vivamos plenamente dondequiera que estemos. Nada se nos olvida, aunque a veces parezca -y es muy natural si lo parece- que caminamos como las tortugas y que todos no están incluidos. No es verdad, pero si desconocemos la complejidad de los cambios que hacemos y la más aún compleja expresión en palabras, la otra, la malsana e insensata, nunca se apartará de nosotros. Es ahí cuando el alma nos agarra con su temblor y sonreímos.
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