Para la gran prensa y también para muchos políticos el ciclón Matthew “no pasó” por Cuba. Sí pasó por Haití y se cuentan cientos de muertos agregados a las catástrofes del terremoto y el cólera de hace unos años en ese país. Ahora “el monstruo” -para mayor espectacularidad de la vida cotidiana en EEUU- se dirige hacia Cabo Cañaveral. Es el mismo espectáculo de pacotilla con que se digiere la política por estos mundos de Dios: qué pena Haití; aún cuando la vergüenza en que el mundo mira cómo viven millones de haitianos solo provoque una lágrima vigilada.
Sí que pasó Matthew por Cuba e hizo grandes destrozos materiales en diversas ciudades por la fuerza de los vientos y la furia del mar, pero en Cuba no hay paisajes de muertos ni de las miserias que agradarían a tantos manipuladores de las noticias contra la isla. En Cuba ya se trabaja en la recuperación con todo un gobierno y un pueblo volcado en ayudar a los damnificados. Entonces, es verdad, el ciclón no pasó por Cuba a pesar de la tristeza que embarga al país por lo perdido. Pero no pasó, no por los informes de las agencias de prensa, no pasó, sencillamente, porque en Cuba existe una ideología que se practica en favor de las personas y no de los Bancos ni de las grandes Corporaciones. Por supuesto que eso tiene un precio en otros índices, y muy alto para el desarrollo de la economía cubana, que es al que se expone Cuba por la ideología que sostiene y que le provoca el bloqueo económico, comercial y financiero que ejerce EEUU contra ella de forma incluso extraterritorial.
Si no fuera por esa ideología a favor de las personas -nada privilegiada en tantos países-, hoy, o quizás ayer, o hace ya muchos años, Cuba hubiera vuelto a ser “la jollita de oro de antes de 1959" con sus muertos y otras miserias en que se usa la frase para condenar la ideología cubana. Pero, afortunadamente, por esa forma de pensar, el ciclón Matthew solo servirá para recordarle al mundo el valor humano del pensamiento de Cuba.
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